Muerto, no puedo estar muerto, no lo comprendo. ¿Qué ha sucedido? Espero de verdad estar en una pesadilla, pero comienzo a creer que no y eso me asusta.
Camino por la ciudad en busca de alguna pista, vuelvo a comprender que nadie me ve y que en realidad parezco un fantasma, no puedo tocar a nadie o, más bien, cuando lo hago, nadie lo siente más allá de una especie de estremecimiento.
Pienso en mi vida y no logro recordar nada, lo único que sé con certeza es mi nombre. ¿Cómo puedo saber qué es lo que tengo pendiente si no recuerdo ni siquiera quién era yo cuando vivía?
Qué fuerte suena eso... ¿Y si la mujer estaba equivocada?
Suspiro y pienso en volver a buscar a la rarita, no sé cómo lograr que me haga caso, pero supongo que molestarla es mi única alternativa. Además, tengo la sensación de que eso se me da bastante bien. Pero no sé dónde buscarla, me bajé antes que ella porque me sentía muy aturdido, por lo que le he perdido el rastro.
Debería buscar a otro muerto, alguien que me dé un poco más de información, ¿pero ¿dónde?
Levanto la mirada y observo a mi alrededor, estoy en un barrio tranquilo, no hay negocios ni tiendas por aquí, por lo que no hay mucha gente en la calle. Entonces escucho el sonido de una ambulancia que viene hacia mí. ¡Eso es! Un hospital, allí seguro habrá algún muerto que me pueda guiar, recuerdo los videos que solía ver de fantasmas en hospitales y cementerios.
Niego mientras sigo el sonido al darme cuenta de la clase de pensamientos que tengo y lo ridículo que suena todo, pero cuando me doy cuenta estoy en el edificio.
—Vaya... eso ha sido rápido —susurro cuando me encuentro frente a la puerta de urgencias sin saber cómo he llegado hasta aquí.
—Hola —saluda un hombre sentado en una silla de ruedas, se ve viejo y andrajoso. Yo miro a los lados para ver si me habla a mí—. ¿Nuevo? —inquiere.
—Acabo de enterarme de que estoy muerto —digo y él asiente.
—Es un momento complicado... ¿Tu cuerpo está aquí? —pregunta y señala el edificio.
—No... no sé dónde está...
—¿No? —pregunta y frunce el ceño—. Normalmente los que mueren recién se quedan un buen tiempo alrededor de sus cuerpos, como si no pudieran creerlo o aceptarlo... es un shock verse a uno mismo sin vida...
—¿Dónde estamos?
—En el Hospital Central... ¿No ves? —inquiere señalándome el cartel.
—Me refiero a usted y yo... ¿Qué es este lugar? Una mujer me dijo algo sobre cruzar... ¿cómo se hace eso?
—No lo sé... yo estaba dormido en aquella esquina y amanecí fuera de mi cuerpo, de eso ya pasaron unos cuantos años... pensé que esto era todo —responde y se encoje de hombros.
—¿Vivir así le parece todo?
—Bueno, técnicamente no estoy vivo, así que no sé si le puedo llamar «vivir» a esto —dice señalado las comillas con los dedos—, pero me he acostumbrado. Suelo ir al lugar donde los médicos tienen guardados algunos insumos y mover cosas de lugar o encender y apagar las luces, siempre se asustan, sobre todo los más jóvenes —ríe con diversión—. ¿Qué más puedo hacer? Si soy un fantasma al menos que sea divertido, ¿no?
—¿Cómo se mueven las cosas? Yo he abierto un par de puertas, aunque no sé cómo, pero no pude tocar a nadie ni mover nada...
—Es energía, todo es energía... hay que aprender a usarla. Al principio sueles lograrlo cuando tienes emociones fuertes. ¿Recuerdas si estabas enojado o feliz cuando abriste la puerta?
—Sí, enojado...
—Bueno, es por eso... pero no te preocupes por abrir puertas, solo entra —dice y se ríe—. Es la ventaja de no tener cuerpo tangible.
—Vaya... es usted una persona muy positiva...
—Un fantasma positivo, me gusta... —dice y vuelve a reír.
—¿Cómo hago para ir a un lugar?
—Solo piensas en el lugar y apareces allí.
—¿Por eso aparecí aquí entonces?
—No sé lo que estabas pensando, soy un fantasma, no un adivino —dice y yo niego.
—Pensé en buscar algún sitio donde podría haber alguien como yo para que me diera más información... Luego pasó la ambulancia, pensé en venir al hospital y de pronto aparecí aquí.
—Bueno, entonces sí, es por eso... —responde—. Pero no hables con todos los espíritus que ves, algunos son muy malos —susurra.
—¿Malos?
—Sí, algunos quieren tirarnos para abajo —murmura y señala el suelo—. Ten cuidado...
—¿Y si quiero ver a una persona? ¿Alguien que está vivo? —pregunto.
—Piensa en él o en ella, pero no te lo recomiendo, lo mejor es dejarlos y alejarte... sufres, los ves seguir sus vidas, olvidarte lentamente... y es lo mejor, claro, pero es muy triste.
—Gracias —respondo y asiento.
El hombre aprovecha que alguien pasa cerca y mueve un poco la silla, la persona se asusta y se echa a correr, él se ríe y yo niego. ¡Vaya manera de pasar el tiempo!
Entonces, pienso en ella, en la rara de muchos colores... debo volver con ella a donde quiera que esté, necesito que me ayude, no puedo quedarme aquí indefinidamente asustando personas, no quiero hacerlo.
Hola, hoy es lunes de Agus y Sofy. A ver si ella decide hacerle caso, ¿no?
Los invito a ir a leer mis otras historias en curso La vida NO es una película y Quiero bailarme la vida contigo :)
ESTÁS LEYENDO
INTANGIBLE
RomanceSofía tiene un don heredado de su abuela, puede ver a los espíritus de las personas fallecidas y comunicarse con ellos. Es médium, pero odia serlo, por lo que ha ignorado esa parte de tu vida y finge vivir una vida normal. Agustín está en un sitio...