XX

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Sohen habia visitado a sus padres antes de irse a Madrid. El vocabulario básico del español era un chiste aun a pesar de que Jue le dijo que lo pronunciaba bien. Ella pensó que Jue debía quererla mucho para mentirle de esa manera.

—No te preocupes mucho, mi amiga te estará esperando.

Jue abrazó a Sohen y Anto lo hizo después.

—Oye, voy a escribirte diario como siempre, y sabes que puedes llamarme cuando quieras.

—Voy a llamarte cuando estés dormido para quitarte el sueño—dijo Sohen muy divertida.

—Tu siempre me quitas el sueño.

Sohen tomó el vuelo y aquella era la primera vez que iba al extranjero.
El programa de becas era para su postgrado, y mas que todo enfocado en dirección. Habia sido el señor Joon su inspiración, y era su corazon el que latía con fuerza porque cada vez daba pasos a lo que ella soñaba, y algún día seria una gran violonchelista y pasaría sus años dirigiendo una orquesta como el señor Joon.

Cuando llegó a Madrid vio a Marie con un cartel. Todo había sido muy gracioso porque no podían comunicarse por completo pero el traductor era una maravilla.

Marie trabajaba en la embajada, su agenda no era tan apretada y se habia tomado la molestia en explicarle como llegar a la universidad, y aquello se estaba convirtiendo en una rutina. Levantarse, Marie apurada tomando café y Sohen viendo como ya lista para irse como se siempre Marie se quedaba dormida por posponer la alarma muchas veces.

—Jue me dijo que eres un poco tímida pero no lo creo—dijo Marie observándola mientras caminaban de regreso a casa.

—El idioma, creo que es por eso.

—Ten más confianza, se entiende lo que dices, yo, yo estoy aprendiendo coreano por mi cuenta.

—Puedes practicar conmigo cuando quieras.

—La verdad quiero aprenderlo para cantar a gusto las canciones de bangtan—dijo con entusiasmo y Sohen ya había notado que Marie era fan de ellos, Jue también se lo había dicho.

—No es tan complicado una vez que aprendes el hangul—dijo Sohen.

Era complicado, si que lo era pensó Marie.

Los dias pasaban y era tiempo de que Sohen se mudara, sin embargo Marie le había dicho que seria bueno que se quedara unos tres meses con ella y luego buscara un apartamento, ella no quería que la chica se mudara tan pronto. Se habia quejado de que no tiene compañía y que Sohen le parecía sumamente agradable.

En la universidad Sohen estaba aprovechando todo, la participación en la orquesta de artes era tan prestigiosa que la recomendación con la que había ido no era suficiente para admitirla, sin embargo ahí estaba Sohen.

Nerviosa como cuando era niña y tocó por primera vez, ella podía, lo sabia. Tenía un poco temblorosa la mano derecha, ya lo había practicado y habia mejorado después de un año en fisioterapia ella podía hacerlo.

Respiró profundo y entró a su audición. El sonido de las pizadas en el suelo era lo único que se escuchaba. Se sentó y acomodó el violonchelo. Iba a ser evaluada, y ella iba entregarse por completo a su instrumento, porque eran uno solo y solo así ocurria la magia.

Y fue admitida.

Las clases eran meramente teóricas pero Sohen no había ido a Madrid para perder el tiempo y con ello empezó abrirse una puerta.

—Sus piezas son fenomenales, quiero decirle que habeis tocado mi alma joven dama.

Eran sus piezas.

TODO Y NADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora