Sálvame | Capítulo 28

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ADVERTENCIA: El siguiente capítulo contiene escenas de violencia sexual y/o perturbadoras para cierto público. Se recomienda discreción.

Coloqué mis manos sobre mi cabeza, jalando mi cabello hacía atrás. La desesperación corría por mis venas, por cada nervio de mi cuerpo. Respiré, intentando calmarme. Ella estaba ahí, sola, desprotegida, con esos bastardos que lo único que querían era dinero y territorio. Dinero que no teníamos, y territorio que nos era imposible ceder.

Alexander nos había advertido, y prometido que nos llamaría en unas horas para poder cerrar el trato. ¿La consecuencia? Si no lo hacíamos, ella moría.

Era una carrera contrarreloj. Luego de que la llamada se desconectara, nadie sabía qué hacer o cómo actuar ante una situación desconocida como era la que teníamos frente a nuestras narices. Claire, una inocente en todo esto, estaba en manos peligrosas y yo no sabía qué hacer para salvarla, para protegerla.

-Zachary, dame tu móvil -la voz de Michael sonó alejada, distante, como si yo no estuviera allí, con los chicos. Aún así, le tendí mi celular sin levantar la vista.

(...)

Llegué a mi casa y estacioné. Me bajé y, con la mochila puesta en mi hombro, caminé y entre a mi hogar. Mamá estaba en la sala leyendo una revista cuando lo hice. Ella me miró y cuando se dio cuenta de que Claire no venía conmigo, aquella sonrisa desapareció.

-¿Y Claire?

La miré fijamente sin decir nada. Subí las escaleras y fui directamente a mi habitación y dejé la mochila sobre mi cama. Me senté allí y suspiré, cubriéndome el rostro, intentando calmarme. Mi madre entró; la sentí, sentí su forma de caminar en el suelo. Se detuvo frente a mí.

-¿Zachary? ¿Hijo, qué tienes? -me preguntó, la preocupación detonando en su tono.

-¿Papá?

-Dime que sucede, cariño...

-Llama a papá y les contaré todo.

Alcé la vista y la vi allí, su rostro asustado, nervioso, preocupado. Asintió levemente y fue en busca de mi padre. Cuando los dos vinieron, suspiré y comencé a contarles todo, desde mi trabajo por las tardes y noches hasta el secuestro de Claire y la causa. Ellos me miraban, extrañados, molestos, preocupados, asustados. Las emociones haciendo guerras sobre sus expresiones. Cuando terminé de hablarles, un silencio abrumador llenó la habitación por completo. Se miraron unos minutos y pude ver las lágrimas que recorrían las mejillas de mi madre mientras que con una mano se cubría la boca para acallar sus sollozos. Se acercó a mí y, acuclillándose, tomó mis manos entre las suyas y las besó con fuerza, manejándolas de tal forma que una estaba ahuecando su mejilla en mi palma mientras que se apoyaba en ésta. Sollozó dos veces, mientras la intentaba calmar acariciándole el sedoso cabello.

-Mamá, perdóname... Nunca quise... -me dio vergüenza mirarla a los ojos.

Ella solo me abrazó desde su lugar, haciéndome callar. Papá me miró y se acercó lo suficiente como para sentarse a mi lado y pasarme un brazo por el hombro.

-Jamás pensé que... esas salidas eran para... -sacudió la cabeza, consternado-. Debes saber que estoy muy decepcionado. Ya sabes que pusiste la vida de Claire en riesgo, pero no te culpo por eso. Sé que no lo sabías -suspiró, frotándose la parte trasera del cuello. Noté que no sabía que decir-. No estoy enojado contigo por eso.

-Yo tampoco -gimió mi mamá, alzando la húmeda vista hacía mi.

Suspiré aliviado de ver que no me echaban de la casa, o de que no me denunciaban a la policía.

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