45. El regreso

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45.

El regreso

Estaba parado frente a la chimenea que lo llevaría directo a Hogwarts. No habría plataforma, o tren de está vez, simplemente una chimenea, unos polvos flu y estaría en el colegio, donde se esperaba que cumpliera una misión, mientras el tiempo corría en su contra. No tenía noticias de Narcissa, en absoluto, estaba tan en blanco con respecto a eso como cuando había llegado a su hogar.

Hogar. Ese lugar carecía de cualquier cosa que lo hiciera recordar a un hogar. Ahora solo era la morada y el centro de reunión de un sádico y de sus acólitos, tan sádicos como él. Principalmente su tía demente. Aún recordaba con horror y asco la noche anterior. Aún sentía su cuerpo con lentitud, como si le costara obedecer sus propias órdenes. Cuando Bellatrix se fue de su habitación, pasada la madrugada, rompiendo por fin el hechizo que lo mantenía aferrado a su voluntad, estuvo mirando el techo de su habitación por lo que parecieron horas. Podría ejercer su propia voluntad, pero no lo hizo, porque de todos modos no se sentía libre, jamás lo haría.

Sin más demoras o sin detenerse a pensar mucho en lo que estabas por hacer y en lo que eso significaba, soltó los polvo flu en la chimenea, dijo el nombre de su destino y entró en está, para aparecer en el colegio. Salió de la chimenea, y la Profesora Minerva estaba esperándolo para darle la bienvenida .

— Señor Malfoy... — la elocuencia con la que estaba hablando la bruja murió al momento de verlo. Seguramente se veía tan mal como se sentía. Pero la mujer no hizo ningún comentario al respecto, de lo contrario, prosiguió con lo que la había llevado ahí — estaba esperando su llegada. Su padre nos ha notificado que se retrasaría en la reincorporación debido a que ha tenido un percance en su hogar. ¿Está todo bien? — la voz de la mujer fue sugestiva al usar el término de percance, como si ella supiera que algo estaba sucediendo, como si casi esperase que él dijera algo, y Draco se sintió terriblemente tentado a hacerlo.

Tropezó con las palabras, mientras su mente iba a mil tratando de organizar sus pensamientos, hasta llegar a una clara y lógica conclusión. No podía decir nada.

— Está todo perfecto. — devolvió con desdén. — No necesita preocuparse. — espetó, ya moviéndose para salir de la sala que usaban para llegadas tardías a través de la chimenea directamente desde la casa de los estudiantes.

— Se equivoca usted si cree que no nos preocupamos con nuestros estudiantes. Siempre lo haremos, por más que los propios estudiantes muestran desinterés en eso — devolvió la mujer, con el semblante tan erguido como siempre, y una mirada preocupada en su rostro.

— Estoy seguro de que si — fue su corta y pragmática respuesta antes de salir del lugar, levitando su baúl a su costado.

Agradeció en silencio que fuera hora de clase y ningún estudiante deambulaba por los pasillos. Detestaba la idea de algún incómodo encuentro, principalmente con una bruja de Gryffindor que podía prevenir que tendría muchas preguntas y probablemente muchas ganas de matarlo. Camino con la cabeza en alto hasta su casa, mismo cuando sentía que no podía más. Trato de no arrastrar los pies, cuando todo lo que quería hacer era dejarse caer en cualquier lugar y cerrar los ojos. Pero sabía que no podían dormir, al menos estaba libre de su tía, no entraría en su mente por un tiempo, pero eso no facilita que durmiera bien de todos modos. No lo había hecho hace mucho, y luego de haber sido forzado a matar a la hija de muggles, y a acostarse con su tía, estaba seguro que no dormiría bien por décadas. Pero había una forma de hacerlo. Había alguien que lograba calmarlo de un modo casi impensable. La bruja en cuestión disipaba todos sus dolores, tanto físicos como mentales.

Draco Malfoy - Dramione (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora