—Te lo dije— reprocha Carson sentándose en mi cama junto a mi.
—Basta, Carson, es la séptima vez que me lo dices— sueno mi pañuelo en mi nariz congestionada nuevamente sintiendo como si un camión me hubiera arrollado.
Cuando volvimos anoche al edificio, me tomé el atrevimiento de no tomarme una ducha caliente, mala idea.
—Es que te dije que no era buena idea, y estuviste bajo la lluvia hasta que volvimos aquí— reprocha una vez más ganándose una mirada de molestia por parte mía. —, basta, no me mires así, toma este caldo de pollo que cociné con todo mi cariño— pide mientras pone en mi regazo el dichoso caldo de pollo.
—Lo pediste a domicilio, ¿Cierto?— lo miro después de probarlo.
El transforma su expresión de cariño, a una ofendida.
—¿Cómo te atreves a dudar de mis dones culinarios?— pone una mano en su pecho preguntando ofendido.
—Aún tengo harina en mi oído por aquellos brownies que intentaste cocinar— tomo un pañuelo para sacudir mi nariz, después de eso, Carson me quita el pañuelo y lo tira en el cesto de basura lleno de pañuelos. —, ¿Cómo es que no te da asco tocar mis mocos?— cuestiono perpleja ante tal naturalidad.
—He tocado cosas peores, no golpees la espalda de alguien borracho— contesta dejándome levemente asqueada.
Unos toques en la puerta interrumpen nuestra curiosa conversación, cuando se abre la puerta se deja ver algunos mechones pelirrojos.
—Pasa, Sara— le digo a mi mejor amiga haciendo que ella abra la puerta totalmente.
—Carson, yo puedo cuidarla, ¿Por qué no vas a trabajar?— pregunta poniendo sus manos en su cadera.
—Vaya, no sabía que al estar enferma mi trato sería como el de una niña... procuraré enfermarme más seguido— menciono tomando una cucharada del caldo de pollo.
Ambas personas en la habitación sueltan una risa.
—Carson, tienes cinco minutos para despedirte de Sam o yo misma te enviaré a tu trabajo por paquetería— advierte la pelirroja antes de salir de la habitación.
—Muchas veces Sara puede ser aterradora— revela haciendo evidente el escalofrío que recién tuvo.
—Y eso que no vives con ella— aseguro tomando nuevamente del caldo de pollo.
—Entonces te dejo en buenas manos— el castaño rodea una manta en mis hombros y posa por unos segundos sus labios en mi mejilla. —, ahora iré a trabajar, pero puedo traerte algo saliendo— propone mientras se levanta de mi cama.
—Estaré bien, y vete o si no te vas a contagiar— pateó su espalda levemente antes de cubrir casi todo mi cuerpo con la manta que anteriormente me había puesto Carson.
—No suena una mala idea estar exclusivamente contigo llenos de mocos— Menciona haciendo que suelte una carcajada.
—Que mala perspectiva tienes del romanticismo— río viendo cómo se acerca a la puerta.
—No es mala, solo es única, volveré más tarde, no mueras en ese tiempo— pide saliendo de la habitación dejando solo a la vista su cabeza.
—Intentaré no hacerlo— respondo causando una sonrisa en el castaño antes de irse de mi habitación cerrar la puerta.
Tomo otro pañuelo de la pequeña caja y por milésima vez, sacudo mi nariz.
Pocos segundos después de hacer eso, se escuchan toques en la puerta, yo ante eso grito un, “Pase", dejando ver a la tía Mary y a Yanay entrar a la habitación.
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Eres mi ángel
Genç Kurgu¿Qué pasaría si alguien te dijera que el amor de tu vida llegaría a golpearte con una bandeja de plata la cabeza? Es algo muy raro para las personas normales pero una realidad para Samantha Connor, una joven que paso por años en la oscuridad hasta q...