CAPÍTULO 29

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STELLA

Estamos los tres sentados en la mesa, para ser exactos, yo estaba en uno de los laterales con Maddie mientras que Ethan presidía la mesa. No había dado ni un bocado al primer trozo de pizza cuando la niña empezó a preguntar, tal y como había vaticinado Ethan.

- Stella ¿es verdad que pasarás las navidades con nosotros? – su tono emocionado me sacó una sonrisas de oreja a oreja.

- Así es, ¿te gusta la idea?

- ¡Me encanta! – gritó un poco más de la cuenta por lo que su hermano le llamó la atención- Lo siento, ¿podremos hacer una fiesta de pijamas como las de las películas?

Ethan se ríe, por lo que supongo que ya se lo había preguntado a él primero, pero, cómo tampoco estoy muy segura, prefiero dejar la pelota en su tejado.

- Solo si a tu hermano le parece bien.

- Si eso quiere decir que te quedarás a dormir mi respuesta es un rotundo sí.

No se me pasa por alto la mirada pícara que acompaña a esa sonrisa ladina que me vuelve loca y que, justo en este momento me está dedicando. Maddie, que no ha entendido muy bien las palabras de su hermano, decide seguir comiendo, aunque al parecer no se puede guardar la curiosidad por mucho tiempo, ya que en menos de diez minutos vuelve al ataque con sus preguntas.

- ¿Cuál es tu color favorito? El mío es el rosa y el de Ethan el negro, aunque yo creo que es muy aburrido- dice justo después de tragar un bocado de pizza.

- Mi color favorito es el morado.

- ¡Anda! Como el jersey de Ethan.

Terminamos la comida entre risas y más preguntas de la pequeña, que parece muy interesada en conocer absolutamente todo a cerca de mí. Aunque, si soy sincera, ya sabe un montón de cosas, ya que en clase muchas veces les hablo sobre mí, o sobre lo que he hecho el fin de semana.

Le ofrezco a Ethan ayuda para recoger las cosas, pero insiste en que puede él solo, ya que únicamente son lo que hay que recoger, lo otro va directo a la basura. Maddie está sentada en el sofá con un libro entre las manos y yo no se que hacer. Me siento un poco incómoda, sin saber que es lo que debo o no debo hacer, es la primera vez que tengo algo tan serio con un chico, y si a eso le sumamos que vive con su hermana pequeña me siento un poco fuera de lugar. Ethan debe notarlo porque cuando sale de la cocina me abraza desde atrás, ya que estoy plantada en medio de salón, y comienza a hablarme en susurros.

- ¿Por qué tan tensa nena?

- Es que me siento un poco rara, no sé cómo explicarlo.

- Estás fuera de tu zona de confort, es normal sentirse extraño, pero no quiero que te sientas incómoda aquí.

- Es que no quiero hacer nada que pueda molestaros.

- Ey, no lo harás, tu siéntete libre de hacer lo que quieras.

Permanecemos abrazados por un par de minutos más, tiempo suficiente para darme cuenta de que algún día quiero tener lo que Ethan y Maddie tienen. Quiero llegar a casa y que haya alguien esperando, no quiero seguir comiendo sola en una mesa vacía. Creo que ya es momento de dejar atrás los miedos y abrirme a compartir mi vida en todos los aspectos. No voy a negar que me genera bastante ansiedad el hecho de pensar todas las cosas que podrían llegar a salir mal, pero sé que eso es solo mi mente jugándome malas pasadas, como también sé que en la vida no todo es color de rosa, que habrá momentos buenos y momentos malos, pero lo importante es como los afrontemos. Ya he aprendido la lección, no sirve de nada encerrarse en uno mismo cuando las cosas no salen como esperamos, como tampoco sirve de nada rechazar a la gente o dejar de vivir por miedo a lo que pueda ocurrir. Todos estos meses me han cambiado, no soy la misma Stella que Ethan conoció a principio de curso, como tampoco soy la Stella que Sasha tuvo que soportar un par de años atrás. Hoy empiezo el camino a una nueva Stella, a mi verdadero yo, quien quiero ser y quien quiero que el mundo vea. Sé que aún tengo muchos fantasmas con los que lidiar, pero no quiero dejar que sigan atormentándome de por vida, quiero volver a mirar a la vida con alegría, quiero redescubrir todo lo bonito que me rodea, aquello que llevo años esquivando.

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