Estoy aturdido. Ahora estoy más que convencido de que los números sí tienen envergadura. Pero ¿qué rayos podrían significar? ¿Sería de vida o muerte su relevancia? ¿Por qué a Carmen le apareció ese número y a un lado la palabra «error»? Todo resulta muy ininteligible. El Tumor estará lleno de cosas alegóricas; puedo presagiarlo desde ahora.
Me llega un abatimiento extremo y empiezo a sentir que lo mejor es morir de una vez, que tal vez sólo perderemos tiempo tratando de sobrevivir, pero mi asidero aparece al recordar que no seríamos como todos los que entran cada año; nosotros encontraríamos algo, por muy pequeño que sea, pero lo haríamos.
—¿Y ahora? ¿Adónde se supone que tenemos que ir? —les inquiero a ambas. Siento en mi rostro una expresión furibunda, así que la deshago al instante.
—No tenemos sol. Creo que deberíamos esperar aquí hasta que salga —responde Carmen.
Yo no logro conciliar el sueño, así que sólo me quedo meditando seriamente en si volveremos a nuestro domicilio algún día. Definitivamente no quiero morir, y menos en las condiciones posibles en las que podría hacerlo aquí en el Tumor.
Gracias a que contemplo con maravilla el estrellado éter nocturno y oigo los ronquidos casi mudos de Carmen y Katie, paso por la magnífica experiencia de saber que soy el único ser humano a la redonda con la mente despierta, y ese pensamiento me maravilla.
Los rayos del sol por fin pegan sobre esta nueva tierra para mí llamada Tumor, un terreno que no puede ser díada con la Tierra Original ni en lo mínimo. Es sorprendente saber que estoy despertando en un punto completamente diferente al de la reciente mañana anterior.
Hago diferentes estiramientos en mi cuerpo para hacer tronar mis huesos. Bostezo en más de tres ocasiones. Es la primera vez que duermo sobre pasto, y la verdad que no estuvo nada mal. Incluso estuvo mejor que las muchas veces que dormitaba en mi habitación.
Estoy contento. Tengo la impresión de que tendremos profusa vegetación. El agua del río además parece estar muy limpia. Jamás hubiera augurado nada de esto en meses anteriores. Cuando me enteré que éste sería mi paradero, tengo que confesar que lloré. ¿A qué adolescente con ya toda una vida exitosa planeada le gustaría que le dijeran que va a ir a tierras desconocidas para, prácticamente, dejar de existir?
Me sujeto con mis manos de los músculos de mis pubescentes piernas y me siento. Miro con mis ojos rasgados a mis lados. Ellas ya están despiertas.
—¿Qué tal, eh? ¿Durmieron bien? —digo, acomodándome el cabello. Sacudo más de cinco insectos pequeños.
Carmen asiente y se pone de pie mientras zarandea su vestido.
—No está tan mal —comenta Katie con su tierna voz, mirando curiosa a su alrededor.
Me alejo tantito a un suelo más llano para caminar y poder estirarme con más facilidad. Paso al lado de la exorbitante cantidad de árboles que hay en el contorno del bosque. El olor es a hierbas y a tierra húmeda. Es agradable. Seguro de aquí vendrá nuestra pitanza.
—En la noche estuve pensando en qué haríamos al día siguiente —comenta Carmen, viniendo junto con Katie hasta donde estoy—, y creo que deberíamos recolectar suficiente agua y comida de alguna región adyacente, pero antes de eso tenemos que encontrar un objeto para poner lo que acumulemos.
—El mejor recipiente son nuestras manos —sugiere Katie. La miro con extrañeza.
—¿Y el agua? —le replico, rompiendo su idea—. Además, necesitamos mucho alimento. No cabrá todo en nuestras pequeñas manos
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Tumor (Keykeeps #1)
Science FictionAño: 2140 Desde hace décadas, un extraño material ha estado cayendo a la tierra: la gente lo ha adoptado como Tumor. Cada año, los jóvenes pobres de diecisiete años son enviados a esta misteriosa zona para que puedan así explorarla y descubrir...