15- Sin redención

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Terry se dio un largo baño antes de la cena de esa noche, Candy le preparó la tina y el joven actor se sumergió en el agua aromatizada deliciosamente por su joven esposa. Se quedó un rato con los ojos cerrados, pesando en las noticias que acababa de recibir, por ello no se dio cuenta de que Candy había entrado. La chica colocó la silla que antes había usado para afeitarlo, se sentó al lado de la bañera y lo miró con las piernas cruzadas y un trago de whisky que extendía hacia él. Sorprendido el estiro su mano y lo tomó dándole las gracias.

— ¿Y esto? —le dijo él con una media sonrisa.

—Es que es evidente que algo te tiene muy tenso Terry, algo que no quieres contarme —le respondió ella mirándolo a los ojos.

—No se dé qué hablas, por qué no te quitas ese lindo vestido y vienes aquí conmigo, creo que necesitas a alguien que enjabone esa linda espalda pecosa que tienes —le dijo travieso Terry.

—No, no necesitó un baño, quiero que me digas qué está pasando contigo. Estas actuando muy extraño, por favor. Es posible que hayan pasado muchos años y que tengamos una convivencia reciente, pero te conozco Terence Granchester, más de lo que crees, no requiero hacer un minucioso estudio de tu personalidad para saber que algo te está causando incomodidad, así que debes decírmelo y ahora mismo- le dijo ella en tono decidido.

Él le dio un gran sorbo al vaso de whisky, y se le llevo una de sus manos al puente de la nariz, presionando con sus dedos mientras cerraba los ojos y pensaba como salir del lio en el que estaba, tratando de armar un discurso coherente y sobre todo creíble para tranquilizar a Candy. Se tomó unos segundos y luego la miró escrutando su mirada inquisidora.

—Dios mío, en verdad das mucho miedo señora pecosa.

—No estoy jugando —respondió ella.

—Sé que no estás jugando, yo tampoco. Está bien, el problema es la bruja venenosa. Me molesta tener que encontrarla en cada rincón de la casa, es cómo una serpiente moviéndose por la mansión, lanzando ponzoñosas intrigas, es realmente molesto. ¿Sabes qué me dijo hace unos días?

—No, no puedo imaginármelo, pero debió ser algo que realmente te molestó —contestó Candy, mientras se cruzaba de brazos.

—Que Albert había alejado a muchos pretendientes tuyos, con el único interés de quedarse contigo. Es decir, tenía un interés contigo, que no era el de un hermano. Que te quería como mujer.

—¡Qué, eso no es cierto! voy a matar a esa bruja, eso es mentira, acaso le creíste -Candy se levantó de un salto y caminaba por la sala de baño moviendo sus manos muy alterada -Cómo pudo decirte algo así, Albert no sería capaz nunca de hacer algo así. Albert siempre ha sido un hermano, mi amigo, ¡tú amigo!, siempre ha estado de nuestro lado, es la única persona a la que yo le hable de ti cuando nos separamos, que conocía mis sentimientos. No pudiste crees semejante mentira.

Candy se sentó de nuevo y se inclinó sobre la bañera mientras examinaba las expresiones faciales de su esposo. Al percibir lo inevitable, cerró sus ojos y se llevó una mano a la frente y luego se cubrió el rostro con ambas manos, negando con la cabeza. Terry la observaba tendido en la tina, sin emitir sonido, terminó de beber el whisky y se movió estirando su cuerpo para dejar el vaso en el suelo, luego se acomodó y descanso su cabeza en el borde de la bañera, se quedó ahí inmóvil, esperando el reclamo de Candy.

—Tengo que hablar con Albert, no puedo permitir que esa quiera además de todo el daño que nos hizo en el pasado dañar mi relación con él, la relación que tú tienes con él, dañar nuestro matrimonio.

—No te preocupes ya por eso, al principio le creí, me llene de ira, de indignación, pero reaccione Candy, me di cuenta de que todo era un ardid de ella para molestarme, para atormentarme. Pero de ningún modo eso dañaría nuestro matrimonio, ni mi amistad con Albert. Quiero que sepas algo, y esto lo he aprendido con los años. Nunca más Candy, nunca más permitiré que terceras personas dañen lo que tú y yo tenemos. Es cierto, me dejé llevar por los celos, y te oculté lo que estaba pasando, pero hoy me di cuenta de que todo lo que me dijo era una gran mentira. Después de conversar con Albert hoy entendí que no cabía la menor posibilidad de que él te viera como mujer, no como su hermana o su hija adoptiva. Debes creerme —le dijo Terry mientras extendía su mano para que ella la tomara.

Partida en dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora