Sálvame | Capítulo 23

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—¿Estás bien? Lamento no haber podido llegar antes —Zachary no se veía afectado en lo absoluto. Jadeaba de forma lenta, intentando que no se hiciera notar tanto.

—Si... Estoy bien... —murmuré por lo bajo.

La verdad era que no lo estaba. La reacción violenta de Zachary... ¿Y si algún día él se molestaba conmigo, y me golpeaba de esa forma? Mi padre tenía una mano grande y pesada, pero él no tenía la experiencia de un real combate de golpes y puñetazos. Noté que Zachary sabía que zonas del rostro debía golpear para que Aaron quedara aturdido para poder atacarlo con más facilidad. Él sabía luchar. Sabía golpear. Y sabía que si él me golpeaba no tardaría en matarme.

Joshep apareció a su lado con una sonrisa falsa.

—Él es idiota de nacimiento —me dijo, de forma tranquilizadora.

—Oh, ¿en serio? No me había dado cuenta —dijo Evan sarcásticamente.

—¿Quieres terminar de comer para irnos? —me preguntó Zachary, ignorando los comentarios de sus amigos.

—Está bien.


Luego de las clases, guardé algunos libros en mi mochila para poder estudiar para el examen que tenía mañana de biología y fui junto a Zachary a su auto para poder irnos a casa.

El viaje fue silencioso e incómodo. Ninguno de los dos supo qué decir para dispersar el ambiente tenso dentro del coche, por lo que sólo miré hacia afuera, al paisaje nebuloso.

Una vez allí, él me tomó de la mano y entramos, siendo recibidos por Sr. Tuko, quien maullaba y se restregaba en nuestras piernas, agitando la punta de su cola en alto. El ambiente se llenó de las risas de Melissa, quien corría siguiendo a Sr. Tuko. El gato la miró y comenzó a correr, mientras seguía maullando.

—¡Sr. Tuko! ¡Regresa! —Melissa gritó, con una sonrisa plantada en su rostro.

Cuando pasó frente nosotros, Zachary la agarro entre sus brazos y la alzó sobre su cabeza. Melissa gritó por la sorpresa.

—¡Zachary, déjame!

—Deja al pobre gato —rió.

Sonreí, viendo la escena familiar desconocida para mí. Los maullidos volvieron, cada vez más cerca. Sentí como la bola de pelos clavó las garras en mis jeans y comenzaba a trepar por allí. Reí sin moverme, conmocionada, mientras el Sr. Tuko continuaba su recorrido por mi pierna. Zachary dejó a Melissa sobre su espalda, haciendo que sus finas y pequeñas piernas abrazaran su torso. Melissa rió al ver al gato llegando por mi vientre y comenzando a trepar por mi abrigo. Yo no sabía que hacer, solo reía de manera nerviosa.

—¡Gato malo! ¡Déjala! —gruñó Zachary.

—Quiero ver hasta donde llega —lo contradijo su hermana, expectante.

Sr. Tuko llegó hasta mis brazos, acurrucándose y escondiéndose entre ellos, ronroneando. Acaricie temerosa su lomo, mientras éste se arqueaba sobre mi mano. Melissa aplaudió con gusto.

—Un día lo encontraremos plantado al techo —la voz de Loraine resonó en la sala, mientras salía de la cocina secándose las manos con un paño, sonriendo— Trepó la pared de alfombra que hay en la biblioteca. No se podía bajar y gritaba como loco. ¿O no, Melissa?

—Si. Papá tuvo que subirse a una silla para sacarlo.

Zachary la bajó, poniendo sus pies devuelta al suelo.

—¿Tienen una biblioteca aquí? —pregunté. Jamás había visto la casa completamente.

—Si. ¿Te gustaría verla? —me preguntó ella.

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