42. Quién vive, quién muere

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Quién vive, quién muere


Draco contuvo la respiración, no le gustaba para nada lo que acababa de decir Voldemort. Había escuchado algunas cosas de los ritos de iniciación pero nunca era nada cierto y se pasaba de boca en boca hasta perderse la verdad.

Sabía que Lord Voldemort estaba esperando una respuesta, así como su tía y su padre, este último lo miraba con una mueca de disgusto tallada en el rostro. Abrió la boca para decir algo, cualquier cosa que sonara alentadora o emocionada, pero en cuanto las palabras atravesaron sus labios se arrepintió.

— Mañana debería estar en Hogwarts... — dijo en tono tan bajo y lastimoso que sintió ganas de golpearse ante su estupidez. Pero estaría mintiendo si dijera que no esperaba que todo ese maldito infierno terminara. Que una temporada en el Colegio de Magia y Hechizeria le hiciera olvidar quién era y lo que tenía que hacer. Olvidarse de sus problemas y de sus miedos. De su madre, de la serpiente que se deslizaba por toda su casa, de los gritos que perforaban el silencio de su hogar por las noches, del jardín que su madre siempre se había empeñado en mantener impecable y que ahora estaba fétido y maltratado. Tenía miedo de regresar a Hogwarts, de no poder hacer frente sus compañeros y profesores, de que todos vieran la farsa que era, de que descubrieran que era un mortigafo y lo enviaran directo a Azkaban... pero más miedo que eso, tenía la patética esperanza de poder regresar y hacer de cuenta, por un momento, que todo había sido un mal sueño.

— No te preocupes por eso. Ese estúpido colegio en breve no servirá para nada. Pero regresarás. Regresarás dentro de unos días y tendrás una misión muy importante.

Voldemort se había parado en todo su altura y camino con sus pies descalzos hasta Draco. El rubio no había podido despegar ojo de los pies del mago oscuro, que se arrastraban, igual que su víbora, por el mármol milenial de su mansión. Sus pies, así como su rostro, era de un blanco morado, como si no hubiera sangre o vida en ellos.

Cuando el mago estuvo demasiado cerca, Draco levantó el rostro para encontrarse con esas dos horribles perforaciones en donde debería estar su nariz, pero en cambio estaba la falta de extremidad repulsiva. Voldemort apoyó la punta de su varita en el pecho de Draco, y el chico estuvo a punto de caerse. Sintió como sus rodillas se aflojaban, pero uso de todas sus fuerzas para mantenerse en pie.

— tendrás la misión más importante. Demostrarás tu lealtad y utilidad, así como la de todos los integrantes de la familia Malfoy. — las palabras, igual que todas las que salían del mago, eran arrastradas y frías. Pero el rubio sabía muy bien lo que quería decir. Una de las cosas que más lo caracterizaba siempre había sido su inteligencia, no necesitaba decirle dos veces las cosas para que entendiera el mensaje. Si no hacía lo que Voldemort quería todos ellos morirían. Su padre con quién justo ahora no se importaba en absoluto, él mismo, y lo más importante, su madre, que sabrá Merlin donde estaba y sufriendo qué padecimientos y clase de tortura por parte de esos viles magos. — Matarás a Dumbledore antes de que termine el año lectivo.

Draco sintió el peso de las palabras antes de asimilarlas. Se volteo a su señor, la sorpresa y el miedo en su rostro y sus ojos. Se forzó a seguir mirando, a seguir en pie, a no emitir palabra o sonido, a respirar tranquilo, mientras por dentro se estaba quebrando en niveles inimaginables. No podría matar al viejo director, jamás podría hacer tal cosa, y contaba solo con unos meses para eso.

Si fallaba, moriría junto a su familia; si tenía éxito y Voldemort fuera derrotado por Potter, se pudriría para el resto de su vida en Azkaban, por mortofago y asesino; si cumplía con su deber y Voldemort terminaba ganando, viviría para siempre condenado a hacer lo que ese tirano con aires de mago oscuro le ordenara.

Draco Malfoy - Dramione (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora