11. Don (Sofía)

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Estoy sentada en la sala de la casa de mi abuela buscando información en sus libros sobre cómo ayudar a los espíritus a recordar su pasado

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Estoy sentada en la sala de la casa de mi abuela buscando información en sus libros sobre cómo ayudar a los espíritus a recordar su pasado. No encuentro mucho y me siento algo frustrada.

—¿Qué día es hoy? —pregunta Agustín que observa por la ventana.

—¿Lunes? —inquiero—. No tengo clases porque es feriado...

—Ya... ¿Hace una semana que llegué? —pregunta.

—Sí...

—El reloj casi no se ha movido —añade y señala su muñeca—, menos mal...

—Sí... Pondré un poco de música, eso siempre me tranquiliza... no hallar lo que busco me pone nerviosa —explico.

Él asiente, pero hoy está taciturno.

Busco en mi Playlist y elijo Cristina, de Sebastián Yatra. Me gusta mucho esa canción.

Me contoneo al ritmo de la melodía mientras observo los libros que están en la biblioteca, alguno de estos debe tener alguna respuesta. Me volteo a mirar a Agustín que está jugando con sus dedos como si tocara la canción en una guitarra.

—¿Tocas? ¿La guitarra? —pregunto y él me observa.

Recién allí se hace consciente de sus movimientos y se encoje de hombros.

—Espera —digo y corro a la habitación de la abuela. Allí en el armario descansa una vieja guitarra que era de mi abuelo, regreso con ella.

—¿De dónde la sacaste? —pregunta él acercándose, yo la dejo sobre el sofá.

—Era de mi abuelo... intentaré afinarla.

—¿Tocas? —pregunta él.

—El abuelo me enseñó a sacarle algunos acordes, pero no soy nada buena...

Apago la música y busco una aplicación que me ayude a afinar la guitarra y cuando suena más o menos decente la dejo de nuevo en el sofá.

—Inténtalo.

—¿Cómo? —pregunta.

—No lo sé... con ¿energía? —susurro con emoción.

Él trata de tocar un par de cuerdas, pero apenas consigue que vibren.

—Algo es algo —digo con una sonrisa.

—Esa canción que pusiste... creo que me la sé —añade pensativo.

Entonces se sienta en el sofá como si tuviera una guitarra invisible entre los brazos y comienza a tocar en el silencio. Luego canta:

Entre tanta gente yo te vi llegar
Algo en el destino me hizo saludar
Te dije mi nombre y no sé dónde
Como con un beso me respondes

Solo te importó que te tratara bien
Tú de 19 y yo de 23

—¡Veintitrés! ¡Esa es mi edad! —exclama entonces.

INTANGIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora