8- El paciente Terry Granchester

2K 146 38
                                    

Candy fue la primera en bajar del tren, mientras Terry entregaba el equipaje a un empleado de la estación. Minutos antes su prometida le dijo que bajaría primero para ubicar al señor Cameron, chófer de los Ardlay. La sorpresa fue mayor cuando no sólo reconoció al señor Cameron y le hizo señas con la mano, detrás de este robusto hombre moreno, estaba una figura que ella conocía muy bien, era Georges Villers, su más ferviente protector.

—¡Georges, Georges, realmente eres tú! exclamó Candy emocionada dejando atrás a Terry con el empleado y las maletas.

La joven se acercó al caballero vestido impecablemente de negro, para tomarlo por el hombro y de puntitas darle un beso en la mejilla, ¿por qué nadie me dijo que habías vuelto?

—Sí señorita, he vuelto.

—¡Estoy muy feliz de verte Georges!

Terry se acercó por fin a la chica, ella hizo las presentaciones debidas. -Señor Cameron él es Terence Gran... Graham mi prometido.

—Buenas tardes señor Graham, permítame el equipaje, contestó el empleado.

—¡Buenas tardes! asintió Terry con un gesto.

—¿Te acuerdas de Georges, Terry?

—Vagamente, dijo el actor extendiendo su mano para saludarlo, es un honor señor, pero me temo que han pasado muchos años, dijo Terry.

—El honor es mío señor Terence, contestó Georges siempre en un tono muy formal.
Ya en el auto, Candy quien iba en la parte trasera con su prometido se acercó a Georges por la espalda en un gesto muy cercano, propio de ella.

—¿Está en casa mi padre?

—Sí señorita llegó ayer de Florida, pero la Tía Elroy se quedó con la señora Lagan.

—Justo lo que quería saber. Es mejor así. Se incorporó de nuevo al asiento.

—¿Tuvo un buen viaje señor Terence? —interrogó Georges a Terry.

Candy volteó a ver a Terry con cara burlona y haciendo una señal hacía el hombre y cubriendo a medias su boca, le dijo a Terry, sólo moviendo los labios: él no es un idiota, deja que te diga Terence. Él no aguantó una risita: -sí señor fue un buen viaje, largo pero buen viaje, tenía una muy buena compañía.

Al llegar a la casa, Terry examinó muy bien el camino que conducía desde el portal exterior de hierro negro y la insignia de los Ardlay, hasta la puerta principal, sorprendido vio desde el auto la lujosa mansión rodeada de bellos jardines.

El señor Cameron estacionó el auto justo en la entrada, la puerta de la mansión se abrió, una dama de unos 50 años salió a recibirlos. Candy esperó a Terry para subir los escalones y llegar hasta la mujer.

—Señora Janice he vuelto, he traído a mi novio, qué le parece. Acercándose al oído de la empleada, cubriéndose los labios, le susurró:

—Ve señora Janice es actor y muy apuesto, eso pasa cuando vas a Nueva York —ambas se rieron cómplices-.

—Bienvenido señor, dijo entonces la ama de llaves a Terry.

—Buenas tardes señora.

Otro empleado vino por las maletas.

—Peter, regresé, te da gusto verme verdad, exclamó Candy al verlo aparecer.

—Sí señorita bienvenida, llegó usted justo para la cena, tuvo buen viaje —le preguntó él de vuelta en un tono muy cariñoso.

—Oh sí Peter y creo que hay algo en mi maleta para ti.

—Es muy amable señorita Candy.

Una lenta Annie bajaba las escaleras. Apenas Candy la vio salió corriendo a encontrarse con ella.

Partida en dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora