CAPÍTULO 1

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STELLA

Nunca he ansiado que un día termine, tanto como hoy, y lo peor de todo, es que solo son las once y media de la mañana. Desde que el estridente ruido de mi despertador sonó, todo ha ido de mal en peor. Primero se me estropeó el termo del agua caliente por lo que me tuve que duchar con agua fría, luego, cuando fui a coger el coche para ir a trabajar no tenía gasolina, ayer debí olvidarme de ir a repostar, por lo que tuve que caminar un par de kilómetros hasta la gasolinera más cercana, lo que claramente desencadenó que llegase tarde al colegio donde trabajo como profesora hace ya dos años. Pero, sin lugar a duda, lo que peor me ha sentado, ha sido la bronca que me ha echado la directora, ¡me he sentido como si estuviera otra vez en el instituto!

Menos mal que en estos momentos, esos pequeños monstruitos de siete años que tengo como alumnos están jugando en el patio y, por unos veinte minutos, aproximadamente, no soy yo la encargada de supervisarlos.

Estoy concentrada corrigiendo trabajos cuando la voz de Erik, el profesor de educación física me llama.

- Stella, creo que deberías venir, hay un pequeño problema en el patio con dos de tus alumnos.

Esas simples palabras me hacen levantar de la silla como un resorte, al llegar al patio nos recibe un enorme corro de niños, es costoso llegar hasta el centro y poder visualizar el conflicto, pero cuando lo consigo me encuentro a Maddie, la niña más cariñosa que jamás haya visto, peleándose con Alan, uno de sus compañeros de clase.

- Tus padres no te quieren y por eso se fueron- dice el pequeño.

Puedo ver el dolor y la frustración en los ojos de la niña, no sé a lo que se refiere Alan, Maddie ha comenzado nueva este curso y no se mucho sobre su familia, siempre la trae su hermano mayor, pero de ahí en más desconozco cual pueda ser su historia.

- Eso no es verdad, lo que pasa es que están de viaje- rebate la pequeña bastante enfadada.

- No te quieren, no te quieren- continúa canturreando Alan.

Antes de que pueda tomar cartas en el asunto, Maddie está en el suelo debido a un empujón de su compañero, quien comienza a reírse hasta que se percata de que tanto Erik como yo hemos visto todo lo ocurrido. Enseguida se da cuenta de su error y no rechista cuando Erik se lo lleva a la oficina de la directora, mientras tanto, yo me acerco a la niña que se encuentra llorando en el suelo.

- Tranquila Maddie, dime ¿dónde te duele?

El resto de los niños vuelven a sus aulas al oír la campana, dejándonos solas en el patio.

- El... el brazo- dice entre sollozos.

- ¿Me dejas ver?

Cuando la niña asiente la ayudo a levantarse, y examino el brazo que me ha dicho que le duele, tiene un raspón bastante grande, pero por suerte la herida no es profunda.

- Me duele mucho- dice llorando cada vez más mientras se abraza a mi pierna.

- Lo sé pequeña- viendo que no se suelta de mí, la cojo en brazos- ¿Qué te parece si vamos a curarte esa herida?

- Está bien- dice no muy convencida- pero ¿me promete que no me dolerá?

- Te lo prometo- digo extendiendo el meñique en su dirección.

Maddie extiende el suyo, y los entrelazamos sellando así nuestra pequeña promesa, consiguiendo a la vez una tímida sonrisa en la cara de la niña que sustituye las lágrimas derramadas hace apenas unos minutos.

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