—¿Cuáles intenciones? —Mi voz suena fría, como la de un pequeño que exige saber adónde se ha marchado su madre. Como si hubiera soltado una coz.
El mentado dirigente baja su cabeza de nuevo para mirarme a mí, al ser llamado Joseph. Este último sujeto escandaliza demasiado cuando contempla las perlas que reposan detrás de los párpados del que yace en la cumbre de la lista de las peores personas en el planeta.
—Las sobredichas intenciones, niñato inmaduro, no son para ti —casi escupe las adustas palabras. Me tengo que largar de este lugar antes de que la fase de ira se apodere de él y comience a zaherir hasta a la pelusa que cae en su abrigo—. ¡Intenciones que tu cabeza hueca no serían capaz de procesar!
Me pongo de pie y, con cuatro piedras apretujadas en mis bolsillos, me voy alejando a paso lento del sitial. Los ojos del dirigente están vívidos con fuego mientras los míos desparraman agua; ésa no es una buena combinación. Si en mi boca no hay requiebros, es mejor que ya no continúe la conversación.
—Gracias. No lo molesto más.
—¡Tremendo desatino!; la molestia me vendrá a visitar si pasas por alto las fijas ordenes que te he impuesto firmemente. Ahora, puedes quitar las plantas de tus pies de mis losetas.
Echo una última mirada de gratitud al dirigente y salgo de la mansión. Si pudiera describir el estado en que me encuentro actualmente, sería «ciscado, alegre y un poco aliviado». La razón es evidente: la furia, bondad y compasión que mostró el dirigente me provocan estar en el antedicho estado. Si algo resulta de la unión de las cuatro piedras, en un futuro cercano le voy a tener que deber una.
Regreso al jet manual. Cuando mi espalda mascullada por diversas causas siente la comodidad del respaldo de mi asiento, lo único que puedo hacer es proferir un suspiro de satisfacción. Por fin tengo las hermosas cuatro piedras conmigo, aunque sea temporalmente. ¡Por fin! El deseo por la llegada de este momento nació en el momento en que me enteré por palabra de Jiggla que existen cuatro animales del mismo tipo en la tierra entera. Y hoy puedo decir con alegría que he matado ese deseo. De las pocas veces en que una muerte no duele y hasta te alegra: cuando se trata del perecimiento de un buen deseo sano que lleva tiempo arraigado en uno.
Si dos de sus hermanas lo tienen, esta nueva piedra también lo debe de llevar consigo: tiene que haber unas letritas en alguna parte de su irregular superficie (inacabable si se mira con la poderosa lupa).
Tomo la lupa y ubico la piedra en mi regazo, que es donde la luz del exterior pega con más fuerza. Examino primero las esquinas y toda la orilla, y no encuentro nada más que el número cuatro. Luego pongo la lupa sobre cada una de las palabras; encima de la palabra «fin» está la frase escondida que busco, la cual dice:
NON PORELEREBET: EL CóDiGo "PLTUPLHEPLHACONEXIONCAMIN" en la bóveda de arista.
—¡Genial! —musito. Ahora sé que hay otra forma más de seguir quitando la máscara a un misterio. Y que mejor que yendo a un punto que tengo relativamente cerca y que ya he visitado con anterioridad: la bóveda de arista, donde no pasé el mejor momento de mi vida.
De primeras (y como conclusión final) entiendo que hay que poner ese largo código en la máquina con que entablé una horrible conversación. Fue también esta persona la que me condujo a encontrar el segundo keykeep y, por tanto, el tercero y cuarto. Creo que es la persona que más me ha sido de ayuda durante este viaje. ¡Y ni siquiera nos conocemos!
Vuelvo a bajar del jet y me traslado a la orilla de la ciudad. Llevo conmigo las cuatro piedras y la lupa. Esta última es un tanto ociosa, pues ya me he aprendido por la emoción el código inscrito. De todas formas, es mejor que me prevenga.
Una vez que llego a la sombría construcción curva, un montón de recuerdos me azotan y me sacuden violentamente de un lado a otro. La oscuridad en el interior y el molesto pitido del computador empeoran todo. No puedo hacer enmienda alguna de estos inquietantes pensamientos.
Lo último que hay en la iluminada pantalla en el centro del cuarto es mi plática con la persona que, supuestamente, estaba sufriendo. Pobre ser...
Tecleo con mis desmañados dedos la clave que la piedra proporciona, para seguir con esta onda de detective. ¿De qué ayuda me podría servir introducir un código en una máquina vieja? Mi mente está completamente en blanco. Existen indicios y pistas con los que puedo hacerme una idea o un par de ideas de a qué me llevará una situación, pero con un código que viene en una piedra anteriormente enterrada y que tiene como fin ser introducido en un remoto lugar... ¿A qué cabeza sana se le podría ocurrir aunque sea un poquito?
El pitido cesa, y me sobresalto: un mensaje nuevo ha llegado:
«SISTEMAS OPERATIVOS (El Maese) cita: "Seres cableados y tecnologías son la nueva modernidad". Conectando... Favor de esperar... #89&@09...»
Expectante, miro a la pantalla. ¿Esperar a qué? Estoy miedoso, ansioso, eufórico...
«Sitúa las cuatro adquisiciones en las cavidades que se iluminarán a continuación en el suelo. Colócalas en orden según el número de cada una.»
Cuatro círculos medianos de color rojo sólo por el contorno aparecen al instante frente al cubo y la máquina. No me detengo e introduzco hasta la izquierda la piedra número uno, la de Rusia Forestal; luego pongo la dos, que es la primera que encontré en el Bosque Vechnyy; seguido de ésta coloco la segunda que encontré en el mismo bioma; y finalmente pongo la que me prestó el dirigente.
Todo se apaga: las luces de las cavidades, el brillo de la pantalla, las luces del exterior, ¡todo!
En mis adentros grito y me dejo llevar por el pánico, el cual embota mis sentidos. Expectación hay en mis cuencas, haciendo que mis ojos miren hacia todos lados; pero no encuentran nada, sólo densas y frías tinieblas. Para hacer todo peor, las imágenes de los keykeep comienzan a aparecer en mi mente. ¿Y si aparece un ejército de estas horribles cosas? ¿Y si me hacen daño? Si alguien mentara algo relacionado con estos animales frente a mi oído, seguro que caigo inconsciente.
La sinrazón de los sucesos se hace añicos: la pantalla se prende, pero ahora con un fondo negro... y letras blancas:
«Sé precavido. Busca lo necesario con tino y no pierdas el tiempo. Dispondrás de cinco minutos. Tendrás que encontrar toda la información relacionada con los keykeeps. Muévete con urgencia.»
La lógica de todo enflaquece nuevamente. No sé ni un poco a que se está refiriendo este mensaje, pero entonces aparece otro y todo se aclara:
«Podrás manejar una cámara de seguridad por laZona X.»
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Tumor (Keykeeps #1)
Science FictionAño: 2140 Desde hace décadas, un extraño material ha estado cayendo a la tierra: la gente lo ha adoptado como Tumor. Cada año, los jóvenes pobres de diecisiete años son enviados a esta misteriosa zona para que puedan así explorarla y descubrir...