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CAPÍTULO SIETE🍁 conociendo a las chicas gilmore

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CAPÍTULO SIETE
🍁 conociendo a las chicas gilmore

En mi poca experiencia con una figura parental que muestre interés en mi persona, sumé a la lista de conocimientos que nunca era un buen momento para decirle a mi padre sobre mi nuevo primer trabajo

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En mi poca experiencia con una figura parental que muestre interés en mi persona, sumé a la lista de conocimientos que nunca era un buen momento para decirle a mi padre sobre mi nuevo primer trabajo. Hubiera mentido de saber que estuvo al borde de acusarme con mi madre. Una acción como esa en el mundo de Mitch, quien tenía cero relaciones con ella, era una gran alerta roja. Parte de mi hubiera pagado por ver su cara, ella hubiera estado horrorizada, murmurando incoherencias y dando caladas interminables a sus cigarros mentolados que apestaban el invernadero.

Si, hubiera, porque Mich no la llamó.

En su lugar, procedió a dar una charla sobre mi poca necesidad de trabajar. Comenzó hablando de la escuela, el típico «tu única responsabilidad es el estudio», diciendo que esperaba que termine mis estudios sin distracciones innecesarias, sobre todo porque mi nivel de educación disminuyó desde que me transferí de una institución privada como lo era Constance a otra como lo es la secundaria de Stars Hollow. Siguió diciendo que él creía proveer el dinero necesario para mis gastos diarios, que lo que hacía con dicho dinero no era su problema o de su incumbencia, como doctor que era sabía que una mujer adolescente necesita sus cosas. Y era verdad, no voy a mentir, Mitch era generoso a la hora de soltar billetes. Pero yo tenía mis planes... parte de mi mesada iba dirigida a mis gastos diarios y el resto lo guardaba en la caja debajo de mi cama para un futuro coche con el que planeaba conducir hacia cualquier lugar, sola, que me lleve lejos de Connecticut. Por muy mano suelta que fuera mi progenitor, ni en los años que me faltaban para terminar la secundaría alcanzaría a ahorrar para un auto decente que no se destartalara.

Finalmente, habló del dinero de mi madre. Por la expresión que puso, advertí que no le hacía gracia y no decía nada porque todavía no confiaba en que yo acepte sus palabras como padre. Mi madre guardaba una cantidad exagerada en mi cuenta bancaria, dinero que no vería hasta después de graduarme de la universidad —si es que alguna vez se me ocurría pesar en asistir a alguna—, por lo que ese dinero no contaba en mi cerebro. La verdad era que no estaba segura de querer aceptarlo tampoco, porque no era precisamente del bolsillo de mi madre, o algo que ella trabajó duro para ganar, no. Todo era producto del trabajo de su marido y él no era mi padre, para mi buena suerte.

The reason | Jess MarianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora