—No vamos a ir con La Puercos, ¿verdad? —digo a Charli, castañeteando los dientes de frío.
—Es la única forma de ganar puntos de manera rápida, y si tú lograste hacerlo con Freck, ¿por qué yo no?
—Pero...
—De todas formas no habrá problema. Es la medianoche; ya no estará despierta, eso es inequívoco. Hay que aprovechar.
—De esa manera suena apetecible, pero, ¿y si le dan medicina como lo hacen con Rossy? —pregunto, expulsando inquietud.
—Pues ahí sí, mi querido Joseph, estamos arruinados.
—Si tú lo dices...
Me acuerdo en eso de Kev y de que tengo que servirle de cenar.
—Tengo que ver a mi perro. Necesito ir a mi habitación antes. No me demoraré.
—Te acompaño. Quiero verlo. Amo los perros.
Durante el camino a mi cuarto, ella canta una canción que no tengo la más mínima idea de cuál es. La primera impresión que tengo de Charli es que es una persona agradable y feliz. Pero tal vez no sea así. Ya la iré conociendo con el pasar del tiempo. La conoceré en sus peores momentos si es que encontramos a La Puercos despierta.
—¿Y tú por qué se supone que no tienes sueño? —le pregunto.
—Pues no sé... —Alenta un poco el paso—. Creo que es porque no he estado durmiendo bien. Algunos días duermo cinco horas mientras que otros duermo doce. Es muy variado. Estoy muy descontrolada.
Cuando llegamos, veo a Kev acostado en un cojín sobre la cama, durmiendo. Entramos lentamente, pero parece que es imposible no despertarlo. De inmediato se avienta al suelo y empieza a correr por toda la habitación. Salta frente a mí tratando de llegar muy alto.
—Tranquilízate, Kev...
—Qué guapo perro —comenta Charli, intentando acariciar a Kev.
Sirvo comida y agua en los platos mientras Charli carga a Kev. Nunca había visto su lado juguetón. Me duele el hecho de dejarlo solo otra vez, pero tenemos que ir a trabajar.
—Por cierto, tu cuarto cero ramplón, eh... —dice entre risas mientras aprecia el desastre que tengo. No he podido acomodar, y por lo visto no pasan a asear las habitaciones. Sería ya mucho pedir.
Antes de irnos, le rasco su pequeña cabeza y lo abrazo a la vez que él saca la lengua con desesperación.
—Te prometo que no tardaré —le digo, aun a sabiendas de que es como si a mí alguien me hablara en hindi.
El hecho de que pose su mirada en nosotros mientras abandonamos la habitación me hace sentir peor, así que volteo la mirada hacia el pasillo exterior y trato de no pensar en el mal padre que soy. Bueno, no realmente. En parte, también trabajo para tener puntos y poder saciar su barriga.
—¿Y si nos lo llevamos? —pregunta Charli.
—Ojalá pudiéramos, pero te recuerdo que vamos a trabajar, no a dar un tour por el pueblo.
Finalmente, cierro la puerta de mi habitación y comenzamos a descender las escaleras.
—Quien nos viera a estas horas pensaría que vamos a salir de farra, sabes... —dice Charli, metiéndose las manos a sus mangas para calentarlas.
—Pero, oh sorpresa, vamos a limpiar baños. —Río porque es una triste realidad. Nos indultaremos en los baños.
El gélido aire nocturno zarpa sobre nuestros cuerpos como olas rompiéndose en la costa. Este clima nunca lo había experimentado, y es horrible. Lo bueno es que llegamos rápido a los baños, y al menos los muros sirven como septos que nos refugian. El frío está presente de todas formas, aunque es más soportable aquí dentro. Qué bonito sería estar acostado en camita, con los trasquilones de Kev en mi cara y una buena cantidad de cobijas cubriendo mi cuerpo.
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Tumor (Keykeeps #1)
Science FictionAño: 2140 Desde hace décadas, un extraño material ha estado cayendo a la tierra: la gente lo ha adoptado como Tumor. Cada año, los jóvenes pobres de diecisiete años son enviados a esta misteriosa zona para que puedan así explorarla y descubrir...