CAPÍTULO 23

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¡¡Advertencia: contenido explicito +18. Si lees es bajo tu responsabilidad.!!

STELLA

Llegamos a la casa de la playa cerca del mediodía, al igual que la otra vez, lo primero que hacemos es ir al supermercado para comprar lo suficiente para pasar estos dos días. Desde que nos volvimos a montar en el coche Ethan ha estado mucho más cariñoso, como si de verdad necesitase sentirme. No sé qué me pasó hace un rato, ni por qué escogí esa canción, pero es que cada vez que la escucho pienso en Ethan y desde nuestro pequeño momento de intimidad creo que va a ser imposible dejar de asociarlos.

Cuando entramos en la casa me ofrezco a hacer la comida, cocinar siempre me relaja, mientras que Ethan decide ir a darse una ducha. Vuelve cuando la pasta carbonara que dijimos que haría está ya terminándose de hacer.

-        ¿Por qué no subes a ponerte algo más cómodo? – sugiere abrazado a mi espalda.

-        Está bien.

Me giro quedando frente a él, que no desaprovecha la ocasión de juntar nuestros rostros y robarme un beso lento y apasionado que me deja con ganas de más. Subo las escaleras hacia la planta de arriba y no puedo evitar pasarme los dedos por los labios. No sé qué me pasa, pero tengo las hormonas más que alteradas.

Comemos en silencio, pero un silencio cómodo, estamos en el comedor, sentados uno enfrente del otro, compartiendo miradas lascivas y caricias furtivas sobre la mesa. La tensión sexual se puede palpar en el ambiente, ambos sabemos lo que queremos, y después de habernos dejado con las ganas en el coche las ansias han aumentado exponencialmente.

Recogemos la mesa entre los dos y, como no hay lavavajillas, nos toca fregar lo poco que hemos manchado. En esas estamos cuando de pronto noto que el agua me salpica la cara, giro a ver a Ethan y me encuentro con la misma cara  de pillo que ponen mis alumnos cuando hacen alguna trastada. Está claro que quiere jugar y yo me siento hoy con ganas de hacer travesuras, así que me acerco  a él, hasta quedar a dos milímetros de su boca, haciéndolo creer que lo voy a besar y, cuando al fin va a lanzarse a mis labios, le lleno la cara de espuma.

-        Con que esas tenemos ¿eh?

No lo veo venir cuando me toma de la cintura y me sienta en la encimera, quedando entre mis piernas, su mirada es puro fuego, parece que va a entrar en combustión en cuestión de segundos. Sus manos mojadas recorren mi cuerpo y, cuando menos me lo espero, me devuelve la jugada dejando un montoncito de espuma en mi cuello, que él mismo se encarga de esparcir por el valle de mis senos, gracias al cuello en uve de mi camiseta. Después de varios minutos jugando con la espuma ambos estamos empapados. Mi camiseta debe ser casi transparente a juzgar por la mirada lujuriosa de Ethan. La sudadera que se había puesto el tatuado está hecha un desastre, por lo que tomo sus bordes se la quito dejando al descubierto su firme y caliente torso, su tacto me quema y me llama como si fuéramos dos imanes. Mis manos, curiosas, emprenden un viaje por sus abdominales, notando como estos se tensan bajo mi tacto, erizando sus bellos a su paso.

Ethan intenta deshacerse de mi camiseta pero todavía no estoy segura de sí quiero que vea mi cuerpo, las marcas del accidente, aun cubiertas por los tatuajes siguen estando ahí.

-        Ey- dice Ethan separándose unos centímetros de mí- no tenemos que hacer nada que no quieras.

Sus manos siguen sobre mis piernas todavía cubiertas con los pantalones de deporte que me puse hace un rato.

-        No es eso, quiero hacerlo de verdad- acerco su rostro al mío para robarle un beso- pero mi cuerpo no es bonito, está lleno de marcas y de cicatrices, y no quiero que veas eso y te eches para atrás.

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