America Stratford vivió toda su vida entre guantes de seda y cócteles, pero cuando a los dieciséis años su padre aparece y la idea de pasar los últimos años de preparatoria con él en un pueblucho de Connecticut es puesta frente a ella, todo su mundo...
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CAPÍTULO DIECISIETE 🍁 Nueva York te odio. Sinceramente, America
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—Qué envidia, no te imaginas lo que daría por asistir a una reunión de la alta sociedad Neoyorquina —divagó Tallie con ojos soñadores mientras bajábamos de su coche. Ella tan liviana como una pluma y yo con una maleta que parecía contener un cadáver.
La observé sobre el techo rojo de su nuevo auto.
Ilusa. Si tan solo supiera.
—¿Qué?
—Nada —negué, cuando nos encontramos en el maletero y comenzamos a caminar juntas—. Siempre puedes ir en mi lugar si tanto te apetece —repliqué, acarreando el equipaje.
Por fin había llegado el maldito día en que volvía a casa. No se asusten, no pensaba quedarme allá, de hecho iba con muy mala predisposición. Pero no había podido negarme. Mis exámenes concluyeron y al ser una buena estudiante con notas sobresalientes fui libre de asistir la última semana, lo cual no era el caso de la chica de piel morena que me acompañaba.
Había seleccionado la clase de ropa que no escandalizaba los ojos de mi madre. Aunque no estaba segura de que tuviera en posesión ese tipo de atuendo. Tras un tiempo viviendo en la tranquila Connecticut eché toda mi antigua ropa al fondo oscuro de mi armario. No necesitaba faldas elegantes, camisas de botones de diseñador, ni zapatos de tacón que no sé por qué en su tiempo pensé que era una genial idea llevar conmigo. Además de que mi gusto por la moda sufrió un breve cambio y ahora, a mi manera, me vestía con ropa simple.
Tallie resopló igual que si hubiera dicho algo absurdo.
—Imposible verme tan bonita como tú.
—Exacto, porque eres más bonita que yo.
—¡Pero qué dices! Eres sin lugar a duda la chica más hermosa de todo Stars Hollow. La única que no se ha dado cuenta todavía eres tú. Traes a todos los chicos locos con esos ojos verdes —su sonrisa se ensanchó—. Nuestro capitán de basquetbol es un ejemplo. Es guapísimo, inteligente y un deportista de primera. Podría tener a cualquiera y ahí todo lo tienes de la cabeza por tu amor. Es increíble, lo único que dice es "America esto, America lo otro".
