37. Siempre (Sofía)

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El tío y los primos de Agustín no parecen malas personas, los vi sufrir, llorar, sentir

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El tío y los primos de Agustín no parecen malas personas, los vi sufrir, llorar, sentir... Malena ni qué decir, ella estaba muy mal y, aunque no me lo dijo, sé que sentía por él mucho más de lo que se podría sentir en un rollo de amigos con derecho.

Cuando todos se fueron, me quedé con él. Asumieron que era su pareja y me dieron ese lugar, pero no puedo evitar sentirme una intrusa en una vida que en realidad a quien menos pertenece es a mí.

—Malena... ella... Fui un idiota con ella —dice entonces Agustín, llevamos días sin hablar, pero ver a los suyos parece haberle conmovido.

No respondo, pero lo escucho con atención mientras me cuenta todas las historias que recordó al verlos a todos.

Me duele mucho saber que era la clase de tipos que jamás habría mirado, que era una persona dañina y sin corazón, me hace sentir un poco idiota porque al final no sé de quién estoy enamorada.

—Ya te perdonó —digo cuando me dice lo que le dijo Malena.

La chica le dijo que se fuera si estaría mejor en otro lugar, ella sabía más o menos lo que él sufría pues era la única con la que hablaba, y le dijo que se liberara del dolor, le prometió amarlo siempre y recordar lo bueno que vivieron.

—Lo siento... —dice y me mira.

—¿Qué sientes?

—Siento ser esta porquería, siento defraudarte... siento anclarte a una persona que no vale la pena. Debería dejarme ir con las sombras, ¿no? —sonríe con ironía y dolor—, después de todo no creo merecer ver ninguna luz... ¿Qué hice de bueno en esta vida?

—Ese tiempo que estás teniendo —digo y señalo el reloj—, ese es el tiempo extra que se te ha dado para limpiar lo malo que habías hecho. Te lo expliqué desde el inicio, has podido subir tus niveles de consciencia y energía, por eso tienes tantos colores... sé que ahora estás triste y pesimista, pero enfócate en eso, en que has logrado algo en este tiempo y eso te permitirá ir a la luz.

—¿Qué he logrado? Solo te he hundido a ti...

—No voy a discutir eso, Agustín. Si quieres hablar, lo haremos, pero cambia tu actitud, no hablaremos si vas a estar con eso todo el tiempo, no me gusta y me hace sentir mal.

Él asiente.

—¿Sabes? Cuando ella hablaba he sentido como si en vida hubiera sido una persona llena de capas de porquería y basura encima... No me reconozco en ese ser humano...

—Porque en este tiempo has trabajado en ti. El no recordar tu pasado te hizo olvidar también el rencor y el dolor al que fuiste sometido, ese mismo rencor y dolor que te llevó a reaccionar por los demás con lo único que tenías dentro, oscuridad. Es como si te lastimaras el brazo y luego alguien te lo tocara, le gritarías o le regañarías por hacerte daño en tu herida, pero si olvidas que tienes la herida, cuando alguien te la toque, no duele... Este tiempo te ha ayudado a ser tú mismo, que es al final, triste e irónicamente, para lo que habías venido aquí en un principio. Te ayudó a deshacerte capa por capa de esa porquería y de esa basura con la que te escondiste tantos años... Este eres tú, Agustín, el chico que yo conozco y amo.

—¿Cómo estás tan segura de eso?

Lo miro a los ojos.

—Porque siento tu alma y veo tus colores, y eso no miente. Toda la vida he visto espíritus, sé cómo se ven los que están perdidos o las sombras... tú no eres así, tú brillas, estás rodeado por colores, tu alma es transparente... Lastimosamente la vida te empujó por un camino que no supiste o pudiste evitar, a veces mucho de lo que somos es consecuencia de lo que vivimos y aprendimos, lo bueno es que un día te despiertas y te das cuenta de que ya no quieres ser eso, y tomas las riendas de tu vida para guiarla hacia donde de verdad quieres ir... Eso me lo enseñaste tú, por eso me estoy animando a hacer cosas que no creía que podía hacer...

—Pero ¿es eso posible también cuando ya no estás vivo?

—¡Claro! Porque tú estás vivo, ya lo hablamos, estás ahí, yo te veo y te escucho... te siento... Me duele, claro que me duele saber lo que fuiste... pero no siento decepción, Agus, decepción sentiría si siguieras igual, más bien siento orgullo por todo el camino que recorriste...

—¿Y qué te duele entonces?

—Me duele el no tener una oportunidad real contigo... pero es un dolor egoísta... No puedo traerte de regreso aunque quisiera, no puedo garantizarte que tendrás una buena vida al volver... Me duele no haberte conocido antes... aunque sé que son solo suposiciones. Las cosas hubieran podido ser muy distintas si nos conocíamos en vida y nada me garantiza que ibas a convertirte en esto que eres hoy si no hubieras tenido el accidente. Es todo muy confuso... yo tampoco quiero alejarme de ti.

—Pero no quiero arrastrarte más, Sofy.

—Lo entiendo, de verdad que lo entiendo, pero tú debes entender que yo también puedo elegir quedarme... No lo hago por lástima ni porque sienta que te debo algo, lo hago porque lo deseo, quiero quedarme contigo... Te amo...

—Me amas y ni siquiera puedo reaccionar a tus besos o tus caricias, no puedo darte lo que te mereces, no puedo abrazarte.

—Me has dado mucho más que eso, me has hecho reír, me has hecho brillar, me has hecho recuperar la fe en mí misma y mirar todo desde otro punto de vista...

Él suspira.

—Se me acaba el tiempo, Sofy, no quiero irme enojado contigo. Quiero que recuerdes lo bueno... que te quedes con eso...

—Lo sé, tampoco quiero que estemos así, me gustaría poder hablar y reír como antes, bromear... acariciarnos como lo hacíamos en el mar... Quiero generar momentos únicos que solo te pertenezcan a ti y que te hagan sentir todo mi amor, para que te lo lleves contigo cuando veas la luz. Porque sé que parte de mí se irá contigo.

—Y parte de mí se quedará en tu corazón.

—Lo sé... para siempre...

—Para siempre...

Se acaba el tiempo de Agus

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Se acaba el tiempo de Agus...

Se acaba el tiempo de Agus

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