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CAPÍTULO TRECE🍁  dulce y estúpido ponche

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CAPÍTULO TRECE
🍁  dulce y estúpido ponche

La vida es complicada cuando tienes tiempo libre y lo único que haces es pensar en cosas estúpidas

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La vida es complicada cuando tienes tiempo libre y lo único que haces es pensar en cosas estúpidas. Básicamente eso hice los siguientes días a mi pelea con ya saben quién. Y es que siempre terminaba en lo mismo: yo fundiéndome en la rutina, enfocando la mente en obtener buenas notas y en una tarea que consideraba más difícil que aprender teorías matemáticas, socializar.

En casa lo hice con Kelly. Le di una oportunidad a su persona de pasar la coraza de negación que creé especialmente para situaciones familiares como tal y me sorprendí a mí misma siendo embelesada por esa extraña mujer. Extraña en un buen sentido. No lo expresé en voz alta, ni lo haría, no, ya que eso requiere de un poco más de tiempo.

Luego, puse en práctica mi carisma en el instituto, abriendo mi cabeza y soltando cualquier prejuicio que tuviera, que eran muchos he de decir, sobre los adolescentes que me rodeaban todas las mañanas de mi vida de nueve a tres treinta. Algunos no estaban mal, como Ash por ejemplo, y una o dos chicas de mi clase que no parecían odiarme por caminar los pasillos acompañada del guapísimo capitán del equipo de basquetbol.

El resto del tiempo fingía que no estaba furiosa con Jess.

Hablando de roma...

—Felicidades —bufé, echando sobre su mesa el proyecto de historia que terminé por él antes de que todo se fuera al demonio.

Sus ojos marrones abandonaron la lectura que tenía demasiado cautivado para reparar en el mundo real y se centraron en los míos. Y aquí es donde confirmé algo que llevaba notando hace poco tiempo. Ocurría algo extraño. Había algo diferente en su mirada, ya no era la mirada filosa que solía disparar todo el tiempo, en ocasiones a mí. Tal vez se trataba de un delirio personal, no me sorprendería de ser así, muchos aspectos empezaron a cambiar en mi vida, pero... creía haber hallado vulnerabilidad en los ojos de Jess.

¿Es posible que alguien como él baje la guardia?

Lo dudaba.

No le di oportunidad alguna de reaccionar, volví sobre mis pies y dejé caer mi trasero sobre la silla de madera, mentalmente contando las horas para que sonara la campana y pudiera salir de allí. Faltaba poco tiempo para entrar en temporada de exámenes finales y, algo más importante, para finalizar el año escolar. Solo queda un año, me recordé, luego podrás hacer lo que quieras.

The reason | Jess MarianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora