Sálvame | Epílogo

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Jamás había pensado que llegara tanta gente. El lugar estaba oscuro, frío, al igual que mi corazón. Nadie lloró, nadie votó alguna lágrima por ella. Ni si quiera yo. Pero por dentro mi corazón sufría como nunca... era peor que recibir una puñalada en él, y peor que sentir como tu corazón con cada latido se desgarraba más alrededor del metal filoso. Mi corazón lloró por ella todo lo que pudo hasta quedar exhausto, pero mis ojos no eliminaron ninguna gota de agua visible.

''Lo siento, Claire''

Llegaron todos los profesores con los que ella tenía clases. También algunos chicos que sabía que no le habían hecho nada, ni le habían dicho ninguna grosería. El director también había llegado, con el semblante serio y descompuesto.

Me enfadé mucho cuando vi a Aimé y a Aaron llegaron vestidos de negro. Mamá me detuvo, pero supe que ambos sintieron mi mirada de odio. Sus expresiones eran de arrepentimiento, un arrepentimiento que no me llegó por completo.

Volví a mirar a la estatua que mis padres habían pagado por ella. Era un ángel sentado en una roca, con una flor en la mano y la cabeza oculta en sus rodillas juntas. Su largo cabello daba a entender que era una niña, junto con el vestido que juntos ondeaban con el viento. Sus alas eran pequeñas y estaban recogidas en su espalda.

Me recordaba mucho a ella.

Leí nuevamente las palabras que se encontraban talladas en la piedra debajo del ángel: ''Claire A. Deveraux (Wells). 1988 – 2005''

Luego venía una frase acerca de lo fuerte y valiente que había sido todos estos años de vida.

Cuando todos se fueron, me arrodillé frente a la estatua rodeada de flores blancas, rojas y amarillas. El solo hecho de recordar su rostro pálido y herido hacía que me descompusiera totalmente, y agradecía que aquellos malditos hubieran muerto. Sentí los pequeños pasos de Melissa a mi lado antes de que sintiera sus pequeños bracitos aferrarse a mi cuello desde la espalda. La apegué a mí, dejando que mi pequeña hermanita me reconfortara allí mismo.

Nadie había dicho nada en todo el día acerca de mi aspecto. No había dormido ni comido y con suerte esta mañana me había bañado. Solo por ella.

El padre se Kyle –y también el de Claire- había viajado desde México para poder asistir al funeral de su hija... Otra vez. Cuando le pregunté a Kyle por qué no le había dicho a Claire que era su hermano, él me dijo que no quería que ella se fuera sabiendo que su familia biológica aún estaba viva, para que falleciera tranquila. Que no quería preocuparla más. El señor Wells estaba muy desanimado mientras su hijo le hablaba de lo mal que la habían tratado, y lloró abrazado de él. Aquella imagen me llegó al alma.

También había venido Seth Deveraux, el padre adoptivo de Claire quien la golpeaba y la había violado. Iba vestido, pero esposado y con un policía a cada costado de él. No dijo nada y se mantuvo allí, en una de las últimas sillas, hasta que la ceremonia terminó y se lo llevaron en una patrulla.

Los chicos me habían intentado animar estos dos días desde que Claire falleció entre mis brazos, sin hacer caso a mis plegarias, pero nada funcionaba. Estaba mal, muy mal. Mi madre me dijo que me llevarían con ayuda para poder superar todo esto, ya que aún era muy joven, pero yo sabía que no podría hacerlo. Ésta mañana ella me había intentado dar ánimos, diciendo que algún día volvería a conocer a una hermosa chica con la que pasaría el resto de mi vida. Allí lo supe: jamás olvidaría a Claire, y jamás la encontraría en otra chica. Ella se había ido para no volver.

—Zachary... —se quejó Melissa bajo mi fuerte agarre. La solté de a poco.

—Lo siento... —murmuré por lo bajo.

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