CAPÍTULO 9

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STELLA

Después de la intensa sesión de besos, Ethan sale de la cama para prepararnos el desayuno mientras que yo me quedo remoloneando entre las sábanas. ¿Quién me iba a decir a mi anoche que hoy amanecería en la cama de tatuado? Seguro que si alguien me lo hubiera dicho me habría reído en su cara, pero lo cierto es que no cambiaría nada, nos siento mucho más cerca, y que haya confiado en mi lo suficiente para, no solo abrir su corazón, sino también contarme acerca de su pasado, me hacer ver que de verdad le importo, que no soy cualquiera para él.

Cansada de estar tumbada en la cama, decido levantarme con la intención de ir a la cocina a ver que tal va Ethan con el desayuno y cuando llego a la puerta la imagen que veo hace que mi pulso se acelere. De espaldas a mí se encuentra el tatuado, sin camiseta, dejándome ver como todos los músculos de su espalda se contraen mientras cocina algo en una sartén, de la que sale un aroma completamente delicioso. No sé cuánto tiempo llevo observándole como una acosadora, pero, de no ser porque él se acaba de voltear y me está mirando con una sonrisa ladina bailando en su cara, probablemente me hubiera tirado todo el día viéndolo, pero la pregunta es ¿quién no lo haría? Si este chico parece haber sido tallado por los mismos dioses del olimpo.

- ¿Disfrutando de las vistas? –inquiere socarrón.

- Algo así- contesto encogiéndome de hombros- ¿Te ayudo con algo?

- Está todo listo, solo faltan las tazas para el café, están en el armario de al lado de la nevera- dice mientras termina de servir el desayuno en los platos.

Cuando le entrego las dos tazas me agradece con un beso en la mejilla, consiguiendo así que me sonroje.

- Vamos, desayunemos en el salón.

Le ayudo a colocarlo todo en una bandeja y lo sigo hasta el sofá, Ethan no ha escatimado en absoluto, ha preparado café, zumo, tostadas, huevos revueltos, bacon, fruta...

- Esto es demasiado no tendrías que haberte molestado- digo aceptando el plato que me tiende.

- No es molestia, de veras.

Pasamos el resto del sábado juntos, viendo reposiciones de Friends y conociéndonos más, ahora sé que su color favorito es el negro, que ama comer pasta y que lleva dibujando prácticamente desde que fue capaz de coger un lápiz.

Hacía mucho tiempo que no me sentía tan cómoda estando con alguien que no fuera Sasha, desde hace varios años mi vida social se había reducido exclusivamente a mi mejor amiga, no me sentía capaz de dejar entrar en mi vida a nadie más, bastantes personas lo intentaron, pero yo siempre me mostraba indiferente, y no porque no me sintiera atraída, sino más bien como un mecanismo de defensa, si no dejaba entrar a nadie no dañaría a nadie. Pero Ethan es diferente, no sé qué es lo que me hace sentirme así con él, es como si a su lado encontrase mi lugar seguro, y eso me aterra, porque sé que no puedo depender de nadie para sentirme bien, pero también sé que no puedo siempre sola, que está bien tener alguien en quien confiar.

Ser consciente de que no estás bien es el primer paso para estar bien, eso es lo que siempre decía mi psicóloga, pero lo que nunca mencionó es la cantidad de obstáculos que se encuentran en ese largo camino. Obviamente era consciente de que no iba a ser un camino fácil, y también sabía que iba a ser largo, pero jamás imaginé que cinco años después de lo ocurrido seguiría estancada en ese puto camino que hay días que parece no tener fin.

Esa frustración de saber qué es lo que tienes que hacer, pero por dentro boicotearte a ti mismo y ser incapaz de hacerlo es lo peor del mundo, porque te hace plantearte tantas cosas que tu cabeza se vuelve una maraña de ideas que eres incapaz de desenredar. Ese momento en el que piensas que todo lo que te pasa es una tontería, que es culpa tuya y te fuerzas a hacer algo tan simple como salir de casa para hacer la compra, y de repente, sientes las miradas de todo el mundo sobre ti, tu cabeza empieza a lanzarte comentarios que, aunque sabes que no son verdad y que nadie te lo está diciendo te afectan como si te los hubiera dicho la persona que más te importa en el mundo. Y entonces tu pulso empieza a acelerarse, sientes que te ahogas, que te falta el aire, un sudor frio te cubre por completo, se te empaña la vista dejando rodar por tus mejillas lagrimas saladas que ni siquiera notas, y, súbitamente todo da vueltas, te mareas, colapsas.

Y lo peor no es ese ataque de pánico que te acaba de dar en medio de la calle, delante de todo el mundo, lo más difícil es darte cuenta de que, el objetivo que te habías marcado es imposible por el momento, y que la única persona que puede cambiar esa situación eres tú mismo, pero estás tan sumamente perdida que ya no sabes ni quién eres, ni cómo llegar a conseguir lo que quieres. 

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