CAPÍTULO 32

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ETHAN

Después de limpiar todo el desastre que han hecho las chicas, y sacar la hornada de galletas, creo que tengo todo bajo control, el plato principal está en el horno, el puré de patatas ya está preparado, y estoy tratando de seguir un video tutorial de internet para hacer una salsa especial, quiero impresionar a Stella, aunque, a decir verdad, la cocina no es lo mío, sé lo básico para sobrevivir y, solo de vez en cuando, me da por probar alguna cosa nueva, pero normalmente no es la noche de Navidad y no estoy poniendo en peligro una cena que, para mí, es de suma importancia.

- ¿Necesitas ayuda con algo? – dice Stella desde el marco de la puerta.

- Por aquí todo controlado, por cierto, muchas gracias por hacer esto con Maddie- digo señalando las galletas- no sé cómo pudo pasárseme comprar las mismas de todos los años, mi hermana casi me mata cuando estábamos colocando la compra y no las vio en ninguna bolsa.

- No hay nada que agradecer, además, me parece que no eres el único al que se le han olvidado cosas para esta noche.

Se asoma hacia al salón para comprobar que la pequeña sigue perdida en sus juegos y entra en la cocina para ponerse a mi lado.

- A mí se me olvidó comprar los regalos- confiesa tímida- tuve que ir está mañana con Sasha, justo cuando me llamasteis acabábamos de salir del centro comercial.

- Somos de lo que no hay- digo tomando su mano para acercarla a mis labios.

- Por cierto, necesito que luego me ayudes a subir vuestros regalos, los tengo en el maletero del coche y...

Antes de que pueda seguir hablando la me corta.

- No hacía falta que nos compraras nada, de verdad que no era necesario no quiero que te veas forzada a cosas con las que tal vez no te sientas cómoda.

- Ya sé que no tenía por qué compraros nada, pero quería hacerlo. Tu no te preocupes por eso.

Me abraza de improviso cuando termina de hablar y yo la correspondo pasando mis brazos por su cintura, disfrutando del dulce aroma que desprende su pelo después de haberse duchado. Adoro tenerla entre mis brazos y poder disfrutar de su contacto, aunque sea el roce mas inocente despierta cientos, que digo cientos, miles de sensaciones nuevas que no sabía ni que existían.

Termino de hacer la salsa, que tiene muy buena pinta después de todo, y dejamos las cosas preparadas para dentro de un rato, ya que a las costillas que están en el horno todavía les quedan unos diez minutos.

 - ¿No hace mucho calor? – pregunta Stella después de un rato.

Hace rato que llevo notando que la temperatura había subido, pero pensé que era por todo el tiempo que llevábamos en la cocina con el horno y los fuegos encendidos, pero ya veo que no, porque cuando salimos al salón, donde está mi hermana, la temperatura no varía. Voy hasta el termostato, y veo que marca más de veinticinco grados, intento bajarlo, pero no me deja.

Joder, ¿justo hoy se tenía que estropear la calefacción?

Decido que lo mejor es llamar al encargado del edificio, ya que el sistema de calefacción es común para todo el bloque, y me dice que hasta pasado mañana no puede hacer nada, que no piensa pagar el extra que suelen cobrar los técnicos por salir a arreglar averían en fechas tan señaladas.

- Siento comunicaros chicas que tendremos que sacar la ropa de verano- digo cuando vuelvo al salón con ellas.

Ambas están sentadas en el sofá debatiendo que películas veremos esta noche. Cojo la pequeña escalera que siempre dejo a mano en casa y voy a la habitación de Maddie para bajar algún pijama veraniego de lo alto de su armario.

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