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Escuché golpes en la puerta mientras que me hacía de comer después de una larga siesta.

Me puse de pie y sentí el dolor detrás de mí. Pendejo de mierda. Bajé las escaleras y abrí la puerta ahí estaba Maya.

-Hola, creí que habíamos quedado que yo... -ella me interrumpió.

- Eres una puta -respondió y me exalté un poco. ¿Qué trae?

-¿Perdón? -alcé una ceja.

- Lo que escuchaste Clarke, eres una puta miserable -fruncí el ceño.

-Ya sé que dejé a tu hermano, pero... -iba a explicarle.

- A él en verdad le gustabas -confesó-. Pero no es justo lo que le hiciste.

-Tenía sólo una tarde de conocerlo, Maya, no me iba a casar con él -le expliqué.

- Pero si tuvieron una buena clase de besos, ¿no? -crucé mis brazos.

-Lo siento, pero preferí quedarme dormida con Michael, simplemente no pude dejar ir esa oportunidad -me encogí de hombros.

- Fuiste demasiado grosera, al menos debiste despedirte de él -confesó. Bueno, quizá en eso tenga razón.

-¿En qué? -pregunté.

- Hazte ¿no? -me miró.

-Tranquila, no quiero discutir contigo, hay que olvidar esto... -pedí.

- ¿Para que convenza a mi hermano de perdonarte y después sigas puteando? -preguntó.

-¡Ya basta, Maya! ¡Eres una odiosa! -exclamé-. ¡Lo lamento por tu hermano, enserio, pero no podía estar con él sabiendo que sólo estaba aquí para ser la puta de Michael!

- Pues eso le hubieras dicho desde el principio, que sólo venías para ser la puta de un tipo de una banda -respondió.

-¿Sabes qué? Mejor vete ya -le dije irritada.

- De acuerdo -ella me miró-. Quédate con Michael -respondió-. Pero sí también lo lastimas a él, te irá muy mal Tamara.

-Lo que sea -le dije.

Ella me fulminó con la mirada y dio media vuelta para irse. Estúpida. No tenía ni idea de lo complicado que es escoger entre Clifford y otro pendejo.

Me acerqué a la cocina y vi que todo se fue a la mierda. La comida se había quemado y había agua derramándose. Gruñí y corrí el refrigerador. Había demasiadas latas de cerveza.

Busqué algo como pollo o carne, pero sólo encontré sobras de Panda Express de anteayer. Lo saqué para olerlo. Todavía servía, wu.

Tomé un trago de la cerveza y calenté la comida en el microondas. Cuando sonó lo saqué y lo puse en un plato. Suspiré. ¿Qué se supone que haría en todo el día? Tiré la lata vacía y abrí otra. Estaba tan enojada y tan sedienta. Ahora no tendría ningún lugar a donde ir. No conozco nada.

La puerta se escuchó dos horas después de terminar de comer. Ya iba por mi... ¿Décima? Reí un poco. Un poquito más.

Creo que estaba un poco mareada. Terminé de beberla y caminé a la puerta.

Vi que Luke entraba y sonreí.

-Hey, ¿por qué saliste temprano? -pregunté.

- Ya no me necesitaban -se encogió de hombros.

-¿Ah sí? ¿Por qué no necesitarían al vocalista principal? -acaricié su mejilla.

- ¿Porque ya grabé mi parte? -arqueó una ceja.

Luces, cámara, acción » m.c.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora