076. Corona de estrellas.

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Los paseos nocturnos por la orilla del mar siempre son una excelente idea

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Los paseos nocturnos por la orilla del mar siempre son una excelente idea. Tan pocas personas. Tan pocos ojos que puedan reparar o interferir en sus manos entrelazadas, en sus sonrisas y sus besos robados. Viene siendo ya un buen tiempo desde que no lo hacen. Durante los tiempos atareados de julio, en medio de las vacaciones escolares, es casi imposible transitar durante el día sin que alguien los mire mal.

Ambos cubren sus cabezas con gorros de lana que la señora Park ha tejido esta semana que ha permanecido con ellos. Les ha demandado algo de tiempo que Yoongi considera valioso de poder pasar junto a su madre, pero también lo llama valioso para perderlo de Hoseok. Ha estado en un cierto vaivén este último tiempo, pero es entendible en todos los aspectos. Al menos, la quimioterapia va bien. Tres veces por semana y contando, tal vez sólo por los siguientes seis meses a partir de ahora.

Hoseok detiene sus pasos y libera la mano de Yoongi para rodearlo y aferrarse a él por la espalda, dejando un pequeño beso en su mandíbula, entorpecido y mal entregado debido a la cantidad de ropa que lo cubre. Sus silencios se entienden como un «te quiero» y las sonrisas embobadas se dibujan en sus rostros la mayor parte del tiempo.

—Yoongi.

—¿Sí, cariño?

—Tengo algo para ti.

Recibe una mirada curiosa y bajo la luz de la luna que brilla como nunca en un cielo parcialmente nublado, Hoseok le regala una sonrisa, con el corazón en la garganta y el estómago apretado.

—¿Qué es? —pregunta Yoongi con una pequeña sonrisa debido a la tardanza.

Hoseok saca de su bolsillo una cajita aterciopelada de color negro, y los ojos de su novio intercalan la mirada felina entre ella y él, expresando una sorpresa sobrehumana para una acción que podría parecer tan simple.

—Sé que aquí no podemos hacerlo —inicia—, y sé que... no es algo que tú anheles en tu vida, y no tienes que aceptarlo si es así. —La cajita se abre de manera reluciente, dejando a la vista un par de anillos plateados idénticos—. Pero puedes tomarlo como una promesa simbólica del amor que siento por ti, y de lo importante que eres para mí.

Nota como Yoongi pestañea un par de veces, posiblemente intentando asimilar lo que ve y lo que escucha. Mientras él hace lo mismo, sólo que tratando de disipar sus lágrimas por ese temor inmenso de perderlo, lo que lo ha llevado a adelantar una promesa tan enorme e importante para él.

—Estoy tan enamorado de ti —continúa—. Y no importa cuando tiempo pase o cuánto haya pasado, nadie me ha entregado un amor tan lindo y sano como tú. Yoongi, ¿harías el honor de aceptarlo? Te prometo mi vida entera, si así la quieres.

—Eres el ser humano más puro que ha pisado este planeta —dice Yoongi ensanchando una sonrisa—. No puedo prometerte una vida entera ahora mismo, pero sí atesoro tu amor hasta que ya no pueda más, y desde aquí seré tuyo por siempre.

Darle una segunda oportunidad al amor sin haberla buscado y todo lo que ha traído su relación, ha sido uno de los aprendizajes más grandes qué Hoseok ha tenido. Es una segunda oportunidad, pero ha tenido tantas primeras veces que no es capaz de sacar la cuenta. Hoy el único temor que posee es de que Yoongi se vaya de su vida, y aun si lo hace, sería capaz de dejarlo partir sólo porque la mitad restante de su amor irá con él a todas partes. Una promesa propia y que ahora, finalmente, puede expresar. Lo ama tanto que a veces no le cabe en el pecho, pero siempre está seguro de que al menos Yoongi le entrega de sí todo lo que puede dar. Es mutuo. Tan real. Tan suyo.

—Te amo —murmura Yoongi, rodeando sus hombros—. Te amo, te amo, te amo. —La calidez de su boca lo encuentra, y aferrando la cajita en su estómago, Hoseok lo recibe con gusto—. Y bien, ¿me lo pondrás? —pregunta dando un corto paso hacia atrás.

Hoseok asiente, nervioso, pero sonriendo hasta el punto en que se le acalambran las mejillas. Toma los dos anillos y con cuidado también toma la mano que Yoongi extiende hacia él para colocarlo en su dedo anular, luego deja un beso suave y casi imperceptible en el dorso.

—Mi turno —demanda Yoongi.

Él le entrega el otro anillo y deja su mano entre la de suya para que pueda hacer lo mismo. Yoongi, sin liberar su mano aún, une ambas palmas para observar cómo ambos anillos brillan bajo la luz de la luna.

—No tengo palabras para agradecer todo lo que haces por mí —dice Yoongi—. Y de saber que iba a conocerte, me habría venido a Jaepil hace un millón años atrás. Aunque supongo que lo lindo de esto es que llegaste de la nada.

—Antes creía que no, que esto había que buscarlo y que tendría que quererlo —confiesa Hoseok—. Y te conocí, y pusiste mi mundo de cabeza, te amaba y ni siquiera lo sabía. 

 

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Dulces de humo ✎ 2025: EN FÍSICO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora