Los días en Las Hadas pasan en un suspiro mientras Agus y yo nos escondemos en una burbuja de amor y nos olvidamos del mundo. Por momentos pienso que todo esto es una locura, pero cuando lo miro solo puedo concluir que nos lo merecemos, que este amor ha pasado por mucho y que, aunque la mayor parte del tiempo haya sido intangible, eso no lo hace menos real.
Agus me abraza y yo me recuesto por él, estamos en una reposera observando la playa, no hablamos, no es necesario, nunca lo fue. Con sentirnos cerca es suficiente. Me besa con ternura en la coronilla y yo me recuesto por su pecho. Sus manos descansan en mi abdomen y coloca su mentón sobre mi hombro.
—¿Entonces? ¿Cómo lo haremos? —pregunto y él suspira.
—Es una pregunta de respuesta sencilla, Sofy —dice y lo siento sonreír—. Cuando regresemos a la ciudad te dejaré por unos días, tengo que ir a España a arreglar mis cosas... me trasladaré aquí lo antes posible. No puedo ni quiero que tú tengas que hacer ningún sacrificio, tu familia y tu vida están aquí —susurra y vuelve a besarme.
—¿Y la tuya?
—Tú sabes que no soy muy cercano a ellos, las cosas han mejorado, pero soy independiente y siempre podremos viajar a verlos.
—¿Y el trabajo?
—Lo solucionaré, pediré un traslado o algo así, tú no te preocupes, por nada del mundo voy a alejarme de ti ahora mismo.
Yo sonrío y pierdo la vista en el océano mientras me zambullo en la paz que me brindan sus palabras.
—Deseaba tanto poder sentirte así unos años atrás... ¿Lo recuerdas? Teníamos que haber pasado un bonito verano, y aunque guardo buenísimos recuerdos, también están teñidos por la desesperación de saber que te tenías que ir, que nos íbamos a separar...
—Lo sé... para mí fue doloroso y difícil, no quería seguir viviendo... —comenta—, y sin embargo cuando tuve la oportunidad de elegir, no lo dudé...
—Me alegra que hayas regresado.
—¿A pesar de todo lo que pasó en medio?
—Claro que sí, si todo eso nos llevó a esto, no puedo quejarme —afirmo y me volteo a mirarlo—. ¿Qué sucede? —inquiero porque lo noto un poco triste.
—Me duele haber lastimado a Malena, de verdad... Y también me siento un cobarde...
—¿Por qué? —inquiero con curiosidad.
—Porque no fui yo quien decidió cortarlo, es decir... —suspira—, no hice como tú que fuiste valiente y terminaste con Jorge cuando entendiste que ya no eras feliz, yo le di vueltas al tema, no me animaba a cortar, tenía miedo a lastimarla, a equivocarme... a volver a ser quien fui y dañar a las personas que amo... y estuve allí hasta que fue ella quien lo notó.
—Agus... —susurro con ternura y me volteo para mirarlo, paso mis dedos por su mandíbula—, no te culpes por eso, a veces uno no sabe cómo reaccionar o cómo gestionar ciertas situaciones. Los hemos lastimado a ambos, pero hubiera sido peor que nos quedáramos con ellos a sabiendas de que no los amábamos como deberíamos, ¿no lo crees? Es doloroso, lo sé, pero preferiría mil veces ese dolor a estar en una relación que no es correspondida con la misma intensidad. A mí también me dolió lastimar y perder a Jorge, pero él se merece mucho más —admito y él asiente.
—Seremos felices, ¿verdad?
—Lo somos, Agus, lo fuimos... y lo seremos, ya lo verás.
Nos quedamos allí un buen rato recordando escenas del pasado y planeando el futuro hasta que la noche cae sobre nosotros y la piel se me eriza por el fresco, Agus ofrece que volvamos a la habitación y nos tomemos un baño caliente, no tiene que decírmelo dos veces.
Un buen rato después cuando ya hemos pasado por el baño y por la cama, y también luego de haber pedido una cena en la habitación y acabarla, nos recostamos de nuevo en la cama, abrazados y desnudos, cansados y con sueño.
Y en algún momento entre besos tiernos y arrumacos, nos quedamos dormidos.
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INTANGIBLE
RomanceSofía tiene un don heredado de su abuela, puede ver a los espíritus de las personas fallecidas y comunicarse con ellos. Es médium, pero odia serlo, por lo que ha ignorado esa parte de tu vida y finge vivir una vida normal. Agustín está en un sitio...