10- La caja de los recuerdos de Candy

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Al ver a Michael en la puerta de la habitación a Candy le temblaron las piernas, temiendo la reacción de Terry si descubría que el médico del que ella le habló estaba justo ahí, en casa de los Ardlay. Luego pensó que era una tontería evadir más, de cualquier modo, tarde o temprano debía saber que Michael se había vuelto un buen amigo de la familia. Después de todo, habían pasado muchos años desde que Terry había salido de sus vidas.

—Hola, Candy el Dr. James me pidió venir a ver a un paciente de la familia ¿de quién se trata?

—Hola Michael, es él —lo dijo mientras abría la puerta completamente y lo dejaba entrar a la habitación, está dormido. Es mi prometido, Terence Graham.

—¿Te comprometiste? ¿Te casarás? —replicó el médico con voz temblorosa, más que sorprendido.

—Pero ¿A dónde conociste a este hombre, es el actor? —le interrogó.

—Buenas tardes, yo puedo responder esas preguntas, quién es usted, interrumpió Terry desde la cama en un tono irritado.

—¿Despertaste cariño? él es el doctor Michael vino a verte de parte del doctor James, contestó ella acercándose a la cama como tratando de disimular sus nervios.

— A ver Candy, cuéntame qué pasa con el paciente, dijo Michael sacando de su maletín médico un estetoscopio y luego dirigiéndose a Terry le pidió que se quitará la camisa.

Terry notó el ligero temblor en las manos del médico mientras éste lo examinaba, era un hombre perspicaz, además conocía las expresiones faciales de Candice. Ambos se conocían muy bien, ella sabía que él podía notar la tensión entre el joven médico y ella. Él sabía que ella estaba aterrada por saber que descubriría que ese era el médico que se había enamorado de ella y del que le había hablado.

Cuando Michael terminó de examinarlo, se dirigió directamente a ella.

—Candy la faringitis continua, además ahora tiene fiebre. Sabes si el señor Graham se ha expuesto a algún virus, recuerdas todo lo que vimos en la clínica hace dos años. Tiene algún otro síntoma además de la inflamación y la fiebre ¿has revisado sus articulaciones, algún salpullido?

—¡Ey! doctor estoy aquí soy un adulto, puedo contestar sus preguntas, exclamó Terry en tono cínico.

—Disculpe señor, es sólo que estoy acostumbrado a entenderme con la señorita Ardlay. Por favor no se ofenda, ella sabe de lo que hablo, comprende, no es nada personal señor Graham.

—Y de dónde se conocen ustedes, por cierto ¿puedo saberlo señorita Ardlay? increpó con un tono que ella no le había escuchado desde hace años, más específicamente desde la época en el Real Colegio San Pablo en Londres.

Ese comentario irritó a Candy, al punto que decidió acompañar a Michael que ya había terminado de examinarlo y dejar a Terry solo en la habitación. Pero también molestó al médico.

—Permítame señor Graham, conozco a su prometida desde hace algunos años, incluso es posible que antes que usted, la conocí en esta casa cuando estudiaba enfermería y luego cuando llegué de Francia trabajamos juntos en Indiana. Es una buena amiga, y espero ser un buen amigo para ella.

A Terry se le subieron todos los humos a la cabeza. ¿Qué se cree este médico? ¡Cómo qué la conoció antes que yo!

—Oh no se equivoque doctor, veo que usted no sabe quién soy en verdad, espetó él esforzando al máximo su voz.

—¡Terry por favor! —exclamó Candy con los ojos clavados en los ojos de él.—Volveré en un momento. Y dirigiéndose a Michael, le pidió que salieran de la habitación.

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