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Miré a los padres de Tamara y me tuve que sentar. Estaba mareado.

-Nunca la había visto así -escuché que el padre de Tamara le susurró a Pamela. Él miraba detrás de mí, hacia donde ella se había ido.

- Es una niña James... Tiene que aprender -respondió.

Tamara bajó con una bolsa. Había dejado lo que le compré.

-Tam -le habló su padre-. Hija, ¿recuerdas el día que lloraste cuando nos fuimos a vivir a Londres? -él se acercó a Tamara-. Prometí que no te haría llorar de esa manera jamás, te veías tan triste, tan decepcionada -dijo el señor James-. Y tienes la misma mirada ahora mismo, dulzura -Tamara derramó una lágrima-. Todos cometemos errores, Tam, y a veces hay que pagar por ellos.

Ella asintió con la cabeza con las lágrimas bajando por sus mejillas. Me quería morir.

-Pero tal vez este error terminó con algo positivo -dijo y me miró de reojo. What-. Me siento mal por no haber cumplido mi promesa y verte llorar así de nuevo -negó-. Tamara, yo te amo, y todo lo que te haga feliz me hace feliz a mí.

Ella apretó los labios. El señor James me miró y después se acercó a la mesa para tomar la hoja de papel y romperla a la mitad. La señora Clarke gritó.

- ¡James Dominic Clarke! -gritó-. ¡Esto no es un juego! ¡Él es una estrella! ¿Sabes a todo lo que tu hija se expone? -preguntó-. ¡Tiene 18 años!

-Me importa la seguridad de nuestra niña, pero también me importa su felicidad -dijo James-. Debemos de apoyarla en todo y si resulta que fue un error, ella pagará las consecuencias, pero no nos podemos entrometer, Pamela.

-¡James! -exclamó ella- ¡Tuvieron sexo!

-Todo el mundo tiene sexo, ¿no? -dijo James-. Tamara tiene 18 y es responsable de todo lo que hace.

- ¡Te robó dinero! ¡Falsificó tu firma! -gruñó-. ¡Ella se irá con nosotros!

-Pamela, ¿es que no lo ves? -dijo James-. Nuestra hija está enamorada, no se vendrá con nosotros. No voy a hacerla sufrir de nuevo.

Miré al padre de Tamara y el me hizo media sonrisa y con la cabeza me aceptó. Entreabrí mi boca y me puse de pie, Tamara corrió y brincó hacia su padre para abrazarlo.

-Papi, tú no me defraudaste nunca -escuché que ella le dijo a su padre.

-James, ¿estás seguro de esto? -preguntó Pamela.

-Completamente -contestó él.

Ella lo abrazó fuerte.

- Ve con él nena... -le susurró. Ella me miró, sentí que mi corazón se encogió. Caminó hacia mí y se colgó de mi cuello para abrazarme. La apreté fuerte entre mis brazos. Tomé sus mejillas y la acerqué para besar sus labios.

Me sentía feliz, toda mi fe la tenía en ella. Todo. Sentí sus mejillas humedas de nuevo y comencé a reír.

- ¿Por qué lloras Clarke?

-Porque hace calor y me sudan los ojos, no seas idiota -me susurró y me volvió a abrazar fuerte.

-Creo que sobramos aquí -dijo James.

-No puedo creerlo, James, todo lo que hicimos... -dijo Pamela negando con la cabeza.

- Despidete de tu hija Pamela... -dijo su padre.

-Tamara, prométeme que llamarás -dijo Pamela-. Cada día quiero una llamada, tan siquiera por las siguientes dos semanas, si es que duran.

James la fulminó con la mirada.

Luces, cámara, acción » m.c.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora