A pesar del que El estrangulador no ha hecho de sus hazañas últimamente, no pueden dejar de investigar, ya van casi quince días sin encontrar algún cuerpo, lo cual ha sido bueno, pues no he tenido trabajo estos días, así que he descansado un poco. Hasta ayer que una señora ya de edad llegó a mi mesa, Paola no encontró algo que pudiera ayudar, así que todo estaba en mis manos.
—Muy bien, comenzáremos con esto—acaricie su cabello.
Era una mujer de unos cincuenta o sesenta años. Cabello totalmente cubierto por las canas, ojos color miel y piel algo bronceada. Según su expediente médico sufría de diabetes y de artritis (enfermedad en los huesos)
Empecé quitando su ropa y guardándola en una bolsa ziploc, después lavé su cuerpo y comencé con mi trabajo. Abrí el cuerpo y revisé cada parte de su cuerpo, hasta lo más profundo para encontrar algo que ayudara, y por suerte lo encontré. En su estómago encontré un rastro de cianuro ¿Cómo sé que es cianuro? La verdad es que antes tuve otro cuerpo de un chico que se suicido con cianuro, lo venden en una pastilla morada con negro, la pastilla se abre en el cuerpo expulsando el cianuro, pero queda intacta, el ácido estomacal no le causa ningún daño. En su esófago también encontré una bolita de papel, se atoró y seguro la asfixio mientras que el veneno hacía efecto, tome el papel y lo abrí.
"Doctora;
Su trabajo es de admirar, no puedo negarlo, pero, está usted metiéndose en terrenos peligrosos. Sabemos quien es, no se preocupe, la necesitamos viva para que siga dando nuestros mensajes a la policía, solo nos se meta más allá de lo que no le incumbe.
Espero tenga un buen día.
M. C."
¿Quién mierda es M. C.?
Miré el cuerpo de la señora, ella no tenía nada que ver en todo esto. Lo cual se creó gracias a que El Estragulador comenzara con su venganza hacía aquellos que abusaban de la mujeres.
—Doctora Evans—me sobresalte al ver a Alice en la puerta.
—¿Qué pasa?
—El Teniente Wood está aquí, por el caso de la señora—me señaló el cuerpo.
—No he acabado con ella, que me espere afuera hasta que acabe—tenía la nota en mi espalda.
Si yo llegaba a decir algo sobre la nota me harán dejar mi trabajo para protegerme, y lo que menos quiero hacer es dejar mi trabajo, amo lo que hago y no voy a dejar que esos hombres me lo quiten.
—Si señora.
—Gracias.
Guarde la nota en mi bolso y seguí con mi trabajo, necesitaba terminar con eso rápido para darle el informe a Peter. Una media hora o más después ya tenía todo listo, guarde el cuerpo en el cajón y salí de la sala.
—Teniente Wood.
—Doctora Evans, soy el encargado del caso de la Señora Jules Highins.
—Si. Ella murió a causa de un envenenamiento por cianuro, también tragó una bola de papel que lamentablemente resbaló por el esófago hasta el estómago en donde se desintegro con el ácido estomacal.
—En su casa se encontró una nota, fueron los mismos que mataron a la anterior chica, los que explotaron la casa la vez pasada. Quieren al Estrangulador, como sea—me tensé de inmediato ante la declaración.
—Esto se esta convirtiendo en una guerra donde saldrá mucha sangre regada.
—Así es. La familia vendrá mañana por el cuerpo.
—Alice estará aquí si yo no.
—Ok, muchas gracias.
—Adiós.
—Adiós.
Lo vi salir por la puerta principal, me giré hacía Alice que estaba arreglando unos papeles, me acerqué a ella.
—Alice, si mañana no estoy y vienen por el cuerpo de la Señora Jules Highins, por favor entréguelo.
—Si señora ¿Algo más que necesite?
—No, voy a limpiar para poder irme, si quiere puede irse, yo cierro.
—Si señora, muchas gracias.
Solo asentí para después adentrarme de nuevo a la sala, limpié mi lugar de trabajo, también me saqué mi bata para dejarla en el lugar de siempre. Salí de la morgue, antes le puse el seguro, porque aunque no lo crean a las personas les gusta meterse en la morgue y llevarse los cuerpos para hacer no sé que cosas con ellos.
Al salir de allí decidí que tenía que entretenerme un poco, escapar un poco de esta vida tan agitada que llevo últimamente, sobre todo con las amenazas que me han llegado. Definitivamente necesito un trago, urgente. Llegué a un pequeño bar en donde me senté en una mesa de un rincón y pedí una botella de Whisky.
En estos momentos solo sé una cosa, he tomado demasiado, de verdad que nunca había bebido tanto, la gente en el bar están de un lado a otro, bailando, peleando y comiéndose mutuamente, pero yo soy la única que está sola y quieta.
—Buenas noches—mis ojos se entrecerraron hacía el hombre que está enfrente de mi, una sonrisa divertida se hace presente en mis labios.
—Buenas noches, Teniente.
—¿Puedo hacerle compañía?
—Pues si quiere—le señalé la silla que estaba sola.
—Al parecer si quiero—se sentó—Dígame qué hace aquí sola.
—Quería despejar un poco mi mente—me encogí se hombros.
—¿Con una botella completa de Whisky?
—Eso sirve, a veces.
—¿Le está sirviendo en estos momentos?
—Un poco—confesé, sincera.
—¿De qué tiene que despejar su mente?
—Me tengo que ir casa.
Pasada de tragos puedo decir o hacer cosas que no debería.
—Yo la llevo, no puede manejar en este estado.
—De todos modos no traigo auto, por mi tobillo—señalé el mencionado, con una sonrisa.
—Entonces vámonos.
Salimos del lugar—había pagado la botella antes—subimos al auto del Teniente, manejó en silencio hasta mi casa, la verdad es que yo tampoco quería hablar, iba con mi vista en la ventana, solo puedo pensar si esa gente me puede hacer daño, si es bueno ocultar esta información, podría recibir ayuda, es claro, pero también tendría que esconderme hasta que atrapen a alguno de esos, y no lo quiero.
—Doctora, ya llegamos, no se duerma—no me estaba dando cuenta que mis ojos se estaban cerrando.
—Lo siento.
—Venga, vamos adentro.
—Yo puedo sola, no se preocupe.
—¿Segura?
—Si—con su ayuda bajé del auto, pero al hacerlo quedamos demasiado cerca.
Su aliento chocaba con el mío, mi mirada fue a sus labios y después a sus ojos negros, los cuales me hicieron caer. Lo tomé del cuello de la camisa para acercarlo más a mi y unir sus labios con los míos en un beso algo desesperado, aunque él tardó un poco en responderme lo hizo, nuestras lenguas danzaban con una melodía que ni sé si existe, pero al reflexionar lo que estaba haciendo lo separé de mi de inmediato, casi de un empujón.
—Yo... ¿Qué estoy haciendo? No sé...—no dije nada más y tampoco esperé respuesta, pues corrí hacía mi casa.
Al entrar a ella me di una cachetada mental, pude besar a cualquier hombre en ese bar o en la calle, incluso al taxista que me pudo haber traído, pero no, tuve que besar al Teniente O'Connor, a ese hombre, metí la pata hasta el fondo.
¿Qué hiciste Alexia? ¿Qué hiciste?
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Diario de una Forense©
Mystery / ThrillerUn Pueblo. Un Asesino en Serie. Una Investigación. Un Teniente. Una Forense. Y un Caso Cerrado. Todo aquello que suceda en el pueblo estará grabado con tinta en el Diario de una Forense. Esta historia es completamente mía, no se permiten copias o al...