Draco Malfoy - Dramione (TERMINADA)

50. Rescatando a un Malfoy

50.

Rescatando a un Malfoy

Ella corría frenéticamente por los pasillos de Hogwarts, al ritmo de su corazón exaltado queriendo salir de su boca, mientras intentaba en vano ordenar su mente para poder actuar. Pero los últimos acontecimientos daban vueltas erráticas por su mente, confundiéndola y enviando temblores imparables por su cuerpo. Su varita firmemente apretada en su mano temblorosa, sus ojos nublados por las lágrimas, sus mejillas de un rosado por haber estado corriendo y llorando, todo al mismo tiempo. Dumbledore estaba muerto, la guerra había comenzado finalmente. Todos en el colegio ya lo sabían, el cuerpo del director aún descansaba en el mismo lugar a donde había caído, dejando a muchos en shock y a varios más aterrados.

Pero su mente solo tenía lugar para alguien. 

Draco. 

Repasaba mentalmente el plan una y otra vez, buscando fisuras que habían llevado a este trágico desenlace. Ahora tenía que encontrarlo, detenerlo, devolverle los recuerdos. Todo había salido mal, todo había salido caóticamente mal en tantos niveles...

— ¡Hermione! — la bruja escuchó su nombre pero no distinguió de quién procedía o de dónde. 

Se había detenido en medio de un corredor vacío mientras su corazón daba saltos, para intentar orientarse y decidir sus próximos pasos, pero no había podido hacer más que repetir una y otra vez lo que había sucedido. Draco intentando matar a Dumbledore, huyendo, para que Snape matara al director fríamente. ¿Qué había sido eso? ¿Por qué lo había hecho? Pero por más que esas preguntas también estaban en su mente lo que más le importaba era Draco. Sabía de su terquedad y que no dejaría la muerte de su madre pasar sin hacer algo, alguna tontería, y ya tenía pruebas de eso. Tenía que llegar a la mansión...

—¡HERMIONE! — alguien la tomó por los hombros y la sacudió con violencia. Era Harry, que la miraba con unos ojos verdes muy grandes, y demasiado cerca. — ¿Lo has encontrado? — preguntó su amigo, visiblemente preocupado y tan desconcertado como ella, y como Ron, que miraba de uno en otro.

— S-si — titubeo la bruja. — Está en la mansión... Draco se fue a su casa posiblemente a hacer alguna tontería. — escupió las palabras que habían estado atascadas en su garganta causándole tanto miedo como dolor. Se sentía tan cerca de perderlo, temía por él, y por ellos. Temía nunca lograr recuperarlo. — Harry, lo voy a perder... — las lágrimas bajaron calientes por su mejilla y su amigo se apresuró a apretarla contra su cuerpo tratando de consolar un poco de su dolor. — Lo olvidé y ahora lo voy a perder. Siquiera nos va a recordar....

— Tenemos que ir a la mansión — la ocurrencia de Ron fue dicha con tanta convicción que Hermione y Harry se separaron en el acto para mirarlo sorprendida.

— ¿A la mansión? — indagó un confundido Harry. — Es a donde están todos los mortifagos, donde está Voldemort... ¿Cómo pretendes enfrentarte a Voldemort?

— Si Snape es lo que todos creemos que es... — comentó el colorado y Hermione lo interrumpió.

—Un mortifago — desde hace mucho había aprendido a perderle el miedo a llamarlos por su nombre.

— Un mortifago... — aceptó el mago como si la sola mención a la palabra le diera escalofríos — todos los demás deben de saber que mató al director, incluso quién tu sabes, por lo que es muy probable que vengan aquí, queriendo invadir el colegio para... tú sabes... intentar matarte. — la idea era tan aterradoramente reconfortante como escalofriante.