Sálvame | Capítulo 25

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Zachary colocó ambas manos en mis huesudos hombros y me llevó hacía atrás, recostándome sobre los mullidos cojines sobre la cama de él. Le miré fijamente, y sentí como mis mejillas se calentaban y enrojecían mientras se quitaba la camisa blanca que llevaba dejando el torso al descubierto. Se recostó sobre mí, notando el cuidado que tuvo de no apoyar todo su peso sobre mi cuerpo. Besó mis labios cortamente antes de bajar para besar mi cuello.

Me estremecí en cuanto sentí sus labios sobre mi piel sensible, succionando y lamiendo allí. Con manos expertas me quitó el chaleco y la remera luego de apartarse, dejándome solo en ropa interior de la cintura hacía arriba. El volvió a fijarse en mis cicatrices unos minutos antes de mirarme a los ojos. Sus ojos azules se conectaron a los míos.

Me besó fogosamente la boca mientras recorría toda mi espalda y vientre con las manos. Su cabello me hacía cosquillas en las mejillas y nariz mientras lo hacía, sacándome pequeñas risas. Él reía conmigo, haciendo de este momento aún más perfecto. Introdujo su lengua dentro de mi cavidad bucal, uniéndola con la mía en un baile que parecía no tener fin. Buscó el broche de mi sostén para soltarlo y dejarlo caer junto con lo demás. Se apartó para mirarme a los ojos y acariciar levemente mis pechos con sus manos. Él me miró, pidiéndome permiso. Yo solo le sonreí, una sonrisa pequeña y confiada.

—Zachary... —jadee cuando siguió tocándome.

—Shh... —me calló— Solo disfruta... —me susurró antes de besar mis pechos.

Gemí en el acto, cerrando los ojos y arqueando mi espalda hacía él inconscientemente. Sentí su risa sobre mi piel, mientras continuaba, cada vez con más confianza. Mis manos fueron a su cabello y comencé a tirar de él, a lo que Zachary respondió con un gruñido.

Sus labios subieron por mi pecho hasta el cuello, jadeando en mi oído.

Y allí fue cuando el temor volvió a mí.

Lo sentía a él, a mi padre. Sobre mí, rasgándome la ropa. Tirando con fuerza de mí cabello para darle mayor acceso. Fueron sólo dos veces, dos violaciones durante tantos años de golpizas y burlas... pero dos momentos que marcaron toda mi vida.

El dolor, oh, el dolor.

Sacudí mi cabeza de lado a lado, sintiendo como los recuerdos borraban lo hermoso de estar con Zachary. Las lágrimas me invadieron y él las sintió. Se separó rápido, y apoyó sus manos en mis mejillas.

—¿Claire? ¿Amor? ¿Qué sucede? —lo veía preocupado. Él me miraba con miedo—. ¿Te he hecho daño?

Negué con la cabeza, respirando profundamente. No quería que los recuerdos me alejaran del presente. No quería alejarme de Zachary.

—Es sólo... —murmuré, cerrando los ojos con fuerza—. Hazme olvidar —pedí, colocando mis manos sobre las de él en mis mejillas—. Borra sus huellas, por favor.

Él me besó, con fuerza y amor. Sus dedos borraron los rastros de lágrimas de mis ojos, con delicadeza.

—¿Segura que quieres hacerlo? No sé si pueda detenerme después... —él parecía nervioso, mientras me acariciaba como antes.

—Si... Quiero hacerlo...

Se apartó de mí para poder quitarme los zapatos y los suyos. Desabrochó mis jeans para bajarlos por mis piernas y dejarlos junto al montón de ropa. Se detuvo un momento, admirando algunas cicatrices de mis piernas. Antes de que me diera cuenta, él estaba besándolas con cariño. Me hacía sentir querida, normal. Acaricié su cuero cabelludo y él se irguió como un gato ante mi tacto.

Se apartó y su intensa mirada azul observó mi rostro, mis ojos, antes de inclinarse sobre mí para poder abrir el cajón de su cómoda y poder así sacar un preservativo que se lo colocó luego de terminar de desnudarse. Zachary volvió a verme a los ojos, conectando ambos pares. Me quitó las bragas y, con lentitud, separó mis piernas para tocarme allí. Oh, Dios. Él estaba en todos lados, tocándome, acariciándome con suavidad hasta que sentí que ya no podía más. Zachary acalló mis gemidos con sus labios, mientras su mano me abandonaba y lo sentía acomodarse entre mis piernas separadas. Mis mejillas enrojecieron más.

Sálvame © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora