CAPÍTULO 28

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Algo en mi interior implosiona y una sensación nueva se forma, tal vez un sentimiento de lástima y pena por los humanos que están atentando contra la seguridad de Steel City.

—¡No, no lo puede hacer! —grito desde mi lugar, intentando hacer llegar mi voz hasta el dirigente—. ¡Si lo hace, dirigente, empeorará las cosas!

—¡Tú cállate, niñito baboso! Tú fuiste el que le pagó un periplo a la nube por casi todo el mundo. ¡Abstente a las consecuencias!

—Sí, lo sé —saco valentía de quién sabe dónde para continuar hablando—, pero hay otras maneras de resolverlo. Tal vez el video no fue buena idea. Lo mejor es dar a la gente lo que quiere, lo que anhela: un cambio para bien —sugiero.

Otras explosiones de menos intensidad suenan durante medio minuto. Cuando acaban, el dirigente replica:

—Joseph, feo, ¿acaso crees que no hemos dado absolutamente TODO POR EL BIENESTAR DE LA GENTE? Lo hemos hecho, el problema yace en algo: lo que a la naturaleza se le va, mereciéndolo o no, nunca regresa, y eso es lo que ha pasado. Está habiendo una escasez extrema de agua, comida, animales, ¡de todo!

Me sigue contando sobre la coalición supuestamente infructuosa que tienen con Utopia City, quien tiene el poder total del Tumor, y me comenta que ellos ya no están cumpliendo como debe ser. Sinceramente no sé si creer esto o no, dado que nunca me ha tocado lo que se llama «sufrir a causa del gobierno». Pero es en estos momentos de adversidades en los que, después de diecisiete años, se me están abriendo los ojos.

—Entonces, dime —cambia su temperamento; ahora está más tranquilo, a pesar de saber que su hogar está en riesgo mientras no haga algo pronto al respecto—, feo, ¿tienes algún otro plan?

«Piensa, piensa... ¿Un nuevo video?, ¿comida gratis?, ¿una compensación económica?, ¿prometer que no se errará más en asuntos de vida y muerte, tales como alimentación y salud?»

—No por el momento; trataré de pensar en algo, pero por favor —suplico—, no haga daño a la gente. No rompa una capa de violencia con acciones ultraviolentas.

El dirigente vocifera palabras inconcebibles que son ahogadas por más explosiones. Después, sacude la cabeza y habla:

—Únicamente por esta ocasión no emplearé las bombas; en cambio, usaré unos sueros que dejarán inconsciente durante un par de días a toda esa muchedumbre quejumbrosa. Espero que para entonces ya tengas un plan en mente, o si no, definitivamente se hará uso de bombas atómicas.

«¿Logré persuadirlo? Yo, Joseph, un feo más, ¿acabo de persuadir al dirigente de la superpotencia Canadá para que no use unas bombas?» Sin embargo, no todo está a salvo, pues tengo que pensar en un plan convincente en menos de cuarenta y ocho horas. De lo contrario, cientos de personas morirán, y al enterarse el resto del mundo de aquello, un caos mundial se desatará.

—Está bien... Estoy totalmente de acuerdo. —Una lluvia de alivio cubre mis adentros.

Antes de poder salir del refugio, el dirigente le pide a Fidelidad que muestre en pantalla las cámaras de seguridad que hay dispersas por toda la ciudad. Todas muestran un lugar en paz y tranquilidad. La estela de las manifestaciones es imperceptible; estamos a salvo.

La evacuación entonces comienza, siendo los que están sentados hasta adelante los primeros en subir por la rampa, seguidos por los de la siguiente hilera y luego la que sigue. En no mucho tiempo le toca a mi hilera salir, así que me pongo de pie y comienzo a ascender. Me encuentro con el dirigente en la rampa.

—¿Me podría indicar, si tiene a bien, cuál es mi habitación? —pregunto con tanto respeto y sumisión como puedo.

—No puedo —su voz sale tranquila, aun con las explosiones de fondo; me extraña—, me encargaré en este momento de propulsar el suero por el cuerpo de los indigentes. Pero te digo la ubicación rápidamente: es en el edificio que está yendo a la derecha al salir de mi residencia y doblando la esquina de esta misma cuadra. En frente estará el Hotel HOGAR. Tu habitación es la 3012, en la planta 121. —Me entrega una tarjeta hecha de piedra. Lo único que hay en su tallada superficie es un código de barras.

Tumor (Keykeeps #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora