VIII

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De verdad que no es tan descabellada la idea de renunciar en estos momentos. Me siento cansada tanto mental como físicamente, ya llevamos dos meses en esta travesía con el estrangulador, meses en donde ya han muerto veintisiete hombres, cada caso es igual. Aquella huella de zapato que se encontró nos dejo en claro que el asesino es hombre, pues era de talla cuarenta, y era un modelo de hace tres años que se utilizaban para trabajar en las construcciones, era tipo bota.

En unos días hay una reunión con el alcalde del pueblo, pues necesita detalles de la investigación, tanto Paola, como el Teniente y yo estaremos presentes en ella.

Hoy gracias al cielo tengo un día libre, necesitaba ese descanso. Mis planes eran los siguientes: Iría a visitar a Selene al cementerio, haría algunas compras para la casa, lo básico para sobrevivir, también iría a casa de mis padres para pasar un rato con mi familia y en la noche iría a comer con Peter, en plan de amigos.

—Hola—acaricie la lápida de mi mejor amiga—Todo ha estado muy loco.

Solté una risa triste.

—Nunca me hubieras creído que habría un asesino en serie en el pueblo. He trabajado mucho últimamente, pero sigo amando mi trabajo, también hay un Teniente que me ha estado haciendo la vida imposible, pero no es nada que no pueda sobrellevar. Te traje tus flores favoritas, vendré después a visitarte.

Salí del cementerio y me subí a mi motocicleta, mi gran alidada, fui al mercado donde compre más comida, algunas cosas que hacían falta y mis implementos de aseo. Volví a casa para organizarlo y también aproveché para limpiarla, pues estaba algo descuidada. Cuando ya me iba a duchar para ir a casa de mis padres recibí una llamada que me hizo cambiar de planes.

Pero relájense, hoy es mi día libre así que no hay trabajo. Era mi padre para avisarme que haría una cena con su gran amigo Joe, a quien no ve hace varios años, así que me dijo que fuera y llevara a Peter conmigo, invitación que acepté y le avise a mi amigo.

Después de ducharme escogí mi vestimenta para la cena, la cual consistía en un vestido rojo vino, que llegaba a unos dedos arriba de mi rodilla, dejaba mis hombros al descubierto con el escote en forma de bandeja, así que se me veían mi pequeño tatuaje, en el hombro izquierdo yacían cuatro diminutas estrellas que hacían representación a mi familia, con una media luna que me representa a mi.

En mi antebrazo derecho también tengo una flor que enrolla entre sus ramas mi fecha de nacimiento en números romanos V-XII-XCIII (Cinco de Diciembre del Noventa y Tres). Me gusta la tinta, pero no que digo que soy super fan de ella, así que son los únicos tatuajes que tengo.

Acompañe el vestido con unas sandalias negras no muy altas y recogí mi cabello en una coleta con algunos mechones por fuera, mi maquillaje era sencillo, lo único que resaltaba era mi labial rojo y mis ojos azules por el rímel. Cuando ya estaba lista tome las llaves del auto para ir por él, pues en vestido no podía llevar la motocicleta. Recogí a Peter en su casa y emprendimos viaje a casa de mis padres, al llegar allí dejé el auto afuera y bajé de él para caminar hacía la entrada, tocamos varias veces hasta que mi madre abrió.

—Hola, ma—la saludé dándole un beso en la mejilla.

—Hola, Ale.

—Señora Beckham ¿Cómo está usted?—preguntó mi compañero.

—Oh, Peter, sabes que puedes llamarme Rose.

—Lo siento, Señ...Rose, es que no me acostumbro.

—Ya siete años y no lo has hecho—se burló mi madre.

—Mejor entremos—intervine, pues conozco a Peter y sé que siempre le dio pena hablarle tan amigablemente a mi madre.

—Si, tu padre esta feliz por ver a Joe.

—¿Y con quién viene Joe?—cerré la puerta a mis espaldas.

—Con su esposa...

—¿Esposa? ¿Ella no había muerto hace como quince años?—no pude evitar preguntar.

—Así es, pero se volvió a casar hace seis años, viene con su esposa y su hijastro.

—¿También tiene un hijastro?

—Si, todo en la vida de Joe cambió.

—Y demasiado, voy a ver si papá necesita ayuda—cuando iba a ir el timbre de la casa sonó—Yo voy, mejor tú ve y le avisas a papá que ya llegaron.

—Si, acompáñame Peter.

—Si Señora—se perdieron en el corredor, yo por el contrario fui a abrir la puerta.

—Mierda—en cuanto abrí la puerta, esa palabra se escuchó saliendo de esa boca, cosa que me hizo soltar una pequeña risa.

—Teniente, el que no quiere sopa se le dan dos tazas—dije divertida.

—¿Usted que hace aquí?

—¿Se conocen?—preguntó el hombre canoso que estaba a su lado.

—Joe, que pena contigo no saludarte ¿Cómo has estado?

—Bien—dudó al hablar, de seguro no me reconocía.

—Soy yo, la pequeña Lexi—le sonreí.

—Oh, querida, pero de pequeña ya no tienes nada, ven aquí y dame un abrazo—gesto que hice con todo el gusto.

—Solo han sido diez años sin vernos.

—Demasiados. Mira, te presento a mi esposa Amanda, y él es su hijo Matheo. Ella es Lexi, la hija mayor de Harry.

—Un gusto, soy Amanda Wilson—la señora me estrechó la mano.

—Yo soy Alexia Evans, el gusto es mío—le sonreí.

—Matheo, preséntate por favor—le pidió su madre.

—No se preocupe—dije cuando vi que rodaba los ojos—Sigan que mis padres los están esperando—les dejé espacio.

—¿De qué se ríe?—la voz del Teniente me detuvo.

—De que usted se hace ver como un hombre temeroso, y su madre tiene que decirle que se presente—me reí con más libertad.

—¿Le hace mucha gracia?—su cuerpo se fue hacía mi, acorralándome contra la pared, solo para intimidarme, cosa que no logró.

—Si ¿No ve que me estoy riendo? Creía que la ciega era yo.

—Usted de verdad que tiene ovarios, a mi nadie me responde así...

—¿Pasa algo aquí?—la voz de Peter me hizo girar hacía él, y darme cuenta de que el Teniente y yo estábamos demasiado...juntos.

—No, el Teniente se tropezó cuando iba caminando hacía el comedor, al parecer tiene dos pies izquierdos ¿Verdad, Teniente?—le di varios golpecitos en el pecho.

—No tengo que explicar lo que hago y lo que no—dijo para separarse de mi de golpe e ir al comedor.

No pude evitar rodar los ojos ante su comportamiento grosero, a lo que Peter solo me dio una sonrisa divertida, pues conocía al Teniente y mi desprecio hacía él, preferí dejar pasar lo que acaba de pasar, y también voy al comedor, además tengo hambre.

Diario de una Forense©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora