Agustín pasa a buscarme y vamos de paseo turístico, algunos de esos lugares ya los había visitado en los días previos, pero no es lo mismo hacerlo de su lado y escuchar cómo me cuenta algo de cada sitio. No nos detenemos demasiado, caminamos de un lugar al otro en el centro histórico y nos tomamos algunas fotos.
Por momentos pienso que estoy viviendo en una realidad alternativa, una que solo podía pertenecer a mi imaginación y que ni en mis mejores sueños pensé que alguna vez se haría real.
Luego de una larga caminata paramos a almorzar en un sitio que él me recomienda, no está lleno de turistas, es más íntimo y me agrada.
No hablamos de mucho allí tampoco, comentamos la comida, lo que a él le gusta y lo que no, conversamos sobre costumbres de esta tierra que es tan distinta a la mía y me explica como un lugareño cosas que yo no sé.
Es divertido.
Por la tarde, él me invita a ir de nuevo al departamento. Dice que tiene una sorpresa para mí. Yo asiento y vamos hasta allí, pero no ingresamos al sitio, sino que bajamos a una especie de subsuelo donde él abre lo que parece ser un viejo galpón.
—Mira —dice y me hace un gesto para que ingrese al tiempo que levanta una vieja carpa.
No es muy difícil de definir lo que hay allí. Es una motocicleta. Los ojos de Agustín brillan cuando la mira y luego me observa a mí con expectación.
—Es de Renzo —explica—, pero podemos usarla.
En ese instante el primo en cuestión aparece con una llave en las manos.
—Muy puntuales —dice con una sonrisa—. Hola, Sofía —saluda—, un gusto volver a verte.
Yo lo saludo también y por un instante parezco volver al pasado. Ellos hablan algo sobre la moto y yo solo puedo recordar.
Conocí al tío y a los primos de Agustín en el hospital. No hablé mucho con ellos más que lo necesario para explicarles lo que todos creían que había sucedido: que Agus y yo teníamos una relación casual desde su llegada y que él tuvo un accidente y yo, gracias a sus redes sociales, me contacté con Malena.
Solo Renzo hablaba mi idioma así que él actuó de traductor, lo mismo cuando su tío tomó la decisión de llevarlo de nuevo a Italia y a él le tocó informarme. No hubo más lazos, no hubo más contacto, no hubo preguntas por parte de ellos, cosa que en aquel momento me pareció lo mejor ya que no tenía demasiadas respuestas. Con la que más hablaba era con Malena, que se vía tan triste como yo y que yo sabía, experimentaba las mismas emociones.
—Todo listo —dice entonces Agustín acercándose a mí con llave en mano.
Renzo se despide de nosotros y se marcha, yo miro a Agus hacer arrancar la moto con una sonrisa enorme en sus labios.
—Pensé que luego de lo que viviste ya no te subirías a una en toda tu vida.
—Me subí a una cuando era un fantasma —responde él—. Eso debería darte la pauta de que no puedo dejar de hacerlo, es un vicio.
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INTANGIBLE
RomanceSofía tiene un don heredado de su abuela, puede ver a los espíritus de las personas fallecidas y comunicarse con ellos. Es médium, pero odia serlo, por lo que ha ignorado esa parte de tu vida y finge vivir una vida normal. Agustín está en un sitio...