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Se encontraba sentada esperando a que el concejero escolar llegara y se sentara frente a ella, siendo divididos por ese escritorio donde había posado sus manos más de una vez en lo que llevaban del ciclo escolar. Era bastante incomodo y le generaba tanta ansiedad el estar sentada frente a él. Sus pies se balanceaban, una y otra vez, su mirada se posaba en la madera gastada de la mesa, mientras pensaba en que excusa pondría esta ocasión para salir de ahí sin problema alguno, sin gastar palabras de más, sin perder la energía que ella sentía carecer. Sus pensamientos se disiparon cuando escuchó unos pasos aproximarse, su corazón latía velozmente, sintió como se formaba un vacío en su estómago y su boca se secaba. Se arrepintió por dentro al no haber salido corriendo de ahí, aunque en realidad, no podría haberlo hecho, sus piernas no reaccionaban como ella quería, solo se balanceaban una y otra vez, como si esa fuera su única función.

La silla del concejero se arrastró y sobre ella apareció un hombre de cabello oscuro, su rostro se veía cansado, probablemente se debía a la naturaleza de su trabajo. Su cabello estaba bien peinado y su camisa blanca relucía como si recién se la hubiera puesto. El hombre miró un momento a la chica, pensando en cómo podría iniciar la conversación sin que ella estuviera a punto de llorar, como había sucedido en más de una ocasión. Inspiró el aire, como si tratara de obtener fuerza de este y se dispuso a hablar.

— Fukushima-san — Antes de que pudiera continuar fue interrumpido por la chica sentada frente a él

— Todos son horribles, ¿Puedo irme a casa? — su voz se escuchó como un murmullo.

— Fukushima-san, ¿Cómo puedes decir eso? Ni siquiera les conoces, ¿Cómo estas tan segura de que son horribles? — preguntó el profesor un poco cansado de tener nuevamente esta conversación.

— No necesito conocerlos para saberlo, siempre están hablando de cosas sin sentido, hacen mucho ruido, nunca hay un momento de paz, mueven sus manos y ríen tan fuerte. Dan miedo, son horribles — contestó la chica con incomodidad, intentando convencer a ambos de que sus palabras eran sinceras.

— Ah — suspiró — Realmente no creo que pienses eso y honestamente, no quiero seguir esta dirección, nunca quieres escuchar lo que te digo, ni siquiera parece que intentes escucharme — Ella se removió en la silla y por primera vez en toda la conversación, levantó su rostro y miró a los ojos a aquel hombre — Ya casi se cumplen 2 meses desde que inició el año escolar y aún no tienes ningún amigo, tampoco estas en algún club, parece que no hablas con nadie, ni siquiera cuando es necesario. Necesitas comunicarte con el resto de tus compañeros, socializar, desarrollar tus habilidades comunicativas, ¿lo entiendes?

— No, realmente no lo entiendo — frunció el ceño — No tiene sentido que me siente aquí, no entiendo porque tengo que hablar con el resto, ni siquiera sé cómo hacerlo y tampoco entiendo por qué yo soy la única que tiene que venir aquí cada semana a discutir el por qué no hablo con los otros. Digo, no es como si yo fuera la única que esté en esta posición, ¿por qué lo que yo haga o no, importa más que el resto? — Realmente no entendía porque tenía que pasar por esta situación una y otra vez, le parecía totalmente injusto que solo hiciera hincapié en ella y que no resolvieran otros asuntos, como el chico del salón de a lado, que siempre era molestado y nadie parecía hacer nada por él. O aquella chica que a la hora del almuerzo se escondía en los baños hasta que empezaran las clases de nuevo. Ellos tenían problemas más serios, más importantes y el concejero solo la detenía a ella cada semana y la hacía sentarse frente a él, intentando convencerla de convivir con el resto de sus compañeros. Aunque en realidad, no es que no quisiera, simplemente no sabía cómo hacerlo, le daba miedo, pero le gustaba mirarlos divertirse de vez en cuando, aunque otras veces le irritaban sus constantes gritos. Le gustaba pasar desapercibida, ser un espectador de aquella obra de teatro llamada vida escolar.

La estrella que miraba a la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora