>Capitulo 47<

648 104 65
                                    

'¡Soy Ciu!'

La puerta rechino haciéndole saber al país mexicano que alguien había entrado a su habitación, trato de hacerce el dormido pues no quería que vieran sus ojos rojos de tanto llorar, en la esquina de su cama se sintió un peso -papá- era la voz de Ciu -no te preocupes por las juntas, Washington habló con ONU para que ahora sean las capitales quienes nos chingemos... Ya pasaron dos días apá, por favor... Come más-

México no quiso moverse, ¿con que cara miraría a su hijo?, Era débil, se sentía débil e insuficiente, necesitaba primero mejorar eso y luego ver cara a cara a su capital, Ciu, al ver que el día de hoy tampoco recibirá respuesta solo se paró y justo antes de salir anunció -me voy, ¡deséame suerte con el vuelo!-

La capital cerró la puerta del cuarto dejando de nuevo solo en esa habitación a su padre, el país se levantó sentándose en la cama sentía como si el aire fuera pesado, miro a su alrededor, seguía siendo su habitación pero el detalle era que habían pequeñas cosas que Rusia dejo ahí por error, tales como un par de libros en la mesa de noche, unos apuntes en su escritorio y unas cuantas camisas en su ropero, quería salir de esa situación, no era un adolescente que se debía derrumbar con una relación, era un país, un representante, un adulto, cosas como esas debían de ser pasajeras, debían de ser insignificantes.

Pero por alguna razón, en el pecho se seguía sintiendo horrible, el dolor no se quería ir, ¿Que podía hacer para alivianar a un corazón roto?.

[...]

Ciu iba con un simple suéter algo amplió color rosa pastel caminado por el lugar donde se haría la primera junta oficial de capitales, era obviamente en Washington D. C. El clima no era tan diferente de dónde vivía pero la diferencia era que acá si hacía frío todo el día. Sentía que de milagro no había vomitado en el avión

Odia los vuelos, odia todo lo que tenga que ver con ellos, por dos razones principales, la primera eran sus mareos junto con las ganas de vomitar, y la segunda era que no se sentía seguro volando y dejando a su familia atrás, la última vez que lo hizo perdió a sus hermanas.

Después de caminar como un muerto viviente por los pasillos, llegó con éxito a la sala principal, ahí vio a su objetivo, era alto con una piel opaca, ojos como un color miel, y el pelo tan negro como los ojos de la capital mexicana, Moscú era el objetivo de Ciu, sería fácil al ver que Pekín, como era costumbre, estaba a su lado »¡pan comido!« pensó alegre mostrando una energética sonrisa.

[...]

Las horas pasaban como una eternidad, Rusia no hacía nada más que estar acostado en el sofá mirando el techo, tenía los ojos cansados y algo hinchados que se podían ver a simple vista, China por otra parte se preparaba un té de manzanilla, ella también tenía los ojos hinchados la diferencia era que en sus mejillas seguían cayendo lágrimas a montones.

-красный, если ты будешь плакать завтра, ты даже не увидишь, как они опухнут [roja, si sigues llorando mañana ni siquiera vas a poder ver de lo hinchado que estarán]- dijo Rusia escuchando a su amiga sollozar -既然你不希望我哭,如果他们整个星期都要求我们拍照以假装我们很好,而最让我伤心的是他们为了最安全的事情强迫我们接吻,把它送给我的宝贝![como no quieres que llore si nos pidieron fotos a lo largo de esta semana para aparentar que estamos bien, ¡y lo que más me duele es que nos obligaron a besarnos para lo más seguro, mandárselo a mi bella mujer y anunciarlo como una relación al mundo!]-

Volvió a llorar más fuerte, China era el doble de dramática que él, pero no la culpaba, su teoría tenía demasiada razón, y ellos estaban ahí sin poder hacer nada o decirles a sus parejas que todo eso era mentira, lo que más le daba pendiente a Rusia era que México se encerrará en su habitación todo por no querer que sus hijas lo vieran llorando, y lo que más odiaba de si mismo ahora era que lo más posible era que había hecho llorar a su luciérnaga.

Tú y yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora