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CAPITULO DIEZ🍁 maldita primavera (1)

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CAPITULO DIEZ
🍁 maldita primavera (1)

Maldita primavera, maldigo, sentada en la banca bajo los primeros rayos solares del día

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Maldita primavera, maldigo, sentada en la banca bajo los primeros rayos solares del día. Cuando salí de casa, quince minutos atrás, hacía frío, cuando llegué a la plaza sentí calor, mientras esperaba sentada volví a tener frío y ahora el sol se encargaba de hacerme sudar, otra vez calor. El clima de la nueva estación era confuso y sin duda lograba poner de pésimo humor a cualquier persona sensible como yo.

Aunque, en realidad, de eso ya se encargó Mitch temprano por la mañana.

El susodicho creyó que sería una estupenda idea despertarme un sábado a las cinco de la mañana para esperar un presunto paquete que llegaría en su nombre a la parada de bus. ¿Sospechoso? Ya lo creo. Esperaba cualquier cosa, como que no llegué nadie, por ejemplo, y me haga esperar ahí como parte del castigo que nunca tenía fin. Porque si, estaba castigada hasta la coronilla. No salidas, no películas y lo más importante, no Jess. Me salía con la mía en la escuela y el comedor de Luke, pero eso era todo. Me castigaron con todas las letras por primera vez en dieciséis años y vaya que sabía amargo. Como sea, no tuve la más mínima oportunidad de negarme, tampoco me propuse intentarlo considerando que la situación que me llevó a un prominente castigo, que no solo me involucraba a mí, sino también a mi querido amigo Jess, reboso el límite de lo permitido por Mitch Stratford.

—Sabes, si querías tráeme a tu habitación no tenías que excusarte con la casetera rota de la sala, simplemente podías haberlo pedido —me molestó, inclinado sobre el respaldo de mi cama.

En una posición inversa a la suya, boca abajo, con los pies apuntando al respaldar, le asesté una patada en el brazo haciendo que las palomitas que tenía en la mano y que se iba a llevar a la boca, volaran por toda la cama.

—Lo dice el pervertido que se metió en mi habitación sin permiso cuando estaba tomando una ducha —acusé, mirándolo sobre mi hombro—. Sin mencionar que estaba sola en mí casa. ¿Quién eres? ¿El acosador nocturno?

—Sobre eso... —Ya veía llegar otra broma.

—¿Qué no puedes mirar la película, Ricky?

—Sigue hablando de un asesino serial, recuerda que cuando yo me vaya te quedas sola.

The reason | Jess MarianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora