54. (Sofía)

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Nunca en mi vida hice algo que se vea tan incorrecto, pero se sienta tan correcto

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Nunca en mi vida hice algo que se vea tan incorrecto, pero se sienta tan correcto. Mientras él toca la guitarra y cantamos, todos los recuerdos caen sobre nosotros. Me pierdo en la profundidad de sus ojos y puedo verlo, es el mismo Agustín que conocí, puedo leer su alma en su mirada, y a la vez es mucho más, es un hombre que puedo tocar y sentir, que está aquí a mi lado y cuya presencia lo inunda todo.

Él parece cómodo conmigo, parece contento y entusiasmado. Hacemos bromas y reímos, y por un instante somos los mismos que unos años atrás, solo Sofy y Agus, los de la relación rara. Cerca de la media noche vamos al balcón, nos sentamos y miramos las estrellas mientras recordamos la noche en que lo hicimos. Fue la primera vez que sentimos un contacto, un estremecimiento cuando mi piel acarició su energía.

Agus sigue emanando ese calor que tanto me agradaba, es como estar al lado de una estufa en un día de invierno, brilla casi tanto como la luna llena que esta noche es testigo de nuestro encuentro.

Le cuento sobre mi vida, sobre todo lo que he hecho estos años desde cómo he comenzado mi relación con Jorge hasta cosas nimias como lo molesto que era Pedro, un compañero de trabajo que hacía mucho ruido como si él estuviese solo en la oficina.

Él también me cuenta sobre él, sobre su tratamiento, sobre lo difícil que fue, las veces que quiso rendirse, lo mucho que Malena lo apoyó y las fuerzas que le dio. Me dice que le está muy agradecido y que eso lo ha llevado a unirse a ella en una relación romántica.

Le digo que estoy contenta de que no hubiera vuelto a ser aquel chico descorazonado que andaba por el mundo aprovechándose de las muchachas, él ríe y me comenta que cuando despertó supo que algo en él había cambiado.

—No lo comprendía, hasta ahora —añade mirándome—. Fue todo lo que viví contigo, todo lo que atravesamos. Tu amor, tus cuidados, tu preocupación, tu entrega generosa al permitir que mi familia me llevara. No sé por qué no lo recordaba... —comenta al tiempo que niega con la cabeza, como si aquello le pareciera increíble.

—No había nada más que yo pudiese hacer... No estoy segura de haberlo hecho por amor, en realidad estaba enojada conmigo misma por no poder dar más... Era tan egoísta, te quería solo para mí —susurro.

—¿Qué dices? ¿Egoísta tú? Dios mío, eres todo lo contrario a una persona egoísta. No puedo creer que durante todo este tiempo lo había olvidado... —añade y su mirada intensa se oscurece un poco.

—Estabas enojado, los últimos tiempos...

—Lo sé, no quería verte sufrir por mí.

Hacemos un gran silencio en el cual solo se oye nuestras respiraciones y los sonidos que vienen de la calle.

—Me alegra que estés con Jorge —dice entonces—. Él te quería bien...

—Lo sé... Me apoyó cuando te fuiste... no lo hubiera logrado sin él.

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