62. Melancolía (Sofía)

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El verano es apabullante y decido pasar unos días en la playa, voy sola, o, mejor dicho, acompañada de Elena, que se aparece y se desaparece como se le antoja

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El verano es apabullante y decido pasar unos días en la playa, voy sola, o, mejor dicho, acompañada de Elena, que se aparece y se desaparece como se le antoja. Lleva días sin hablar del amor de su vida y no me ha dado instrucciones para detener la boda, por lo que yo tampoco toco el tema, sin embargo, es buena escuchando y a mí me hace falta una amiga.

—Es extraño, mi mejor amiga de la infancia era un espíritu —comento—. Luego me he enamorado de otro espíritu, y ahora, la única persona con la que hablo de verdad vuelve a ser un espíritu. A lo mejor debería morir de una vez —digo y me tiendo sobre la toalla mientras el sol calienta mi piel. Elena está sentada a mi lado y sonríe. Brilla tanto que desde donde estoy no puedo distinguir entre ella y el sol.

—A lo mejor pronto deberé regresar —susurra con un poco de nostalgia.

—Pero aún no hemos hecho lo que deseabas —digo y me cubro los ojos para mirarla. No hay nadie cerca así que no me cuido para hablar.

—A lo mejor debería confiar más en él y dejarlo tomar sus propias decisiones —murmura.

—¿Te refieres a dejarlo casarse con la otra? —pregunto.

—Me refiero a que quizá tengas razón en eso de que ya no estoy allí y que él debe continuar su vida...

—Pero dijiste que ella no era para él...

—A lo mejor debería dejar que él lo note por su cuenta, ¿no? —inquiere.

—A lo mejor... pero justo me estaba acostumbrando a ti... —susurro y vuelvo a cerrar los ojos.

—Eres una bella persona, Sofía —murmura Elena—, quizás es por eso por lo que tienes el don —comenta—, porque tienes una sensibilidad muy grande y una capacidad de entender a los demás... Mereces ser muy feliz.

—Dudo que pueda serlo...

—¿Por qué? —inquiere.

—Puede sonar trillado, pero es que... no creo poder dejar de amarlo. ¿Puedo amar a alguien más, aunque lo siga amando a él? —pregunto.

—Yo creo que sí... el problema es que tú lo buscas a él en las demás personas...

—Tienes razón, incluso creo que quiero encontrar en él al Agustín que estuvo conmigo y ya no está, ni siquiera en él —suspiro.

—Bueno, eso no lo puedes saber... siempre conservamos nuestra esencia, él sigue siendo él, pero con más vivencias, con situaciones que lo fueron moldeando un poco. Tú también, ¿no?

—Sí... tienes razón... A lo mejor lo que pasa es que he idealizado esa relación intangible que tuvimos. A lo mejor si lo besara perdería la magia.

—Yo que tú iría, me plantaría en frente y le daría un beso para probar —dice con diversión.

—No puedo hacer eso, está comprometido con otra...

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