CAPÍTULO 21

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STELLA

Cuando Ethan sale del despacho me quedo bastante sorprendida, aunque si soy sincera, no me sorprende, las palabras de Eleanor están siendo bastante injustas.

- Stella, ¿puedo hacerle una pregunta? Y sea sincera por favor.

Yo asiento, sin saber por dónde va a salir.

- ¿Tanta preocupación por Maddie es genuina o existe algún otro interés?

- ¿Disculpe? – tengo que haber oído mal, no puede estar insinuando lo que creo.

- Seré clara, ¿harías lo mismo por cualquiera de tus alumnos o solo lo hace porque es la hermana del tío al que te estás tirando?

- No me lo puedo creer, no entiendo porque me está cuestionando de ese modo, pero le seré clara, claro que haría lo mismo por cualquiera de mis alumnos- me levanto harta de esta conversación.

Llego a la puerta y, con la mano en la perilla de esta, me giro hacia ella.

- Y una cosa más, por mucho que usted sea mi jefa no tiene derecho a meterse en mi vida privada, con quien la comparta o no, es solo cosa mía.

Salgo del despacho sin esperar si quiera una respuesta de su parte, sus palabras han sido bastante rastreras y, aunque no me gusta admitirlo, me han herido. Porque yo jamás haría diferenciaciones de ese tipo entre mis alumnos, los defendería a todos por igual, sin importar de que familia o lugar vengan.

Al salir a la recepción veo a través del ventanal que el coche de Ethan sigue aparcado en frente. Compruebo mi reloj, todavía me quedan unos cuarenta minutos antes de entrar a clase, así que decido salir. Camino despacio hasta el vehículo, él no me ve, por lo que, cuando estoy lo suficientemente cerca, doy unos golpecitos en la ventanilla para que note mi presencia. Él levanta la vista de su regazo, y me doy cuenta de que estaba dibujando.

- Sube- dice desde dentro lo suficientemente alto como para que lo oiga.

Rodeo el coche y abro la puerta del copiloto para subirme.

- Hola.

- Hola nena.

Con valentía acerco mi rostro al suyo y dejo un suave beso sobre sus labios, cuando pretendo alejarme, Ethan sube sus manos a mi nuca y me vuelve a acercar a él intensificando el beso. 

Nos separamos por falta de aire, pero dejo mi mano en su nuca repartiendo suaves caricias.

- ¿Qué dibujabas? - pregunto bastante curiosa.

Él no me responde, simplemente abre su cuaderno, que había cerrado al montarme yo al coche, y me lo pasa. Tomo la pequeña libreta entre mis manos y me quedo absorta en el dibujo. En el centro de la hoja se ve la silueta de una niña pequeña, pero lo más característico es la enorme sonrisa que adorna su rostro, no me cuesta trabajo identificar que es Maddie, aunque eso sí, con algunos años menos. El fondo, que aún está por terminar, parece una especie de laguna, o tal vez el mar, no lo sé, lo que es seguro es que estoy cautivada con la belleza del dibujo.

- Ese día Maddie vio la playa por primera vez, estaba pletórica- su voz se notaba melancólica- Tendría unos tres años, y después de haberme estado dando la lata con que quería ir a la playa durante todo el invierno, en cuanto empezó el buen tiempo decidí que era momento de llevarla- se calla durante unos segundo en los que yo sigo jugando con su pelo- Su cara cuando llegamos fue todo un poema, y la sonrisa que ves en ese dibujo, no se borró en todo el fin de semana. Esta mañana, cuando fui a despertarla, fingió estar mala para no venir a clase, y luego se echó a llorar en mis brazos. Lo único que se me venía a la mente mientras sus lágrimas empapaban mi camiseta, era esa imagen de ella en la playa.

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