Sabía muy bien que Matheo no vendría, el no dejaría su vida por mí, por una asesina, pero de igual manera quise venir a esperarlo un rato, quería seguir con una pizca de esperanza, porque es lo último que se pierde ¿No? Estoy en la entrada del pueblo, el gran cartel diciendo "Bienvenidos a Brooklet" era mi única compañía, este lugar está a unos quince minutos del pueblo en auto, solo lo rodeaban bosques, peligroso creerían todos, pero no, este pueblo nunca ha sido peligroso, hasta que aparecí yo.
Cuando ya estaba a punto de subirme a mi auto, a lo lejos pude ver dos luces de otro auto, no me emocioné porque podría ser cualquiera, ya habían pasado como dos autos antes, solo saludaban, no era nada extraño que la gente del pueblo viniera a este lugar a pasar un rato y tomar aire. Pero esa idea se descartó, cuando reconocí ese auto, mierda si vino, al final lo que sentía no era verdad.
Se estacionó y luego bajó del auto, caminó hacía mí con zancadas grandes, su mirada nunca dejó la mía, podía ver las bolsas bajo sus ojos, no había dormido nada desde que se fue de mi casa, lo sabía muy bien.
No sé cómo mis pies se movieron solos hacía él, mis brazos se enredaron en su cuello, y sin pensarlo uní nuestros labios en un dulce beso, Matheo respondió de la misma manera, no era un beso como los de siempre, lleno de deseo, en este nos tomamos el tiempo de disfrutar cada segundo, de decirnos todo sin emitir una palabra, fue un beso diferente, era el beso que me demostraba que ya todo estaba empezando a cambiar y que quizás si podríamos ser felices.
—Si viniste—murmuré al separanos.
—La verdad no sé que hago aquí.
—¿Entonches por qué viniste? ¿A despedirte? Ya lo hiciste.
—No, Lexi, yo iré contigo.
—¿Vendrás conmigo?—pregunté sorprendida.
—Si, yo lo pensé como me dijiste y...
—Entonces vámonos ya—apuré, no quería correr riesgos.
—Déjame decirte algo primero, quiero confesar todo antes de comenzar de cero.
—Bueno dime.
—Si, me enamoré, de mi compañera la que me caía mal, nunca fuiste de mi agrado, pero no sé cómo poco a poco me robaste el corazón. Te amo Lexi, de verdad que te amo demasiado, y me duele hacerte esto—suspiró.
—Ey de qué hablas...—no pude terminar de hablar cuando escuché varios pasos entre los árboles, no tuve que pensar mucho para saber que era—Me entregaste.
—Perdón...
—¿Cómo putas me dices que me amas? No hubieras dicho nada.
—Te amo y me duele hacerte esto.
—¿Entonces por qué me lo haces Matheo?
—Porque no puedo vivir con una asesina.
—¡Quieta! Alexia Evans queda detenida por homicidio—un policía me tomó los brazos por la espalda con las esposas, no puse resistencia en ningún momento.
—Ya lo hiciste O'Connor—volví a hablar—Dormiste con una asesina, tuvimos sexo en la morgue, enfrente de los hombres que yo maté con mis manos, eres mi cómplice de alguna u otra manera.
—No lo soy. Pagarás por cada asesinato.
—Y tu mente pagará por cada beso, cada abrazo, cada sesión de sexo, serás tú mismo quien se vaya acabando solo—escupí con rabia.
—Todo lo que diga será usado en su contra señorita.
—Te odio Matheo O'Connor ¡Te Odio!
—Y yo te amo Alexia Evans, yo si te amo.
Mientras me llevaban a auto de la policía podía mirarlo a lo lejos, yo confíe en él, algo me decía que no me iba a entregar, pero eso me demuestra que aquel que vive confiado muere traicionado, y mi mismo subconsciente me traicionó también al hacerme la esperanza de qué Matheo no me entregaría, no puedo confiar en mí.
Viendo al policía manejar hacía el pueblo de nuevo solo pensaba una cosa, una cárcel tampoco es castigo para mí, no puedo ser hipócrita, yo hice demasiado daño, y no puedo ir a la cárcel, quería escapar, si, para olvidar todo, pero ese feo lugar al que me llevan antes me hará recordar cada cosa, así que tendría que buscar alguna solución o salida a todo esto.
La encontré.
No, eso no.
¿Por qué?
No voy a lanzarme sobre el chófer.
Es una solución, podremos escapar.
Nos mataré a todos.
Claro que no.
¿Segura?
Sí, confía en mí.
No confío ni en ti ni en mí.
Un gran estruendo me sacó de mi discusión con mi conciencia, al caer en cuenta que pasaba vi al chófer del auto muerto, por obvias razones ya nadie manejaba, así que el auto empezó a perder el control, aunque el policía que estaba a mi lado intentó volver a tomar el control, otro disparo sonó llevándose también la vida de él, tratando de ubicarme en todo esto, veo mi auto andando a nuestro lado, pero era O'Connor quien manejaba y quién había matado a sus compañeros.
Lo vi por un momento guiñandome un ojo, pero no pude prestar mucha atención ya que un gran árbol llegó a mi vista, me iba a estrellar y no podía hacer nada porque tenía mis manos esposadas, por más que me arrodille para cubrir mi cabeza de algún golpe fue en vano, pues el auto pasó por una piedra que me hizo saltar y perder mi postura, así mismo antes de volver a acomodarme choque fuertemente contra ese árbol, por estar en el puesto del medio atrás, salí a volar del auto y di varias vueltas en suelo.
Mis ojos empezaban a cerrarse poco a poco, mi cabeza y cuerpo dolía demasiado, pero antes de caer en un sueño profundo, vi una silueta grande que corría hacía mí.
—Quédate quieta—tomó mi cabeza.
—Matheo—susurré.
—Aquí estoy, te ayudaré, pero trata de quedarte conmigo por favor.
—Perdón—cerré más mis ojos.
—Doctora Evans por favor no cierre los ojos.
Por más que lo intenté no pude, mis ojos se cerraron solos, haciéndome caer en un sueño profundo, no sé si fue porque me desmayé o porque morí, pero al menos la última persona que vi fue a mi Teniente Matheo O'Connor.
ESTÁS LEYENDO
Diario de una Forense©
Mystery / ThrillerUn Pueblo. Un Asesino en Serie. Una Investigación. Un Teniente. Una Forense. Y un Caso Cerrado. Todo aquello que suceda en el pueblo estará grabado con tinta en el Diario de una Forense. Esta historia es completamente mía, no se permiten copias o al...