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Un viernes en casa, y ahi estaba Jeongsan saliendo del baño con una toalla sujetada a su cadera. El delirio de muchas chicas, era algo que de cierta manera al joven le abrumaba y se preguntaba ¿como su padre había podido con todo eso?

Jungkook estaba en el marco de la puerta de su hijo, recién llegaba del trabajo, el ya tenia su propia agencia, al igual que Namjoon, Yoongi y Hoseok. Cuatro grandes agencias... lo que habían soñado para una vejez.

—¿Papá?—dijo un poco asombrado de que su padre estuviera en su habitación con el rostro serio y Jeongsan se preguntó ¿que hice ahora?— ¿pasa algo malo?—preguntó con la mirada atenta a su padre.

Porque Jungkook era un padre de mucha paciencia, podría decirse que tenia más paciencia que su madre, eran buenos padres, ¿cuantas veces le habían castigado? Unas tres veces, y es que Jeongsan era muy inquieto, y la única vez que su padre le hablo con un tono elevado fue cuando no llegó a dormir a casa. Oh, su madre estaba hecha llanto porque no podían localizarlo, todo era por un amor de adolescencia, que no duró más de cuatro meses.

Una imprudencia y Jeongsan lo reconocía.

—Tu madre esta dormida... ¿Porque no me llamaste? O la hubieras llevado al médico—dijo Jungkook. Y es que Sohen se exigía mucho cuando se trataba de la orquesta. No era algo con lo que Jungkook pudiera discutir porque era lo único en lo que Sohen se mantenia ocupada.

—Sullie me llamó y vine corriendo, y llamé al doctor Choi y la revisó, dijo que solo era cansancio... regañó a mamá, y dijo que se tomaría con calma las cosas, y espero que lo haga.

—Tu madre parece escucharte más a ti que a mi, pero, aun así, me hubieras hablado.

—Papá... ¿que haré con ustedes dos? Me ponen entre la espada y la pared, mamá dijo que ni se me ocurriera llamarte.

—Hazme caso a mi—dijo Jungkook y se percató del tatuaje en la espalda.

Jeongsan ya tenia veintiuno, y a diferencia de Jungkook que solo se tatuó el brazo, su hijo tenia la espalda tatuada y también ambos brazos. Y a diferencia de Jungkook, su hijo si era bien visto con tantos tatuajes en las cámaras, era como verse a el mismo años atrás.

—¿Te quedaras hoy?—preguntó Jungkook, y es que su hijo ya tenia una vida independiente, tenia un apartamento cerca de la universidad y del trabajo.

—Los fines de semana son en familia papá, sabes que siempre me quedo... y Sullie no va a perdonarme si no estoy para su cumpleaños a primera hora.

—Bien... le diré a tu hermana que pida de cenar.

—Bajaré en unos minutos—dijo Jeongsan y vio a su padre cerrar la puerta.

Y ahi estaba Sullie. Su hija producto de su momento de adolescente hormonal, que si bien estaban emocionados por el embarazo, no quitaba que estuvieran nerviosos por que era delicado, pero Jungkook no se arrepentía de tomar a su esposa con el descaro que le invadio ese día, porque el estaba seguro que fue esa vez cuando Sohen quedo embarazada, y ver a su hija solo le hacia pensar que no se arrepentía de no usar el preservativos como Sohen se lo había pedido.

—¿Papá?

Jungkook bajó la mirada y su hija le miró con malicia. Y oh si, Sohen no se equivocaba cuando decía que sus hijos eran muy parecidos a el, y esa cara solo significaba que su hija quería algun permiso.

—¿Quieres algun permiso?—preguntó Jungkook y solo pudo sentir los brazos de su adorada hija abrazarle.

—Mamá dijo que te lo dijera a ti porque  tu eres el mejor papá del mundo, ¿no soy yo tu hija más querida? Soy tu única hija, te lo diré como siempre, no pude tener mejor padre que tu, de eso estoy segura.

TODO Y NADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora