XXI

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Han pasado cinco días, solo cinco, e igual siento que casa día es como un mes, realmente lento, aunque estos días han sido tan diferentes, nada comparados a mis últimos meses, y todo debido a una sola persona, exactamente, Matheo O'Connor, si señores, realmente hay mucho cambio. De ese hombre arrogante y grosero que conocí ya no queda nada, ahora es tan lindo, bueno no muy lindo de forma empalagoso, si no que ahora es tan atento conmigo, incluso se ha quedado en mi casa estos cinco días, todo ha estado de maravilla.

Aunque, la verdad saben que mi vida nunca puede ir muy bien, ya llevábamos varios días sin víctimas del estrangulador, pero hoy cambió eso, preciso cuando Matheo y yo estábamos almorzando de lo más feliz, pero recibimos una llamada de Paola, así que el almuerzo se arruinó.

—De nuevo volvemos a esto—comento.

—Lo sé, esperemos atrapar pronto al asesino, tengo el presentimiento de que lo haremos.

—¿Por qué?

—Mi instinto de Policía me lo dice.

—Ojalá tenga razón ese instinto—sonrío.

—Verás que si, mi pequeña Lexi—ahora me dice así, y sabe que me molesta.

—Que no me digas así.

—¿Por qué mi pequeña Lexi?—se burla.

—Cállate.

—Claro que no.

—Matheo—advierto.

—Así me llamo.

—Ponte serio—me quejo.

—Estoy serio.

—Le voy a contar a todos que me llamas pequeña Lexi y me haces pucheros cuando no te abrazo en las noches.

—Juegas sucio—entrecierra sus ojos negros.

—Lo sé—sonreí victoriosa.

—Mejor vamos a trabajar.

Bajamos del auto al llegar al lugar indicado, obviamente había mucha policía y pues el equipo de Paola, caminamos hasta donde está el cuerpo, realmente la casa es muy grande, se ve que sus dueños tienen demasiado dinero, pero no entiendo cómo el Estrangulador llegó hasta aquí. Ya veía el cuerpo a lo lejos, me iba poniendo los guantes de látex al caminar, pero en cuanto estuve junto al cuerpo, pues literal he quedado tiesa yo también.

—Mierda—murmura el Teniente.

—Esto no puede ser verdad. Nadie sabía que se encontraba aquí en Brooklet—niego con mi cabeza.

—El Estrangulador si.

—Su cuerpo dice que lleva más de dos días muerto.

—¿Dos?

—¡Paola!—ella llega a mi—¿Cómo encontraron a este hombre aquí?

—Los vecinos reportaron que comenzaba a salir un olor muy feo, y estaban preocupados ya que la luz del salón siempre estaba prendida, de día y de noche.

—Bien, que suban el cuerpo al auto, por favor, es obvia la causa de muerte, la de siempre.

—Si Doctora.

Ella sale de ahí y nos deja de nuevo solos a nosotros dos, nos miramos de nuevo con cara de preocupación. Sabemos muy bien que nadie sabía que Manolo Casillas se encontraba aquí, es un pueblo pequeño, el chisme se hubiera corrido, pero no lo hizo durante estos cinco días, y ahora aparece muerto, a manos del Estrangulador, demasiado extraño.

—Solo nosotros tres lo sabíamos—murmuro.

—Ese intento de policía no sería capaz de esto, no tiene las agallas.

—Entonces eres tú.

—Claro que no. Lexi estuve contigo estos cinco días, hasta trabajamos juntos ¿Cómo iba a matar alguien y tú no te darías cuenta? Si sé que dije que iba a pagar, mi pensado era golpearlo hasta que quedará inconciente, pero matarlo, igual que el Estrangulador. Es un asesino que estoy buscando.

—Lo sé, si tienes razón, estuvimos juntos todo el tiempo, es imposible que alguno de los dos lo hubiera hecho.

—El Estrangulador es un hombre, tú quedas fuera de las sospechas, yo estaba contigo, así que también quedó fuera de las sospechas, el único sospechoso es él.

—No, Peter no puede ser un asesino en serie.

—Es el único sospechoso en estos momentos.

—Hay que investigar bien, no nos apresuremos.

—¿No quieres que tu ex novio vaya a la cárcel?

—No se trata de eso Matheo, es amigo de la familia.

—Eso lo vuelve más sospechoso.

—¿Qué?

—Todo comenzó desde que Selene murió, el Estrangulador nació para vengar su muerte, y vaya sorpresa que Peter era amigo de Selene.

—No voy a escuchar más.

—Sabes que si es verdad, que él si puede ser el Estrangulador.

—Lo dices porque te cae mal.

—Esto no es personal, es laboral. Él tiene todo para ser el asesino, ni siquiera te ha buscado estos cinco días, aún sabiendo lo que te pasó, porque así sepa que estás comigo él te llamaría para saber cómo vas, pero no lo hizo, incluso nadie sabe nada de él, quizás porque estaba muy ocupado buscando a Manolo, matándolo.

—No más, por favor.

—Solo piénsalo, Lexi.

—Voy a mi casa, no quiero trabajar este cuerpo.

—Entiendo el porqué, no te preocupes, yo me encargaré de algunas cosas aquí e iré a mi casa. Cualquier cosa me llamas.

—¿No vendrás a casa en la noche?

—No quiero molestarte, sé que estás un poco afectada.

—Ven a dormir conmigo hoy.

—¿Segura?

—Si, te espero en la noche—le di las llaves, en casa hay una copia bajo el tapete.

—Vale—deja un beso en mi frente.

Pido un taxi, por obvias razones, para así llegar a mi casa, cuando entre por la puerta seguía pedida en mis pensamientos, pero ya con paz y silencio, en mi cama, con mi pijama ya puesta, desde temprano, comencé a atar cabos y a unir las piezas. Selene y Peter siempre se llevaron muy bien, incluso entre ellos eran mejores amigos, se querían demasiado, tanto él como yo no pudimos llorarla desde el principio por nuestros trabajos, pero él peleó para poder tener ese caso, necesitaba estar al tanto de todo, y cuando se encontró el cuerpo de Dan, él fue el primero en saber quién era el asesino de nuestra amiga, fue el primero en llegar a la escena del crimen y me llamó. Allí mismo me dijo que sentía mucho lo de Selene, pero no se veía mal, quizás porque estaba tranquilo al saber que vengó a su amiga.

—Mierda y mil veces mierda.

Es policía, sabe muy bien que hacer para no ser descubierto, ha trabajado con asesinos, ha descubierto sus errores y los ha atrapado. Sabe que error no cometer, realizó crímenes perfectos.

Escucho la puerta de abajo abrirse, ni me di cuenta que ya literal se estaba empezando a oscurecer, solo sigo acostada mientras pasos se escuchan en las escaleras, Matheo se quita la ropa sin encender la luz ni nada, se recuesta a mi lado.

—Hola.

—Hola.

—¿Cómo vas?

—Bien.

—¿Segura?

—Si.

—¿Ya comiste algo?

—Si, un sándwich—mentí.

—¿Te pasa algo?

—No, solo quiero descansar, abrázame para dormir ¿Si?—hice un puchero.

—A eso no me puedo negar—sonríe.

Sus brazos son mi lugar seguro, mientras pienso en sí de verdad estuve tantos años con un asesino.

Diario de una Forense©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora