111. Devolver el tiempo.

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Si no fuera porque los brazos de Jimin y Jungkook están alrededor de su cuerpo para sujetarlo, probablemente Yoongi habría terminado arrastrándose detrás de todos las personas que lo acompañan

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Si no fuera porque los brazos de Jimin y Jungkook están alrededor de su cuerpo para sujetarlo, probablemente Yoongi habría terminado arrastrándose detrás de todos las personas que lo acompañan. Después de la partida de Gim Nari, creyó que no volvería a visitar un lugar así hasta que alguno de sus padres partiera, y eso sería dentro de al menos unos veinte o treinta años más.

Es silencioso.

Es tranquilo.

Está vacío.

Porque la muerte es así: silenciosa.

No hay nada.

Todo lo que alguna vez fuiste desaparece para siempre, no importa lo que los demás digan.

Se ha ido.

¿De verdad te has ido? Se preguntó esta mañana, aun si pasó toda la noche a un lado de su cuerpo inerte. Acompañado de su familia y de la familia Kim que aterrizó en la madrugada. ¿Cómo es posible?

Una de las peores partes de todo es esta. A la muerte no le basta con arrebatarte a las personas cuando quiere, también se encarga de recordártelo un día tras otro.

Te deja su cuerpo inerte y se lleva todo aquello que más amas.

Te deja con las lágrimas y el dolor impotente en el pecho.

Te incita a llevar a cabo esta tortura mal llamada sepelio, donde debes fingir que te despides de alguien que ya no está y no va a escucharte decir adiós.

Te tienta a arrepentirte de cada segundo en que le hiciste daño sin haberlo querido. De cada pelea que pudiste haber evitado. De cómo podías hacerle feliz y no lo hiciste.

Te obliga a recordar que eres humano, y que los humanos son estúpidos.

Y Hoseok era un humano, como todos, pero era su humano favorito. El humano más ingenuo y bondadoso que ha conocido en su vida. Tenía una cantidad de intereses que nunca se atrevía a cumplir a menos que se llevase a cada uno de sus seres queridos con él, porque odiaba sentirse solo.

Jung Hoseok era el humano a quien se lo entregó todo. El humano que había decidido amar para siempre.

¿Para siempre?

Que poco ha durado nuestro para siempre. Toca el vidrio que le impide tocar su mejilla. Su rostro precioso e impasible. Ya no hay sonrisa con forma de corazón. Ya no está el estruendo de su alegría contra sus tímpanos.

—Parece que duerme —dice su madre, apoyando una mano sobre su hombro.

—Sí —musita—, pero no lo está. No va a despertar.

Por favor, despierta, aún estás a tiempo.

—Hijo...

—¿Qué es lo que pretendes que haga? Ya no va a regresar, mamá.

No me dejes. No ha pasado nada. Estarás bien.

—Lo siento.

La presencia de su madre se aleja. Nadie se atreve a acercarse a él durante varios minutos. Yoongi se niega a soltarlo. También se niega a decir unas palabras, porque para él no son necesarias.

—No va a escucharme —le responde a Jimin, quién se apoya en su hombro—. No va a escucharme nunca más.

—Yoongi, ya deben bajarlo. —Él niega con su cabeza un par de veces, sintiendo el ardor en la garganta y las lágrimas acumulándose—. Por favor. No queremos sacarte a la fuerza.

Aun si continúa negándose, Yoongi permite que Jimin lo tome por los hombros, temblando bajo sus manos y notando como Jungkook también termina aferrándose a él para contenerlo y retenerlo.

El cuerpo de su vida se aleja para siempre.

¿Esta es la impotencia de no poder devolver el tiempo?

Apenas levanta la mirada intentando recuperarse, sus ojos se topan de lleno con la figura de una persona que no encaja entre todos aquellos que aman o amaron alguna vez a Hoseok. La mujer permanece aislada, hablando con Namjoon, con el rostro inflamado por el llanto que ha estado derramando sin que nadie se lo haya pedido. La rabia arde dentro de su pecho, y sabiendo que él ya no estará para detenerlo colocando el brazo en frente, logra zafarse de los de su primo y acercarse dando zancadas. Sin embargo, siempre existe alguien que se percata. La señora Kim es quien pone su brazo frente a él y mueve la cabeza en negativa.

—¿Qué hace ella aquí? —pregunta con dureza.

—Namjoon la ha llamado.

—¿Por qué?

—Porque debía saberlo, Yoongi. —La mirada de la mujer se suaviza—. No le hemos pedido que viniera, sólo le hemos avisado. Ella ha llegado sola.

—Pídanle que se vaya. Quiero que se vaya.

Sus párpados inflamados se encuentran con los de Yeun, quien, apenas nota la furia latente en él, desvía la mirada de inmediato y se despide de Namjoon.

Con los brazos cruzados y cabizbajo, Yoongi toma su propio rumbo para pedirle a Jungkook que lo lleve a casa. Y aunque quisiera ir solo junto a él para después echarlo, su familia también entra en el vehículo. Porque se están quedando con él. Porque Hoseok y sus malditas ideas de tener una habitación para todas las personas que quisieran visitarlos.

Hoseok y su miedo a estar solo.

Hoseok y su amor incondicional que nadie merecía.

—¿Quieres que te traiga algo? —pregunta Jimin, acariciando sus cabellos una vez llegan a casa—. ¿Un té? ¿Agua?

—Quiero estar solo.

Ignorando a todos a su paso, Yoongi se dirige hasta su habitación. Desde la lejanía escucha como los muebles vuelven a moverse, probablemente su familia está reacomodando la casa.

En medio de la noche nadie está bajo sus sábanas rodeando su cintura ni besando sus cabellos. Nadie le susurra que lo ha extrañado ni se aferra a su cuerpo susurrando un «te amo» antes de dormir. No siente su cálida respiración en la nuca. Ni vuelven a pedirle que lo abrace como tanto le gusta. Ni amanece a su lado al día siguiente después de apagar la alarma para ir a trabajar. No hay café sobre la mesa y una sonrisa en forma de corazón que acelera el suyo. No hay nadie. Sólo su aroma sobre la almohada que no tardará en irse cuando deje de recibirlo.

Una casa enorme y vacía.

En un mundo donde ya no estás.

En un mundo donde ya no estás

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Dulces de humo ✎ 2025: EN FÍSICO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora