Cuando creíamos que El Estrangulador se había aburrido de asesinar, pum, volvió, y aunque que no lo crean, volvió más fuerte que nunca, encontraron tres cuerpos en un solo día, por esto he estado trabajando con esos cuerpos, desde ayer en la tarde he estado metida en mi sala sin descansar ni un poco, veinticuatro horas seguidas aquí han sido agotadoras, mi gran aliado a sido mi café sin azúcar.
—Doctora, ya me voy ¿Necesita algo?
—No, Alice.
—¿No creé que ya es tarde?
—En un momento me voy, váyase que yo cierro.
—Si señora.
Guarde los cuerpos en su cajón correspondiente, para después ponerme a limpiar todo, literal todo. No miento al decir que estoy exhausta, mi cuerpo y mi mente no dan más, necesito dormir, al menos por un día, seguir de largo hasta recuperar todas mi energías.
Cuando estaba secando las camillas, escuché un ruido en la puerta principal, seguro a Alice se le quedó algo.—¿Qué sucede, Alice?—pregunte cuando la puerta de mi sala se abrió a mis espaldas.
—Lamento decirle que no soy Alice—me di la vuelta, sobresaltada.
—Teniente ¿Qué...qué hace aquí?
—Dado a que me ha estado evitando, tuve que venir.
—Yo no lo he estado evitando.
—Sabe que si, lo hace desde que me besó.
—Eso fue un accidente.
—¿Un accidente? Usted se lanzó a mis labios y los devoro.
—Teniente, estoy exhausta, así que le pido que se vaya de mi sala.
—No se ponga a la defensiva, Doctora.
—No estoy a la defensiva—dije, a la defensiva.
—Si, claro—rodó los ojos.
—Yo no sé a qué ha venido, pero he estado trabajando desde hace varias horas, quiero irme a dormir a mi casa. Le agradezco si usted también se va.
—No.
—Mierda ¿Entonces que quiere?
—A usted.
Esa declaración me dejó atónita, pero a la vez también me gustó, solo que no lo demostré y me puse más a la defensiva.
—¿A mi? Le informo que no tengo ganas de meterme bajo sus sábanas, así que esta perdiendo el tiempo.
—¡Mierda!—le dio un golpe a la camilla.
—¡¿Qué le pasa?!
—¡Usted es lo me pasa! Desde que empezó a retarme, a provocarme, a darme esa malditas clases de educación, que ahora me gustan solo porque usted me las da. Peor desde que me besó, no puedo sacarmela de la cabeza, y eso me molesta.
—¡Déjeme decirle que ese beso no tuvo que pasar! No se mate la cabeza con eso, yo estaba algo pasada de tragos.
—Pero pasó.
—No sé ni cómo pasó, usted es al último hombre al que yo besaría. Un hombre grosero, mal educado, bruto, egocéntrico, machista, y que me estresa fácilmente.
Por cada cosa que le decía, daba un paso hacía él.
—Usted no se queda atrás, insoportable, que me habla como se le da la gana, estúpida que cree que me puede hacer cambiar mi forma de ser, ilusa.
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Diario de una Forense©
Mystery / ThrillerUn Pueblo. Un Asesino en Serie. Una Investigación. Un Teniente. Una Forense. Y un Caso Cerrado. Todo aquello que suceda en el pueblo estará grabado con tinta en el Diario de una Forense. Esta historia es completamente mía, no se permiten copias o al...