XX

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—¡Evans!

Me sobresalto al escuchar mi apellido, estoy dentro del auto de Peter, no dejé que pidiera alguna ambulancia o algo, porque prefiero que esto quede de forma privada para más seguridad.

—¿Qué putas pasó?

—Nada que te importe, o hubieras estado aquí—escupé Peter con rabia.

—Cállate Wood.

—¿Qué me calle? ¿Por qué tengo que callarme? Más en este momento, cuando Alexia estuvo en peligro.

—¿Qué te hizo?—me preguntó está vez a mí.

Nada salió de mi, no podía formar una palabra coherente.

—Dime qué te hizo, Alexia.

—Nada.

—¿Nada? ¿Nada Alexia?

—Peter ya, de verdad—murmuro por lo bajo.

—No, ya nada ¡Estuvo a nada de violarla! ¡Cuando llegué la tenía casi desnuda!

—¡Que te calles!—estallo.

—Hijo de puta, lo voy a matar ¡Joder!—la verdad ni veo que golpea porque estoy mirando hacia el suelo.

—Ahora si vienes a preocuparte por ella ¿No?

—Te llevo a casa, Alexia—como siempre ignora a Peter.

—No te la llevas a ningún lado.

—Mira Wood, será la única vez que te voy a decir esto; no te metas en la vida de Alexia, ya acepta que ustedes terminaron, ya no hay nada, tienes que superarla así como ella ya te superó. No te pases de sapo.

—Voy a llamar a tu mamá, para que vaya a tu casa y este pendiente.

—No, nadie tiene que saber de esto, solo nosotros tres lo sabemos, y nos lo llevaremos a la tumba ¿Entendido?

—Si—me responden al tiempo.

—Bien, ya me quiero ir a casa.

Subo al auto del Teniente un poco decaída podría decir, escuché muy bien la llamada, sé que estaba haciendo y el porqué no me contestó las llamadas, cuando necesitaba su ayuda él solo de andaba revolcando con otras. No son celos, yo no tendría que sentir eso, nosotros no tenemos una relación o algo así, solo nos acostamos una vez, nos coqueteamos también, pero no es nada oficial, así que cada uno puede hacer con su vida lo que quiera.

—Lo siento—lo escucho decir unos minutos después de arrancar el auto.

—Ujum—es lo único que puedo responder.

Su mano intenta acariciar mi muslo, pero cruzo mi pierna evitando que haya contacto, mi mirada queda en la ventana sin prestarle atención, solo necesitaba descansar y no verlo más. Llegamos a casa, agradezco de forma cordial y salgo del auto, camino hasta la puerta para poder abrirla, pero mi mano es detenida por la suya.

—Perdóname por favor, Evans.

—Ya lo perdoné, Teniente, ya puede irse.

—Hazlo de corazón. Yo sé que soy un hijo de puta, no estuve para ti cuando más me necesitabas, de verdad siento mucho eso. También sé que piensas que andaba con otras, pero no era así...

—No tiene que explicar nada, puede irse ya.

—Quiero hacerlo, Alexia, yo no estaba con otras, sí, se escuchaban risas de mujeres en la llamada, pero no era porque yo estaba cogiendo con ellas, solo era trabajo.

—Trabajo—solté una rida amarga—Ya mejor déjeme descansar, Teniente.

—Estaba en medio de una investigación, trata de blancas, la competencia de Manolo, hay un bar aquí donde tienen a menores de edad, yo estaba ahí con otros compañeros, por eso no contesté, pero en cuanto vi tantas llamadas tuyas no dude en llamarte poniendo en riesgo la investigación, peor cuando escuché a Manolo y tú pidiendo mi ayuda, yo dejé botado mi trabajo solo por venir a ver cómo estabas, en realidad venía a matar a ese desgraciado, pero ese intento de policía no pudo ni retenerlo.

>>Sé que no me vas a creer esto, pero desde que estuvimos juntos en tu cumpleaños no he vuelto a estar con otra mujer, ha sido el mayor tiempo en abstinencia, literal, porque sé que ninguna otra mujer me hará sentir como tú lo hiciste, mierda si antes andabas en mi cabeza todo el tiempo, ahora te tengo en mi puto cuerpo también, tus huellas no se han borrado, por eso en cuanto Manolo me dijo esas cosas la sangre me hirvió, no sé ni cómo manejé hasta aquí tan rápido, el bar es casi al otro lado, pero el solo imaginar que sus asquerosas manos te iban a tocar, pues mi cabeza no razonaba, solo actuaba. Perdóname Lexi, por favor.

PUTA MADRE.

Mi mente está en blanco, no puedo procesar todo esto que acabo de escuchar, este hombre literal me ha dejado sin palabras, jamás visto la verdad, siempre tengo algo que responder, pero hoy no, yo solo puedo mirarlo a los ojos, ese negro me está llevando a otro planeta.

—En este momento estás afectada, lo sé, realmente odio que tuvieras que pasar por eso, por lo tanto no te voy a presionar para que respondas algo, solo mejor entra ya, descansa, cierra todo muy bien, no puedo poner seguridad a tu disposición ya que no podemos decir nada, pero igual seré tu guardaespaldas personal, llámame, que no tardaré más de un segundo para responderte.

—Quédate conmigo—me escucho decir.

—¿Qué?

—No quiero estar sola, por favor.

—¿No quieres estar sola o quieres dormir conmigo?

—Matheo—advierto.

—Bien ya, me quedaré contigo.

—Gracias.

—Gracias a ti más bien.

Entramos a la casa y subimos directo a la habitación, aproveche para darme un baño, realmente lo necesitaba, intentaba no pensar en lo sucedido, era un poco difícil, pero lo estaba logrando, al ya estar limpia me vestí con mi pijama, al salir del baño el Teniente ya me esperaba en la cama, recordaba cual era su lado, sin pensarlo me acerqué y me metí debajo de las cobijas que estaban ya calientitas, dándole la espalda obvio, no estaba muy pegada a su cuerpo, por pena, muy grande y contestona la niña, pero le dan pena pegarse al hombre que ya está en su cama, y quién literal ya le vio el alma.

La cama se hunde más en mi parte cuando él es quien se acerca, su mano acaricia con cuidado mi brazo y deja un beso en mi cabeza, me hace girar para quedar cara a cara, a pesar de que las luces están apagadas, puedo sentir su mirada en mí, esos ojos negros pueden atravesar y desarmar mis ojos azules en un minuto. Su mano deja de acariciar mi brazo para pasar a mi cara, pasa sus nudillos delicadamente pos mis mejillas y deja de nuevo un beso, pero está vez en mi frente.

—Ese hombre va a pagar lo que te ha hecho, va a sufrir, nadie queda completo si se atreve a tocarte así sea una hebra de tu cabello, te lo juro.

—Lo sé, él pagará todo.

Diario de una Forense©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora