12. Vestido (Agustín)

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Mi objetivo en los siguientes días es tocar la guitarra y pongo toda mi energía en sacarle sonido a ese instrumento

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Mi objetivo en los siguientes días es tocar la guitarra y pongo toda mi energía en sacarle sonido a ese instrumento. No logro más que un par de sonidos disonantes, pero estoy seguro de que lo conseguiré y enfoco en ello todos mis ratos libres, o sea, los que no estoy con Sofía aburrido en sus clases o conversando cuando su hermana sale del Cafetario y nos deja solos.

A veces la escucho hablar con las otras personas, cuando la miro hacerlo soy consciente de lo mucho que escondemos a los demás y me pregunto si yo habré sido también así. Ella es una cuando está sola o cuando habla conmigo, y es otra cuando está con los demás. Con su familia no se muestra como es realmente, se pasa cumpliendo órdenes y haciendo infinidad de favores que ellos no parecen valorar, no digo que no la quieran, pero a mí me parece que no la ven. Para su madre no es más que una asistente que cumple con las tareas que ella no alcanza a hacer, su hermana mayor la trata como su ayudante y le paga poco, su hermanita menor la ignora por completo. Y yo siento que ella se pasa el día intentando cumplir, agradar, ser vista.

No se lo digo, porque no quiero que se moleste conmigo, disfruto de nuestros ratos a solas conversando sobre cualquier cosa, casi siempre de música. Ella pone algo en su celular, lo conecta al parlante y cantamos. A veces no me gusta su música y la cambio, ella se queja y me mira como si me odiara. El Fantasma de la Ópera se ha vuelto nuestro himno y, en ocasiones, cuando llego junto a ella lo hago cantando: «The Phantom of the Opera is here, inside your mind», y ella se ríe o me sigue la corriente.

He descubierto que es mucho más fácil interceptar la tecnología que las cosas materiales, me resulta más sencillo prender y apagar luces, escribir algo en el ordenador o cambiar la música que abrir libros, mover muebles o tocar las cuerdas. Ella dice que es por la densidad de la energía, o algo por el estilo.

Estoy sentado sobre su cama, con su permiso, esperando que me muestre los vestidos que podría llevar a la fiesta de esta noche.

—Este no me gusta, es muy corto —dice por uno azul—, este otro es muy escotado —señala uno verde—, y este, es demasiado llamativo —menciona por el rojo—. Pero son los únicos que tiene Mariana y que me pueden ir.

—¿Tú no usas vestidos? —inquiero.

—No... —dice y se encoje de hombros.

—Pruébatelos y veremos...

Ella asiente y va al baño, se pone primero el azul que le deja unas piernas increíblemente largas y torneadas, es corto, sí, pero es muy sexi. Luego se prueba el verde que, como ella mismo lo dijo, le marca el escote y deja ver el inicio de unos senos redondos y firmes, aunque no demasiado grandes y, por último, el rojo, que le sienta bien, pero ella considera que hace que llame demasiado la atención.

—Yo me jugaría por el azul... Con un buen peinado y un maquillaje suave te verás muy bonita, no es demasiado corto, solo no estás acostumbrada.

—Hmmmm —lo duda—. Bueno...

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