Dejo la máquina en el suelo y derramo las pocas lágrimas que quedan en mis ojos. Coloco las palmas de mis manos en mis ojos, quedando en una oscuridad apta para meditar.
La fisonomía de los mensajes me deja mucho por pensar y desenmascarar. No tanto por el hecho de decidir entre detener o no al dirigente, ya que no soy tan blandengue como para acatar las órdenes de una persona misteriosa detrás de una máquina. Lo que espolea mi preocupación es pensar en el punto de origen por el que alguien se encontraría en una situación súper inusual: en el océano, diciendo que está pudriéndose y que necesita ayuda. Es la experiencia más ilusoria que he oído en mis diecisiete y cacho años de vida.
Una teoría podría ser que simplemente la persona necesitada es alguien cualquiera de la Tierra Original que, como la mayoría de la población mundial, desea con un fuerte carácter iracundo algo que frene al dirigente. Lo extraño es que, si fuera cierto, ¿qué haría alguien así conectado a una computadora que se encuentra casi en el borde de la cuidad? ¿Cómo estaría Katie enterada de ello?
Me libero de mi ensimismamiento y despego mis manos de mis ojos. Miro a la pantalla, la cual otra vez ha comenzado a desprender tan ensordecedor pitido; hay un nuevo mensaje. Mis ojos hesitan entre poner atención en el nuevo mensaje o no. Mi cerebro, sin embargo, los obliga a hacerlo.
«tuU tIooOo Ruusia Fforstal Frnch in Zee»
La frase completa carece de coherencia para mi mente. Por más que haga y deshaga, no hallo sentido alguno.
«¿Como? No entiendo»
De nuevo, mi cuerpo comienza a temblar y una posible disnea comienza a apoderarse de mí. No tiene nada de divertido hablar con un extraño en un lugar abandonado mientras un lastimoso sonido revienta tus oídos. Pero no me largo, porque ¿qué cosa interesante podría hacer en la mansión o en mi habitación, encerrado? Esto, en cambio, parece ser de vital importancia.
«FrencHH in Zee en RRusia ForesttAl»
Miro todas las palabras unas cinco veces. Corregido, en mi cabeza queda algo como «French in Zee, en Rusia Forestal». Es una ubicación que, por cierto, está al otro lado del planeta. ¿Qué se encuentra allí? ¿Carmen o algo por el estilo?
«¿Que hay en ese lugar?», envío. Mi mirada se queda en el estrecho espacio que hay entre mi último mensaje enviado y el contorno de la pantalla. Justo ahí aparecerá el mensaje de la persona misteriosa que, por su manera de escribir, puedo intuir que se trata de la misma de hace un rato; aunque tal vez ya no está en apuros.
La réplica corta llega en minutos:
«Laa CRuaTura , la segnda en pRrwcer»
«¿Como?», envío rápido para no tener que ponerme ansioso al esperar tanto por una respuesta. Creo tener una idea de lo que el humano está tratando de comunicarme, y es por eso que es el siguiente mensaje el que más espero de todos.
Una oleada de emociones llega a mi corazón. Me estremezco; sí es lo que pensaba:
«el KeykEeep aHí ESstA ,Een Elll RancHo 88 Bajode laa CCarretila».
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Tumor (Keykeeps #1)
Science FictionAño: 2140 Desde hace décadas, un extraño material ha estado cayendo a la tierra: la gente lo ha adoptado como Tumor. Cada año, los jóvenes pobres de diecisiete años son enviados a esta misteriosa zona para que puedan así explorarla y descubrir...