CAPÍTULO 20

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Por donde sea que lo mire, Carlo me cae un poco mal. Me parece una persona que es acérrima defensora de lo que no le pertenece, y yo detesto esta clase de seres. También presiento que es una persona peligrosa, y me resulta algo imponente cuando me dirige la palabra.

Salgo del caluroso pequeño compartimento y voy al asiento que está a un lado de Charli, o Amanda. Me tumbo y me acomodo con libertad en el cojín. Echo a Kev encima de mí y Charli me ayuda cargando a la perrita.

—¿Todo bien? —me pregunta ella. Ya no se parece en lo absoluto a la Charli de antes. De hecho, no sé cómo pude averiguar su identidad hace unos momentos. Se hizo bastantes modificaciones en todo su cuerpo, desde extensiones en su ahora rojiza cabellera hasta un aditamento extra de un dedo en cada una de sus manos. Quedo muy bonita, desde mi punto de vista. Mucho mejor a como yo quedé.

—Pues nada, sólo que me cae un poco mal Carlo —respondo, con seriedad en mi voz.

—Pues ¡mándalo a la loma! Es un creído. —Me causa gracia el acento con que lo dice.

No sé qué contestar al respecto.

—Cambiando de tema, ¿sabes algo de Freck?

—Sí: está con los diamantes.

—¿Apoco también quiso ser explorador? —Me asombro.

—¡Pues obvio! Por algo los tres somos amigos, ¿no? Compartimos sentimientos en común.

Me parece una coincidencia, ya que se supone que es muy poca la gente que quiere serlo. Pero podría ser cierto lo que dice Charli: tal vez por eso nos acoplamos el uno con el otro de una buena manera.

—¿Y sabes si hay alguna forma de que podamos verlo?

—Creo que no. Generalmente nunca coinciden los lugares a explorar en los equipos.

Platicamos de muchas cosas más. Ella me cuenta que le gusta la gente y el estilo de la ciudad mientras yo le digo que me parece basura. Conversamos también acerca del discurso del dirigente de Utopia City. A ambos nos pareció genial, y él nos cayó muy bien.

Mientras las palabras fluyen, empiezo a recordar todas las cosas por las que he pasado desde que entré al Tumor. Esto lo efectúo inconscientemente ya a diario —a cada momento—, y la verdad es que me gustaría dejar de hacerlo, pues a veces sólo provoca que se me aneguen los ojos.

Llego a la parte en que entré al equipo de exploración Zafiro. Un suceso ocurrido en ese punto me causa confusión.

—Hay algo que no entiendo: ¿por qué cuando llegué, Jiggla me dijo que ya iban dos años desde que no recibían a ningún integrante nuevo? Y luego estás tú... ¿Acaso hiciste una clase de viaje en el tiempo o algo?

Al decir lo último, ella ríe ligeramente, como si acabara de decir una barbaridad.

—No digas tonterías. Lo que pasa es que originalmente yo estaba en el Equipo Diamante, pero debido a una situación me cambiaron a este equipo.

—¿Qué situación?

Se sonroja, y ríe con pena.

—Es que le contesté de mala manera al jefe del equipo.

No puedo evitar preguntarle el porqué:

—¿Pues qué le tuviste que haber dicho para que te cambiaran de grupo?

Equis; algo sin importancia, pero él explotó.

Su cara denota que quiere reírse, y de hecho muy en alto, pero lo contiene. Quisiera que me contara a detalle la historia, pero sé que no lo va a hacer, y menos aquí, a oídos de todos.

Tumor (Keykeeps #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora