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CAPÍTULO TRES🍁 la lista de pros y contras de america (1)

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CAPÍTULO TRES
🍁 la lista de pros y contras de america (1)

Arroje la hoja sobre mi cama y observé las dos hileras que escribí justo antes de que mi padre me recogiera en Nueva York, casi una semana atrás

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Arroje la hoja sobre mi cama y observé las dos hileras que escribí justo antes de que mi padre me recogiera en Nueva York, casi una semana atrás. Apenas había terminado de empacar mis maletas y no tuve mejor idea que analizar mi vida y qué era lo mejor para mí. Hasta que él llegó y olvidé el asunto. Volví a encontrar la hoja en el fondo de mi maleta mientras buscaba algún abrigo que usar porque las noches otoñales comenzaban a congelarse.

No había razones escritas, solo dos palabras separadas por una línea desprolija. Pros y contras.

Estiré la hoja, tratando de eliminar su rugosidad y cogí un lápiz de mi mochila. Suspiré analizando mis opciones, considerando cada hora que pasé junto a mi padre. Me enfurecí conmigo misma por sentir compasión por él. Nadie sentía eso por mí, nadie pensaba: Pobre America con la familia que tiene que lidiar. Pobre America los cambios que tiene que afrontar. Nadie. Ni una sola persona. Por supuesto y para mi pesar, anoté el nombre de Mitchell en los pros, él lo intentaba más que yo en nuestra relación, se apegaba a mis gustos y soportaba mi humor diario. Por otro lado, en la columna de los contras, tenía un millón de ideas que poner y dudaba que la hoja alcance para todo lo que tenía en mente: Las personas acosadoras, los festivales ridículos, lo pequeño que era el pueblo y la lista seguía y seguía.

Eran cerca de las doce de la noche cuando escuché el primer impacto en la ventana de mi habitación. Asomé la cabeza, oyendo solo a los malditos grillos y, nada más sentir la brisa dichosa de la temporada, vi un proyectil volar directo hacia mi cabeza. Lo esquivé, agachándome, aunque eso no impidió que la roca entrara a la habitación y cayera debajo de la cama.

Me enderecé, molesta.

—Idiota —protesté.

Jess se encogió de hombros restando importancia a que casi me agujerea la frente. Como una estúpida venganza, lo hice esperar, tomándome el tiempo necesario para abrigarme y ponerme el calzado. Salí de la casa cerrando la puerta a mi espalda y me reuní con él en la orilla de la calle.

—¿Tuviste que tomar un autobús o...? —ironizó apenas me vio y comprendí que nuestra «amistad» iba a ser repleta de sarcasmo e ironía. Algo que no me molestaba para nada porque de eso iba mi vida últimamente.

The reason | Jess MarianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora